domingo, 31 de diciembre de 2017

Antonio Tabucchi: La cabeza perdida de Damasceno Monteiro (**/***)

(184 pág.; Anagrama)                                   (70; diciembre de 2017)
Con ganas vuelvo a leer algo de Tabucchi, pues su Sostiene Pereira me gustó mucho, pero hay que compaginar autores nuevos con los que tenemos ganas de releer y eso lleva su tiempo, años en mi caso.
Y hablando de caso, el que se encuentra la policía de Oporto: un cadáver sin cabeza. El protagonista de esta novela es un periodista de Lisboa que es enviado por su diario para aportar los máximos datos posibles de tamaño suceso y él, que tiene ínfulas de escritor serio, no quiere dedicarle más que un par de días, pero la historia tiene más profundidad de la que todo el mundo cree y se tiene que quedar en Oporto el tiempo suficiente como para apreciar a esta ciudad más de lo que inicialmente hubiera pensado y, de paso, resolver el misterio. Teatral, singular e interesante personaje es el abogado que aparece en la novela.
Basado en un hecho real sucedido en Lisboa. Sabiendo que entre las dos ciudades hay una antigua rivalidad, ¿qué llevó a Tabucchi a cambiar el escenario?




Manolo el Gitano abrió los ojos, miró la débil luz que se filtraba por las rendijas de la chabola y se levantó, procurando no hacer ruido.”


sábado, 30 de diciembre de 2017

Leandro Fernández de Moratín: La comedia nueva (**)

(82 pág.; Fundación Biblioteca)                    (69; diciembre de 2017)
Hace ya muchos años que leí su obra más conocida y así que ya era hora de volver a leer otra de sus obras.
Esta comedia viene a ser un ajuste de cuentas de Moratín con los autores noveles de su época que estrenaban obra tras obra sin ton ni son; por lo que, aunque te hace sonreír con las tonterías del “autor” y sus allegados que aparecen en la obra, solo es una lectura recomendable si se tiene en cuenta el motivo de su creación que, ya he dicho, es dejar en evidencia el teatro del momento.




“DON ANTONIO.-
Parece que se hunde el techo.”


domingo, 24 de diciembre de 2017

Antonio Skármeta: El cartero de Neruda (**/***)

(139 pág.; El País)                              (68; diciembre de 2017)
Comienzo a leer este libro pasadas las doce de la noche y no lo puedo dejar hasta haberlo acabado, a pesar de conocer la historia pues vi la película basada en él. Personalmente, me gusta más la película, sin desdeñar en absoluto el libro, pero el guion de la misma le quita lo azaroso que fue en Chile el tiempo en que transcurre la historia y, en cambio, intensifica la relación entre el poeta y el cartero, lo que la hace mucho más entrañable y divertida a la vez.
Un joven pescador, al que no le gusta el trabajo duro ni madrugar, ve un anuncio en la estafeta de correos en el que se solicita un cartero para atender a Pablo Neruda que está en la isla. A este joven, con pocas luces y menos estudios, el contacto con Neruda hace que espabile y, entre las lecturas y enseñanzas que recibe, consigue su lugar en la vida. Metafóricamente hablando.



“En junio de 1969 dos motivos tan afortunados como triviales condujeron a Mario Jiménez a cambiar de oficio.”


sábado, 23 de diciembre de 2017

Pedro Salinas: La voz a ti debida (**/***)

(127 pág.; El País)                              (67; diciembre de 2017)
Cada año quiero leer un libro de poesía de un autor nuevo, para mí, y hasta ahora no he podido. Ha habido mucho libro nuevo este año debido en gran parte al hecho de comenzar una nueva década. Pero llegados aquí elijo de los que tengo pendientes a Salinas, cuyo apellido me suena y, avergonzado, me entero leyendo la introducción que fue uno de los importantes de la generación del 27. Constantemente descubro mis pobres resultados de la educación que recibí.
Esta obra cuenta una historia de amor en forma de poema aunque sin rima y todo seguido, pero hay una separación entre un capítulo, por llamarlo de alguna manera, y otro. Como leí en la introducción que la generación del 27 eran seguidores de Góngora y que utilizaban muchas metáforas pensé que no entendería nada. Y no he entendido todo lo que el poeta quiso transmitir, pero me ha gustado su musicalidad, sus ligeras frases, su manera de explicar lo mucho que la quería y la encontraba a faltar; en resumen, me ha gustado lo que me ha llegado de todo lo que Salinas quiso expresar.




