sábado, 26 de octubre de 2019

John K. Toole: La conjura de los necios (***)


(365 pág.; Anagrama)                                   (52; octubre de 2019)
¿Cuánto hará que leí este libro por primera vez: quince, veinte años? Lo había visto muchos años antes en las librerías, pero el título y la portada no hacían que me interesara en absoluto, aunque me llamaba la atención el segundo nombre del autor. Un día, que no recuerdo cuándo, me atreví con él y ahora que voy releyendo libros que he leído hace mucho he vuelto a él y, para que el que lea esto encuentre un sentido al título, a continuación la frase de donde proviene:
“Cuando en el mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo: todos los necios se conjuran contra él.”   Johnathan Swift
El “genio” es el sujeto de la portada: treintañero que vive en casa de su madre y a costa de su madre, es decir, que no da golpe, a pesar de que se sacó una carrera, pero cualquier cosa que no sea perder el tiempo a su gusto le produce malestar y dolores insoportables. Las circunstancias se tuercen y su madre le obliga a buscar trabajo: ahí empieza la pesadilla para todo aquel que se cruce en su camino. Y, según él, es un genio al que nadie comprende. En la novela aparecen unos personajes increíbles que llevan la historia a límites inimaginables con un final trepidante.
Por si mi sucinto párrafo no convence lo suficiente añadiré que Toole se suicidó porque no le aceptaban el manuscrito en ninguna editorial y su madre, mujer de hacer faenas, consiguió convencer al autor del prólogo y al año siguiente ganó el Pulitzer. No debía ser tan necio.






“Una gorra de cazador verde apretaba la cima de una cabeza que era como un globo carnoso.”



domingo, 20 de octubre de 2019

Alexander McCall Smith: La primera detective de Botsuana (**)


(251 pág.; Urano)                              (51; octubre de 2019)
Creía que de esta estantería no saldría ningún nuevo autor, pues están los volúmenes de McCullough (800 páginas de media) ocupándolo casi todo, pero un poco antes estaba este librito y a él le he dedicado un entretenido tiempo.
La detective protagonista es una enorme negra, toda corazón y sentimiento, que aplicando una lógica casera va resolviendo los casos que se le presentan en esa primera agencia de detectives en Botsuana. A pesar de las pocas páginas y del pequeño tamaño del libro, se nos va informando de las características de la vida allí y en los países colindantes, lo que no deja de ser instructivo a la par que ameno.






“Mma Ramotswe era propietaria de una agencia de detectives en Africa, al pie del monte Kgale.”



sábado, 19 de octubre de 2019

Amado Nervo: Obras Completas (**/***)


(372 pág.; Aguilar)                             (50; septiembre de 2019)
Este fue el último libro que leí en septiembre, pero hasta ahora no he podido dedicarle cinco minutos: ¡cuanto más corro más lento voy!
En sus primeras cuatrocientas páginas, por lo menos en el libro que yo tengo, hay un error de impresión, pues se han repetido treinta y dos páginas faltando las que deberían ir en ese lugar, pero como son artículos que él enviaba al Departamento de Cultura de México no hay problema en seguir leyendo.
Estas páginas iniciales del segundo tomo de sus obras completas se dedican a la lengua y la literatura y entre otros muchos temas habla del movimiento intelectual de Madrid al final del XIX o principios del XX; compara los castellanos de España, México y Sudamérica; habla de la instrucción tanto en España como en Francia, Inglaterra o Alemania, haciendo hincapié en las lenguas que se estudian y las horas que se dedican a ellas en cada uno de los países, así como las horas al latín o el griego. Es muy interesante leer sus opiniones al respecto o las estadísticas que presenta, pues se aprecia cómo se veía la lengua y su problemática hace más de cien años y cómo ha devenido esta a través de tiempo hasta nuestros días.
También le dedican más de cien páginas a la crítica literaria en la que se hablan de muchos autores hispanos, obviamente, pero también de otros países, todo ello con un cuidado exquisito para no herir susceptibilidades innecesariamente y encontrando siempre los suficientes adjetivos para salir airoso de cualquier comentario sobre un autor o su obra. Aunque su lectura es lenta no deja de ser muy gratificante.






“Este del nombre que es una piedra preciosa–decía yo en una de las notas impresionistas de mi Exodo–es alto, robusto, inexpresivo; ojos obscuros, pequeños y vivos; nariz ancha, de alas sensualmente abiertas; barba y cabellos ligeramente rizados; manos de marqués; parsimonioso y zurdo continente; hablar pausado y un sí es no tartamudeante, pero siempre ático y fino.”
Rubén Darío