domingo, 24 de noviembre de 2019

Peter Handke: La tarde de un escritor (*/**)


(125 pág.; Alfaguara)   (58; noviembre de 2019)  (Premio Nobel 2018-2019)
Cuando se dieron a conocer los nombres de los ganadores del Premio Nobel de Literatura del pasado año y el de este, hecho que se da por primera vez, comprobé que de este autor ya teníamos un libro: lo había comprado Marisol en 1995 y parecía no haber sido leído, además de que no recordaba nada de él. De aquí a un cuarto de siglo, viva o no, yo tampoco recordaré nada de esta lectura y el motivo es el mismo que el que dije de Modiano, otro ganador del Premio Nobel: lo que explican no me llega.
Curiosamente, al igual que dicen que Modiano escribe lo mismo desde siempre, Handke escribe principalmente sobre la soledad del indivíduo y, en mi caso, el resultado ha sido el mismo, es decir, los he leído y no me han gustado, aparte de que me han aburrido.
El título es el resumen perfecto de la novela: un escritor que ha dedicado la mañana a escribir decide salir a pasear por el pueblo e ir a comer al otro extremo del mismo y mientras pasea va relatando lo que ve. Seguro que es más profundo que eso, pero eso es lo que he recibido yo. No está hecha la miel para la boca del asno.







“Desde que una vez vivió convencido, durante casi un año, de que había perdido el habla, cada frase que el escritor anotaba, y con la que incluso experimentaba el arranque de una posible continuación, se había convertido en un acontecimiento.”




domingo, 17 de noviembre de 2019

Giovanni Papini: Palabras y sangre (***)


(201 pág.; Apolo)                               (57; noviembre de 2019)
De Papini había leído cuando era joven de verdad, digamos que en la veintena o un poco antes, Gog y aunque ahora solo tengo el recuerdo de que no entendí mucho de por dónde iban los tiros si sé que me había gustado, así que cuando vi en la calle este libro me alegré pues era una manera de volver a leer a este autor. Es una edición del año treinta y ocho de la editorial barcelonesa Apolo, de la que no había oído nada, lo que le añade un cierto sabor.
El libro es una sucesión de relatos con un estilo entre Kafka y Poe, es decir, con el surrealismo o la ilógica y con toda la intriga o posible terror que hay en los relatos del segundo. Voy a poner algunos ejemplos al azar de qué tratan las historias: dos personajes se intercambian las almas, un asesino harto de burlar a la justicia se condena a sí mismo, un personaje se suicida “sin ninguna razón”, o un pintor es capaz de pintar el rostro que tendrán sus modelos en el futuro. Este resumen no les hace ninguna justicia pues los relatos están muy bien tramados y mejor narrados. Es mucho mejor leerlos.






“Cuando bajaba de su habitación, que apestaba al olor de veinte pipas, Sieroska no sabía que iba al encuentro de la muerte.”
Sin ninguna razón




sábado, 16 de noviembre de 2019

Javier Marías: Berta Isla (***)


(544 pág.; Alfaguara)                        (56; noviembre de 2019)
A Marisol le faltó tiempo para comprar este libro, aún goteaba la tinta y ella ya tenía el archivo a punto y, como es obvio, me lo recomendó. Aunque yo he tardado lo mío (el orden es el orden) queda claro que me ha gustado y que es un autor de los que más he leído con mayor satisfacción.
Aunque hay un narrador omnisciente en algunos capítulos, la titular de la novela nos regala esas más de quinientas páginas explicándonos que conoció a un muchacho, medio español medio inglés, de cual se enamoró y que, con el tiempo, se casaron. Como se dice en el primer párrafo ella no está segura de quién es su marido, pues ya desde jóvenes vivieron medio separados debido a que los estudios superiores de él fueron en Inglaterra y de casados su trabajo también fue a caballo entre la isla y la península.
Mis opiniones: esta es una novela de intriga que tarda en enganchar al lector (o por lo menos a mí) pero que, cuando lo hace, no se desea dejar; la última que leí de él hace ya cuatro años, Así empieza lo malo, creo que capta antes la atención y me gustó más, pero ello no hace que esta no sea muy buena; Marías aprovecha para despachar sus opiniones, principalmente, sobre la moral del Estado en el uso de las personas a su servicio; en cierta manera esta novela es las Cinco horas con Mario de este siglo. En resumen: léela y saca tus propias conclusiones, creo que vale la pena.