“Tú vives siempre en tus actos.”


domingo, 17 de diciembre de 2017

Mario Vargas Llosa: Los cachorros (***)

(67 + 50 pág.; Lumen)     (66; diciembre de 2017)     (Premio Nobel 2010)
Me encuentro en la calle tres libros de Vargas Llosa: uno sé que lo tengo y de los otros dos, Los jefes y Los cachorros, dudo cuál es el que tengo. Quiero coger el que no tenemos en casa, pero no recuerdo bien cuál es. Finalmente me decido por el de la cabecera: es el que teníamos, pero tanto da, pues así lo tendré también en Huesca.
Comienzo por donde no debo comenzar: los prefacios y las introducciones. Cincuenta páginas hablando sobre un libro de sesenta y siete. Me lo destripan, hasta el final, pero están muy bien, pues explican lo que de otra manera no sabría. Pero deberían advertirlo o ponerlo al final, o yo recordar que no lo debo leer hasta haber leído el libro en cuestión.
Miraflores, Lima, año 1967, cuando yo llegué. Adolescentes a punto de convertirse en ser hombres. En párrafos donde, seguido del nombre de cada uno de ellos, se expresa lo que piensan sobre lo que les va sucediendo. Al principio cuesta de seguir, pero al final, con un poco de atención, la lectura es más rápida y unida. Para qué voy a explicar lo que es la vida de un joven que estudia en un colegio de curas, ya lo hemos leído otras veces. Aquí, la diferencia, es que al más rico de ellos le sucede un accidente terrible y ello hace que todo gire a su alrededor, hasta que se hacen adultos, pues la vida sigue a pesar de todo y él pierde su influencia.
Sesenta y siete páginas y, de un plumazo, nos explican veinte años de la vida de media docena de jóvenes y de la época que les tocó vivir. No lamento haber escogido esta novela. Enorme.




“Todavía llevaban pantalón corto ese año, aún no fumábamos, entre todos los deportes preferían el fútbol y estábamos aprendiendo a correr olas, a zambullirnos desde el segundo trampolín del “Terrazas”, y eran traviesos, lampiños, curiosos, muy ágiles, voraces.”


sábado, 16 de diciembre de 2017

Bram Stoker: Drácula (**/***)

(518 pág.; Amazon)                            (65; diciembre de 2017)
Una tarde, hace poco más de cuarenta años, me encontraba enfermo y hacia eso de las siete me trajeron este libro que yo no tenía ni había leído. Doce horas después apagaba la luz y me ponía a dormir. Este año he querido leerlo de nuevo, pues aunque la historia es muy conocida, tenía ganas de tener presente el texto original.
A medida que lo iba leyendo pensaba en lo que habría significado leerlo en el momento de su publicación, pues las descripciones de lo que sucede nunca son claras, ya que los narradores son los que desconocen la realidad que están viviendo y, sobre todo, están envueltas de misterio, supersticiones o terror ancestral.
Yo diría que hay dos partes claramente diferenciadas en la novela. Como no voy a explicar la trama, pues nadie nacido fuera de esta década la desconoce, sí que daré el punto de inflexión que tiene la historia: cuando todos los protagonistas se reúnen en casa del doctor. Ya ha llegado Van Helsing y nos ha metido más miedo en el cuerpo con la amiga de la protagonista y, a partir de ese momento, se trata de acabar con Drácula. Pero entonces la tensión disminuye y puede llegar a hacerse tediosa tanta explicación sobre el porqué de las facultades, carencias o dificultades del citado y temido conde. Características que, obviamente, Stokes no explica ni presenta razonadamente, sino que, a medida que avanza la historia va diciendo que si los ajos, la cruz, la estaca, la luz solar y más cosas por el estilo. Además, se hace muy ostensible el machismo de la época: los hombres pueden con todo y las delicadas mujeres se han de quedar en casa, a pesar de que es la protagonista la que arroja más luz sobre el conde que ellos mismos. En cualquier caso, una excelente novela que creo que hay que leer.




“Cuando iniciamos nuestro paseo, el sol brillaba intensamente sobre Múnich y el aire estaba repleto de la alegría propia de comienzos del verano.”


sábado, 9 de diciembre de 2017

Emile Zola: Nana (***)

(332 pág.; Sarpe)                               (64; noviembre de 2017)
Una joven del arroyo aparece en una obra de teatro de variedades aunque no sabe cantar, no sabe bailar, no declama correctamente y, además, no se sabe el texto. Pero el movimiento de sus caderas y la poca ropa de la que consta su vestimenta hacen que tenga un éxito del cual habla todo París. Tanta fama alcanza que todos los hombres adinerados se rifan poder ser ellos el elegido para mantenerla. Y ella escoge a uno, a otro y a otro más. Escoge a cuantos quiere y les exprime todo lo que tienen y lo que no tienen.
Y Zola nos lo cuenta de forma exquisita, en una docena de capítulos de una media hora de duración de lectura cada uno, metiéndonos de lleno en el teatro, en las cenas y fiestas que se dan y, sobre todo, haciéndonos sentir intensamente lo que debió ser el mundo de las mantenidas y el París de finales del XIX.




“A las nueve, la sala del teatro Varietés aún estaba vacía.”


sábado, 2 de diciembre de 2017

Fernando Sánchez Dragó: La prueba del laberinto (*/**)

(157 pág. de 341; Planeta)                              (63; noviembre de 2017)
Tuve que respirar “abdominalmente en ocho tiempos” para no dejar el libro en las cinco primeras páginas; en las cincuenta siguientes, mientras el protagonista mantenía una plúmbea conversación con su hija Kandahar tuve que respirar “abdominalmente en ocho tiempos” varias veces; y en el resto de lo que leí, y que trata de una conversación con un echador de cartas, nos encontramos los tres respirando “abdominalmente en ocho tiempos”. Y me cansé de tanto respirar.
¿Verdad que es repetitivo e innecesario lo que ha aparecido entrecomillado tres veces en el párrafo anterior? Pues en las páginas que leí lo repite ¡trece veces! y en alguna de ellas en más de una ocasión. La conversación con su hija, Kandahar, va de la página 35 a la 70 y su nombre se menciona 63 veces. No la conozco, pero empezaba a odiarla.
Considero a Sánchez Dragó una persona erudita pues alguna vez lo vi en televisión hace muchos años, y he leído algún artículo periodístico de él, pero un libro así no tiene pase. Marisol leyó en su momento diez páginas más que yo. Los premios Planeta y yo estamos reñidos, pues para uno que me ha podido gustar, la mayoría no puedo tacharlos ni de comerciales, aunque si así les va bien el negocio me parece perfecto. Yo, poco a poco, me estoy vacunando contra su lectura.




“La Biblia lleva razón cuando dice que el Maligno se embosca en lo baladí.”


sábado, 25 de noviembre de 2017

Leonardo Padura: Pasado perfecto (**/***)

(240 pág.; Tusquets)                                      (62; noviembre de 2017)
Hace ya algún tiempo que Marisol había leído una obra de este autor y me la aconsejó, luego leyó esta y aún le gustó más que la anterior, así que, pasado el periodo de estar en la lista de aconsejados, la he leído y me he llevado una grata sorpresa.
La acción transcurre en La Habana, el personaje principal es un resacoso teniente al que su jefe llama un día que libra, pues un antiguo compañero de aquel ha desaparecido el día de nochevieja. El desaparecido ostenta el cargo de viceministro de Industria por lo que hay que actuar de inmediato. Además, está casado con la chica que era la más guapa del instituto y de la que estuvo enamorado el teniente.
Padura desarrolla una historia que se remonta unos quince años atrás, cuando los protagonistas eran estudiante de preuniversitario y lo va enlazando con la actualidad y la realidad cubanas. Me ha gustado mucho porque no hay ninguna estridencia ni altibajo, la narración se desarrolla poco a poco pero hace que se lea con mucho interés y así vamos sabiendo a qué pasado perfecto se refiere el título. A ritmo de habanera, tranquilo.



“No necesito pensarlo para comprender que lo más difícil sería abrir los ojos.”


domingo, 12 de noviembre de 2017

Fernando de Rojas: La Celestina (***)

(283 pág.; El País)                                          (61; noviembre de 2017)
Esta madrugada he terminado de leer este libro y, una vez más, constato que la educación que recibimos (ojalá que no sea la que se imparte hoy) no fue todo lo buena que debió ser. Me explico: en Literatura de sexto de bachillerato nos dieron unos conocimientos (que yo no recuerdo porque no era buen estudiante) y los nombres de muchos autores y libros que era imprescindible leer. A día de hoy, que ya he leído alguno de esos, me doy cuenta que son muy buenos, que enseñan, divierten y me sorprende que hayan sido escritos en esas épocas (este, en concreto, en 1499); pero dudo mucho que la mayoría de mis compañeros los hayan leído (y no alardeo, pues he tardado más de cuarenta años en hacerlo yo). En resumen, no nos vendieron bien el producto.
Dice Fernando de Rojas, en una carta a un amigo, que se encontró el primer acto y que le pareció tan interesante que lo alargó veinte más… en solo quince días. Pues a pesar de dedicarle tan poco tiempo el resultado es loable, no tiene desperdicio y está lleno de refranes y adagios de aplicación en el siglo del autor y en el de hoy día. Me ha costado unos cuantos días leer estas casi trescientas páginas, pero es que la versión es en castellano antiguo y parece otro alfabeto: letras cambiadas por otras (v/b, b/v, u/v, v/u, y/i, e/i, z/c, f/h), palabras sin h inicial, r doble después de n, palabras desconocidas hoy en día pero que muchas aparecen en el diccionario, etc.; pero, en cualquier caso, un instructivo divertimento.
Breve resumen de lo que no escribió Rojas: Calisto está buscando su halcón y entra en el jardín de Melibea. Se enamora perdidamente de ella, pero ella le desdeña. Un criado de Calisto conoce a Celestina y le dice a su señor que ella podrá hacer que Melibea se enamore de él. Calisto le ruega que traiga a Celestina y acuerdan que ella de se encargue de convencerla. Ahora solo restan veinte interesantes actos para saber en qué acabará todo esto.



“Calisto.- En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios.”


sábado, 11 de noviembre de 2017

Raymond Chandler: Adiós muñeca (**/***)

(307 pág.; Bruguera)                                     (60; octubre de 2017)
Podría decir de esta novela lo que dije de la primera que leí de este autor: no me acodaba de la película, la trama es rebuscada, Marlowe es mordaz hasta la médula y, como la anterior, es una lectura muy recomendable. No hay duda de que Chandler era un hombre culto y en esta novela, su segunda, también muestra que estaba interesado por la situación social del momento, como se puede apreciar en la frase con que se inicia la historia y que está al pie de la foto.
Un hombre gigantesco sale de prisión después de haber cumplido su condena y va al garito en el que, años atrás, trabajaba su novia. Nada más entrar ve a un hombre negro en el local y lo echa lanzándolo a través de la puerta. Marlowe, que pasaba por allí en ese momento y ha visto al gigante y lo que ha hecho, decide entrar e ver qué más puede suceder y ello le va a llevar a tener que descubrir dónde se encuentra la “muñeca” que fue novia del excarcelado y luchar por defender su vida, pues el pasado aparece subrepticiamente en el presente y afloran intereses que estaban aletargados.