“Durante un tiempo no estuvo segura de si su marido era su marido, de manera parecida a como no se sabe, en la duermevela, si se está pensando o soñando, si uno aún conduce su mente o la ha extraviado por agotamiento.”





domingo, 10 de noviembre de 2019

Francis Crick: Qué loco propósito (**)


(209 pág.;Tusquets)  (55;octubre de 2019;Premio Nobel de Medicina 1962)
Ininteligible. Yo sé que mis conocimientos en química, biología, e incluso física, no son elevados, pero ello no me ha impedido leer algún que otro libro de divulgación y, si no llegar a comprenderlo del todo, sí extraer alguna idea. Es más, la mayoría son entretenidos, por la cuenta que les trae, sobre todo. Este no. Hasta que no llegué a los apéndices apenas si pude entresacar algo más allá de la diferencia entre una espiral y una hélice; que si vas a mirar, no es mucho en casi doscientas páginas.
Nadie esperará que, después del párrafo anterior, haga un sucinto resumen del contenido del libro, el cual, por otra parte, ya será conocido por todo aquél que sepa algo de la estructura del ADN (una doble hélice, no una espiral, claro). En la contraportada se indica que este libro, que fue escrito veinte años después del de Watson, el otro descubridor de dicha estructura, tuvo una enorme repercusión y fue un gran éxito. Me deja atónito, y me alegro por Crick, pero ya me gustaría a mí saber cuánta gente “de a pie” lo leyó completo y cuánta lo entendió. ¡Qué loco propósito!






“El objetivo principal de este libro es dar a conocer algunas de mis vivencias anteriores y simultáneas al período clásico de la biología molecular, que abarca desde el descubrimiento de la doble hélice del DNA en 1953, hasta 1966, en que el código genético —el diccionario que traduce el lenguaje de los ácidos nucleicos al lenguaje de las proteínas— fue finalmente elucidado.”




sábado, 9 de noviembre de 2019

William P. McGivern: La gran onada calenta (***)


(190 pág.; Edicions 62)                                  (54; octubre de 2019)
Marisol tiene muchos libros de novela negra en catalán y yo los escojo pues, a la vez que aprendo, me deleito con verdaderas historias noir, que nada tienen que ver con las detectivescas, policiacas o de crímenes, aunque se nutran de todo lo anterior, pero añadiendo situaciones sociales y un estilo propios que no aparecen en las anteriores.
En este caso se trata de un policía encargado de hacer el informe del suicidio, aparentemente claro, de un compañero, pero hay algo que le desconcierta y, a pesar de que es apartado de la investigación, quiere aclarar las cuestiones que quedan en entredicho. Su empecinamiento acarreará daños que él no podía prever.
Parece increíble que una editorial como La cua de palla, con muchos años y libros a sus espaldas describa en la contraportada un hecho de singular importancia en la novela, lo que representa una falta de respeto al autor y al lector, que ya parte sabiendo algo que ocurrirá y que le quita intensidad a la historia. Lamentable.





“Eren les vuit en punt del vespre quan va sonar el telèfon.”




sábado, 2 de noviembre de 2019

Andrés Trapiello: Solo hechos (***)


(453 pág.; Pre-Textos)                                   (53; octubre de 2019)
Hace más de un año que regalé este libro a Marisol y como ella no lo ha leído lo he estrenado yo. No conocía de nada al autor y la contraportada habla de un “salón de pasos perdidos” que me dejó como los pasos; no obstante, la portada me gustaba, pues no en vano también coleccioné capicúas.
Al principio de la lectura no entendía muy bien por dónde iba la historia, pero alguna decena de páginas más allá comprendí que era una especie de diario que escribió en 2006 y que publicó en 2016, cuando sus comentarios sobre las personas a las que distingue con sus iniciales ya no les pudiera perjudicar, a pesar de que tampoco es que sean maledicentes. Este es su vigésimo libro de este estilo, pues tiene otros que nada tienen que ver con sus diarios. Sorprendente.
Porque considero que no es un libro para tres estrellas quiero explicar el porqué de mi opinión: ni cuando era niño o adolescente me influyó un personaje de ficción como para hacerme creer que podría volar o hacer cosas casi sobrehumanas, es decir, tenía bien claras mis limitaciones y no soñaba con esa posibilidad. No obstante, siempre he sentido una cierta debilidad por las biografías pues como, normalmente, son de gente interesante y han conocido, a su vez, a más gente interesante, eso sí me habría gustado poder hacer a mí. Es decir, estar en reuniones en las que personas con ideas las plantean a otras que también las tienen. Eso es mejor que volar, pero como toco de pies a tierra, me pregunto ¿qué mérito tengo yo para estar con gente de tanto mérito? La lectura de este libro me acerca a ese tipo de personas con las que me gustaría haber estado.







““El que no sienta ansias de llegar a más, llegará a no ser nada”, decía Unamuno, y yo me lo repito sentado bajo una encina, pensando en estos libros.”