“Era uno de esos bloques de Central Avenue, salpicados de blanco y negro, en realidad los negros aún no lo habían invadido del todo.”


domingo, 5 de noviembre de 2017

Kazuo Ishiguro: Pálida luz en las colinas (**/***)

(203 pág.; Anagrama)         (59; octubre de 2017)         (Premio Nobel 2017)
No es habitual, vamos creo que es la segunda vez, que le den el Premio Nobel de Literatura a un autor al que he leído y del cual tengo otro libro por leer, así que nada más concedido lo pongo en la lista de libros pendientes.
En esta novela, en línea con Un artista del mundo flotante, una japonesa residente en Inglaterra nos va contando, parca en detalles, retazos de su vida, sobre todo de la vida en Japón después de la Segunda Guerra Mundial y, en particular, de la relación de tuvo con otra mujer que tenía una hija. Decía esta mujer que se iba a ir a Estados Unidos, pero el momento nunca llegaba. No sabemos qué le había sucedido ni, exactamente, qué le pasa a su hija, que no parece estar bien anímicamente. De la mujer que narra la novela tampoco sabemos por qué se fue de Japón, pero nos habla ligeramente de su actual familia.
Le dije a Marisol que al igual que hay esculturas sin brazos, no porque los hayan perdido sino porque esa fue la intención del escultor, este libro es un boceto de historia, no es que esté inacabada, pero sí que va dando la información de gota en gota y, ni siquiera está toda plasmada, pero el lector puede sacar sus propias conclusiones y, de paso, conocer, más, lo que sintió la población japonesa al darse cuenta que con la pérdida de la guerra sus ancestrales estructuras se quebraron.




“Niki, el nombre que al final le pusimos a mi hija pequeña, no es una abreviatura, fue un acuerdo al que llegué con su padre.”


sábado, 4 de noviembre de 2017

Francisco de Quevedo: Historia de la vida del Buscón (**/***)

(170 pág.; El País)                                          (58; octubre de 2017)
Cuando tenía diez años empecé a comprarme libros con el dinero que me daban mis padres. En aquella época tenía que ver muy bien en qué libro invertía mi capital (pues como nos enseña la economía, este es limitado), así que calculaba el ratio número de hojas entre precio. Libro que compraba, libro que leía inmediatamente. Verne y Dostoyevski eran buenas compras.
Hará unos quince años ya no tenía que calcular ningún cociente y me podía comprar los libros por colecciones (de El País tengo 134 libros), pero entonces no leía ninguno, solo los ponía ordenados por autores en las estanterías. Ahora me alegro, no tanto de haberlos comprado, sino de estar leyéndolos: ya he leído 77 de ellos y, con tiempo, acabaré con el resto.
Y, en relación con mi primer Quevedo y su única novela, quiero comentar que es un libro que refleja la manera de ganarse la vida que tenían en aquel lejano tiempo los que no tenían hacienda, conocimientos o ganas de doblar el espinazo. Salvo una escena al principio de la historia a mi gusto un tanto desagradable, el resto es una serie de situaciones en las que se encuentra un pícaro, al que la vida no le trata como para hacer una carrera más honrada de la que termina haciendo, pero cuyo empeño en sobrevivir y las ganas que pone en aprender cualquier tipo de tretas para ello hace que nosotros nos entretengamos un buen rato.




“Yo, señor, soy de Segovia.”


domingo, 29 de octubre de 2017

Brian B. Greene: El universo elegante (***)

(622 pág.; Booket)                                         (57; octubre de 2017)
Ultimo libro de los que me regalaron por mi cumpleaños y si quedó relegado a este lugar fue por su longitud. Maribel y Pedro fueron los culpables de que me pasara semanas haciéndome cruces con las once dimensiones que tiene nuestro universo, con los tamaños de las cuerdas que componen las antiguas partículas indivisibles como los electrones y con todo lo imposible, que resulta posible, dentro del marco de la teoría de cuerdas.
Es un libro muy bueno, no en vano el autor es un participante activo dentro de esta compleja teoría. Sus ejemplos son brillantes y muy instructivos, hasta divertidos; pero ¡ay!, si no tienes  formación científica y una capacidad importante de credulidad, este libro es un galimatías que no lo desentraña ni el propio Einstein.
Después de leerlo entero, de creerme que los físicos podrán avanzar entre tanta liana suelta en el universo y debido a que también se conoce a esta teoría como la Teoría del Todo, en referencia a que lo explicará todo, me viene a la cabeza el teorema de incompletitud del malogrado matemático Kurt Gödel. Los siglos venideros arrojaran su luz.



“Durante los últimos treinta años de su vida, Albert Einstein buscó incesantemente lo que se llamaría una teoría unificada de campos, es decir, una teoría capaz de describir las fuerzas de la naturaleza dentro de un marco único, coherente y que lo abarcase todo.”


sábado, 28 de octubre de 2017

Leo Perutz: De noche, bajo el puente de piedra (***)

(283 pág.; Libros del Asteroide)                         (56; septiembre de 2017)
            Aconsejado por Marisol leo este libro de relatos que tienen un denominador común: Praga en el siglo XVI, Rodolfo II su rey y emperador, el rabino Loew, el judío Mordesai y su esposa Esther. Estos personajes van apareciendo en un relato, más adelante en otro, se cuenta algo de ellos en un tercero, y entre todos los relatos se amalgama una historia bellísima, inteligente, bien escrita y mejor tramada. Imprescindible leer Enrique, el del infierno, perfecto paradigma de la línea anterior.
Este escritor está considerado como uno de los mejores escritores de relatos históricos del pasado siglo y está su mejor obra. En su momento no tuvo la suficiente difusión, pero ahora nada nos impide disfrutar de ella.




“En el otoño de 1589, un año en que la muerte hizo grandes estragos entre los niños del barrio judío de Praga, dos pobres cómicos, de cabello ya encanecido, que se ganaban el sustento haciendo reír a los invitados en las bodas, caminaban por la calle de Beleles, la que lleva desde la plaza de San Nicolás al cementerio judío.”
Peste en el barrio judío


domingo, 22 de octubre de 2017

Rodrigo Cortés: Sí importa el modo en que un hombre se hunde (**/***)

(195 pág.; Delirio)                                         (55; septiembre de 2017)
Este libro que me regalaron Hevila y Lorenzo en la cena de mi cumpleaños debía ser el primero en ser leído (debido a que era el de menos páginas, no porque estuviera dedicado por el autor), pero el no encontrarlo en formato digital, estar las vacaciones por medio y los tres monovolúmenes como el anterior que he leído, lo han llevado a ser el penúltimo, pero no por ello menos apreciado.
Lorenzo hace mucho tiempo me recomendó un podcast llamado Todopoderosos en el que cuatro o cinco personas hablan de cine. Tardé en escucharlo, pero disfruté con su primera temporada: eran muy buenas críticas, llenas de conocimiento del tema y gracia. Entre los participantes se encontraba Rodrigo Cortés, un total desconocido para mí y que, en cambio, me pareció que era el que hablaba con mayor profundidad: resulta que ese “desconocido” es el director de Buried y del corto más premiado de la cinematografía española. Soy un completo ignorante… ¡pero ello me permite descubrir tantas cosas!
¿Te alegraría que te tocara en un programa de televisión tres millones de euros repartidos entre casas, coches, avionetas, y demás bienes a los que normalmente no podrías acceder? ¿Y a tu mujer? No creo que nadie diga que no estaría contento. Pues eso es lo que le pasa a un profesor universitario que enseña Historia de la Economía. Y se alegra. Y su mujer también. Y los de Hacienda. ¿Sabes por qué Bob Dylan no quiso el Premio Nobel de Literatura? Porque había leído este libro y se había reído y había aprendido que los premios los otorga el diablo.




“–Enhorabuena –dice el decano Santillana–.”


sábado, 21 de octubre de 2017

Charles Dickens: Casa desolada (***)

(1.137 pág.; Alfaguara)                                   (54; septiembre de 2017)
Hace ya un año o dos que Josep M. comentó que estaba leyendo este libro y que le parecía muy divertido. Yo tomé nota y cuando ha llegado la hora de repetir a Dickens he elegido esta novela a pesar de ser desconocida para mí en relación a Oliver Twist o Grandes esperanzas. Y ha sido todo un hallazgo y me ha gustado tanto que me sorprende que no hay oído hablar más de ella y sólo haya conocido un lector (aunque más de mil cien páginas, que se hacen largas, eche para atrás a más de uno).
En esta novela se encuentra a Víctor Hugo (aunque sin tanto dramatismo), a Wilkie Collins, a Jane Austen y, sobre todo, a quien maneja la pluma que la compuso: Charles Dickens. ¡Impresionante!
Los dos primeros capítulos deberían ser del dominio público (una crítica mordaz al sistema judicial británico de la época o al nuestro de hoy día); hay párrafos que describen a una persona o a una situación que son hilarantes, ingeniosísimos, relojes de precisión hechos de palabras; decenas de personajes a cual más curioso, con las ideas más extrañas pero, en cambio, irrefutables bajo su lógica.
Y ya para terminar, porque hacer un resumen en un párrafo sería vano, explicaré que hay un narrador y que una de las protagonistas es otro. Al principio su voz es cursi e infantil, pero poco a poco va dejándose ir y, sin faltar nunca al respeto debido a las otras personas, expresa su opinión y es lapidaria. ¿Qué más puedo decir para que le dediques quince o veinte días de lectura a una de las mejores obras que he leído en mi vida?




"Londres."


domingo, 15 de octubre de 2017

Juan C. Onetti: Dejemos hablar al viento (*)

(78 de 312 pág.; El País)      (53; septiembre de 2017; no leído en Agullana)
Creo que Onetti es lo suficientemente conocido como para que se lea un libro suyo y este, escogido por El País, no tenía por qué ser una mala opción, pero no pasé de la cuarta parte. No me gustó su manera de contar una historia que, por mucho que avanzara, cada vez entendía menos.
En la contraportada aclaran que este libro está “escrito con una libertad tan rara, tan radical, que se parece mucho al flujo impremeditado de la imaginación, del capricho y del sueño…”. Lamento no saberlo apreciar.




“El viejo ya estaba podrido y me resultaba extraño que sólo yo le sintiera el agridulce, tenue olor; que ni la hija ni el yerno lo comentaran.”


sábado, 14 de octubre de 2017

Tirso de Molina: El vergonzoso en el palacio (**/***)

(285 pág.; La Biblioteca Digital)                                (52; agosto de 2017)

Obra teatral de enredos palaciegos en la que docena y media de personajes, entre los que se encuentra uno que se cree lo que no es; otros que son acusados de lo que no hicieron, por lo que se cambian de ropa con unos pastores; estos que cambiaron sus ropas son tomados por señores; hijas de las que están acordados sus matrimonios sueñan con desposarse con otros, alguno de ellos siendo un personaje ficticio inventado por otro personaje; y así, torciendo y retorciendo la historia hasta el desenlace a gusto del espectador o del lector.




“DUQUE:
De industria a esta espesura retirado
vengo de mis monteros, que siguiendo
un jabalí ligero, nos han dado
el lugar que pedís; aunque no entiendo
con qué intención, confuso y alterado.”


domingo, 8 de octubre de 2017

Antonio Muñoz Molina: Plenilunio (**/***)

(485 pág.; Alfaguara)                                    (51; agosto de 2017)
Este es un escritor que me gusta, a pesar de que solo había leído una de sus novelas y de eso ya hace siete años, por lo que repetirlo me apetecía. Probablemente haya visto la película que está basada en esta obra, pero dada mi memoria, es como si ni siquiera supiera de su existencia.
El inicio de la historia, un policía paseando por la ciudad buscando la mirada de un asesino se hace un poco lenta, pues aun no sabes de qué va y solo están los pensamientos y sensaciones de este hombre torturado por el asesinato de una menor, pero poco a poco, al entrar más personajes y ampliarse la historia esta se hace más interesante e intensa, pues el inspector estudió en esa ciudad y todavía sigue vivo un cura que le dio clase y que nos lleva a la vida de ambos unas decenas de años antes.
Además de este personaje, está la maestra de la niña asesinada, el forense, la esposa del inspector, y el propio pasado de este. Y la lluvia y la ciudad, que no dejan de estar presentes en los largos párrafos de la novela y que termina cautivando al lector. ¿Cuándo podré volver a leerle?




“De día y de noche iba por la ciudad buscando una mirada.”


sábado, 7 de octubre de 2017

Jo Nesbo: El murciélago (*/**)

(384 pág.; Reservoir Books)                                      (50; agosto de 2017)
Cuando Marisol y yo vimos Headhunters nos pareció tan buena que ella compró varios libros de él y me lo aconsejó. Ahora le llega el turno y elijo el primero de la serie de su policía: Harry Hole, noruego como se puede apreciar (primera rareza). En Australia ha sido asesinada una noruega y lo envían a él como refuerzo (parece ser que allí no resuelven los crímenes: segunda rareza). La historia, que el mes y medio que ha transcurrido desde que la leí, me ha quedado como enrevesada y aburrida no merece que me esmere más, pues estuve a punto de dejar su lectura en varias ocasiones y de ahí mi consejo de poco recomendable.
Cuando le di mi opinión a Marisol me dijo que a ella tampoco le gustaba, pero que como a muchos de sus conocidos les gusta por eso ha leído varios de él. ¡Acabáramos!




“Algo iba mal.”


domingo, 1 de octubre de 2017

Prosper Mérimée: Colomba (**/***)

(172 de 397 pág.; Le Livre de poche)                           (49; agosto de 2017)
Aunque este libro está en francés y tiene otros relatos más que el que figura en el título de esta entrada, lo consigo digitalizado en castellano y lo disfruto, pues su extensión lo acerca a una novela corta y la historia que cuenta se beneficia de ello.
La protagonista que da título al libro es la hermana de un oficial corso. Ya hace tiempo mataron a su padre y, desde entonces, él no ha vuelto a su pueblo. Su hermana, los allegados a su familia e, incluso, la familia que mató a su padre esperan que cuando vuelva cumpla con su obligación: matar al asesino. Y la hermana, a pesar del respeto que debe a su hermano mayor, hará lo imposible porque así sea.
Parece una historia insulsa: la obligación de tener que retar a alguien para vengar un hecho luctuoso, sobre todo si el que tiene que hacerlo cree que no es lo mejor para él y ni su familia. Pero está explicada con muy buen pulso, lleno de detalles que empujan al oficial a tener que enfrentarse a alguien y a algo que no desea, con una hermana que lo conduce, siempre de forma sumisa, hacia donde él no quiere ir. En resumen, una buena historia, contada con tensión creciente y mejor final.




En los primeros días del mes de octubre de 181.. , el coronel sir Thomas Nevil, irlandés, distinguido oficial del ejército británico, fue a alojarse con su hija al hotel Beauvau, en Marsella, de regreso de un viaje por Italia.”


sábado, 30 de septiembre de 2017

Joan Sales: El vent de la nit (**)

(240 pág.; Club Editor)                                  (48; agosto de 2017)
Cuando tengo un libro en papel no me parece mal buscarlo gratis en forma digital: el autor ya ha cobrado sus derechos y a mí me resulta más cómodo leerlo en ese formato. Así que cuando me regalaron el libro anterior lo busqué en catalán y así lo encontré. Lo que no sabía era que ese libro nació con menos de 400 páginas y llegó a tener 900, debido a la censura, en su momento, y a la propia editorial del autor. Ni tampoco sabía que el libro de esta entrada era la continuación (que también debía ser más larga) del anterior. En el prólogo que figura en la edición digital (que fue la décima de papel) su viuda da una explicación completa del porqué el libro debía salir con esta continuación, pero parece ser que la editorial se lo ha repensado y en la que me regalaron (décimo segunda) no incorpora este título. Sus derechos tendrán.
Después de esta digresión que dejé pendiente, he de confesar que creo que le hace un flaco favor a la historia anterior este largo final en el que el narrador lamenta estar vivo, echa en falta a los amigos que desaparecieron, habla con dios todo lo que no habla con los hombres y termina aburriendo a los que no necesitamos ese tipo de charla. Sí que es cierto que a través suyo y de otro personaje tan pesado como él, aunque de carácter totalmente contrario, se nos amplía algo la historia pasada, pero a mi parecer no tiene fuerza suficiente y el desarrollo del presente no tiene tanto interés. Me quedo con el final de Incerta glòria, aunque quede mucha historia por desvelar.




“Ho vaig saber per atzar, a causa de la meva relació amb un petit grup de monges catalanes que sobrevivien mig clandestinament tot esperant que les embarquessin cap a les Antilles; les enviaven ben lluny del país, les nostres pobres monges, a l’Amèrica, a l’Àfrica, a les Filipines.”


domingo, 24 de septiembre de 2017

Joan Sales: Incerta glòria (**/***)

(541 pág.; Club Editor)                       (47; agosto de 2017; en Suances)
Dijo Cain (el que no llevaba acento) que “el cartero siempre llama dos veces”, y con esta historia así me ha sucedido. Mi jefe fue a ver la película y me la recomendó porque reflejaba muy fielmente lo que sucedió al inicio de la Guerra Civil. Se lo agradecí, pero no hice nada por verla pues estoy cansado de esta guerra, de las mundiales, las actuales y sus efemérides (acaba de publicarse otro libro más sobre nuestra guerra: no debe ser difícil para un autor partir de ese marco y crear una historia, pero ¿añade algo más a todo lo dicho?). Volviendo a mi historia, el día de mi cumpleaños la familia P-B me regaló este libro y me hicieron conocedor de que su autor era el tío de un conocido nuestro. Además me lo regalaron en catalán y me va muy bien leer un libro en la que es mi segunda lengua materna (aunque la aprendí cuando llevaba muchos años destetado).
Con media docena de personajes principales y otra media de secundarios Sales construye una historia en el entorno del frente de Aragón en el inicio de la Guerra Civil. En el primer capítulo, a través de sus cartas un protagonista describe su situación y la de otros compañeros. En el segundo las cartas de su esposa nos ponen al corriente de la vida en común de esos amigos cuando eran universitarios pero, a mi parecer, es un sistema fallido que las cartas dirigidas a alguien relaten con tanto detalle lo que este dijo o hizo en compañía del autor de la carta con el propósito de que el lector se entere. El tercer capítulo es relatado por otro amigo de los dos anteriores y nos pone al corriente de hechos que no se han explicado o posteriores. Este personaje es el narrador de la continuación de esta novela y de la que ya hablaré.
A pesar de mi desinterés por ahondar en el tema no voy a negar que me ha gustado, pues como me dijo mi jefe, y por mis pocos conocimientos de los hechos que se relatan, refleja lo que sucedió. Esto en cuanto al marco en el que transcurre la historia; y en cuanto a esta, hay subhistorias muy interesantes y un par de personajes muy poderosos, de aquellos que apetece conocer su vida al completo. El final, que no lo fue realmente y ya explicaré porqué en el siguiente comentario, sorprende y es muy bueno.



“La meva salut es excel·lent, però estic carregat de romanços com una criatura malaltissa.”


sábado, 23 de septiembre de 2017

James Clavell: El rey de las ratas (***)

(448 pág.; Plaza & Janés)                  (46; agosto de 2017; en Suances)
He leído la mayoría de libros de este autor, algunos dos veces, y ya tenía ganas de repetir esta historia sobre la que hay una película, pero como en tantas ocasiones, no le hace ninguna justicia a la tensión dramática, por lo que no aconsejo su visión y sí su lectura, aunque es inencontrable en papel.
En un campo de prisioneros japonés en una isla del Pacífico se encuentran recluidos centenares de soldados americanos, británicos y australianos. Allí mandan los japoneses y no se avienen a cumplir con los convenios internacionales de los derechos de los prisioneros, pero no son los más poderosos del campo, sino que el rey del mismo es un simple cabo americano y así es como es conocido: King. El puede conseguir lo que ni el coronel japonés puede y vive mucho mejor que cualquiera que esté confinado en ese campo, incluidos los japoneses. Esta historia es una parábola sobre el poder con un final brillante e inesperado.




“Changi, en la punta este de la isla de Singapur, resplandecía bajó el cuenco de los cielos tropicales.”


domingo, 17 de septiembre de 2017

Borís Pasternak: Relatos (*/**)

(197 pág.; Alfaguara)  (45; agosto de 2017; en Bilbao)  (Premio Nobel 1958)
No pude encontrar en las librerías un libro de Pasternak ni en Amazon uno digital, así que me dediqué a algo que ya hace tiempo que no hago, el pirateo, y conseguí estos relatos que son bien extraños, pues aunque parecen independientes entre sí, luego leí que los escribió queriendo que fueran una unidad, aunque cambió los nombres a los protagonistas y, entre un relato y otro, también cambian algunos personajes. El poeta le pudo al autor y a mí me pudieron los dos con tremendo lío.
Los relatos que componen este volumen digital son: La infancia de Zhennia Liubers (Días largos, El desconocido), un relato sin título, La raya de Apeles y Vías aéreas.





Zhenia Liubers nació y se crió en Perm.”
La infancia de Zhennia Liubers


sábado, 16 de septiembre de 2017

Fernando Marías: Esta noche moriré (**/***)

(163 pág.; Alrevés)                            (44; agosto de 2017; en Huesca)
Me lo aconsejó Marisol e hizo muy bien, pues la frase que figura al pie de la portada es la inicial de la historia, como casi siempre, y no es falsa.
Un policía recibe una carta de un hombre que se suicidó dieciséis años atrás. En ella le explica cómo preparó su venganza contra él y se deleita detallándola, a pesar de que sabe que no la podrá disfrutar.
Si pasamos por alto alguna que otra cuestión organizativa o circunstancial difícil de prever, esta venganza descrita en la carta está muy bien hilvanada, por lo que el lector disfruta (tómese en un sentido restringido) de su lectura y de las dificultades que un plan trazado a tantos años vista pueda ser llevado a la práctica sin la presencia de su creador. El monólogo teatral basado en la novela es una vuelta de tuerca más a la historia y muy imaginativo. En resumen, lectura muy recomendable.




“Me suicidé hace dieciséis años.”


domingo, 10 de septiembre de 2017

Lewis Carroll: Alicia en el país de las maravillas, A través del espejo, La caza del Snark (**)

(391 pág.; Penguin Clásicos)                     (43; agosto de 2017; en Huesca)
Es casi imposible no haber oído nada de Carroll y menos de esta Alicia, pero como no lo había leído, y considero que es un clásico, se lo sugerí a Anna como mi regalo de cumpleaños y ella lo añadió al Cyrano. En esta edición no solo estaba la primera y segunda partes de la historia sino que, además, una especia de poema que Carroll escribió después de que se le ocurriera la frase final, es decir, construyó una historia para que finalizara con la frase que le vino a la cabeza en un paseo. El culmen de lo carrolliano.
Como no voy a explicar nada de la historia por su conocimiento general, diré que ya en los primeros capítulos de Alicia me pareció un tostón, que a pesar de leerlo a media mañana me entraba un sueño que no me lo provocan ni las píldoras que tomo para dormir, pero me empeñé en leerlo porque era corto. Luego seguí con el Snark y, como no me desagradó (aunque ya he dicho que todavía es más surrealista que las otras dos historias), seguí con A través del espejo. Creo que son dos historias para leerlas cuando se es adolescente o antes, incluso. He de resaltar su ingenio, su lógica ilógica o viceversa y la capacidad de improvisación del autor, pues fue una historia inventada mientras se iba explicando, y es por eso que la recomiendo a los jóvenes y a los no tan jóvenes si tienen curiosidad por lo que ha llegado hasta nuestros días con tanta fama, después de más de un siglo de haber sido escrito.
Y, con todo respeto, quiero resaltar que al final del libro hay un comentario de la obra de una afamada ensayista literaria, además de frases de otros críticos que ella trae a colación, que me han dejado más perplejo que el hecho de que una niña caiga por un agujero y se encuentre con ese increíble universo: se habla de la búsqueda del yo y el análisis freudiano, de que la historia trata sobre el falo (¿?), de brutalidad encubierta, de canibalismo, de crueldad desenfadada… No sé si tengo que volver a leer estos libros o ¡hacer que los vuelvan a leer estos sesudos críticos!




“Alicia empezaba ya a cansarse de estar sentada con su hermana a la orilla del río, sin tener nada que hacer: había echado un par de ojeadas al libro que su hermana estaba leyendo, pero no tenía dibujos ni diálogos.”