domingo, 29 de septiembre de 2019

David Lodge: Intercambios (**/***)

(299 pág.; Anagrama)                                   (49; septiembre de 2019)
Las veces que he visto la portada de este libro (con los libros que llegamos a comprar no paro de tener que moverlos en las estanterías) siempre me ha parecido interesante, pues la mirada del observador hacia el otro avión creo que resume las sensaciones que se pueden tener cuando una persona intercambia su trabajo con otro y ello implica poner una distancia de miles de kilómetros, además de que se puede pensar que, posiblemente, en ese otro avión vaya esa persona a la que no conoces y que ocupará el espacio que tú ocupabas, con todos los riesgos que puede entrañar tanto para uno como para otro.
Obviamente, acabo de resumir la historia de la novela, pero aún hay más pues, aunque ambos son profesores de literatura inglesa en una universidad, sus caracteres y lugares de procedencia son muy diferentes y ahí es donde Lodge mete el bisturí y, elegantemente, deja al descubierto las sociedades, universidades y forma de ser de las personas. Aunque quizá hay algún momento que la narración decaiga en un par de hojas vuelves a coger el interés porque las situaciones van haciéndose más y más complicadas. Me alegro de haber disfrutado del contenido y no solo de trasegarlo.




“En el cielo, muy por encima del Polo Norte, el primer día de 1969 dos profesores de literatura inglesa se aproximaban el uno al otro a una velocidad combinada de casi dos mil kilómetros por hora.”


sábado, 28 de septiembre de 2019

Alejandro Dumas (padre): Los tres mosqueteros (***)


(784 pág.; Penguin Clásicos)       (48; septiembre de 2019; en Playa de Aro)
A pesar de lo mucho que me gustó El conde de Montecristo cuando lo leí a los catorce, no había leído nada más de Dumas, a pesar de la fama que tienen él y sus novelas, sobre todo la de la que hoy hablo. Casi es imposible no saber nada de esta historia, pues yo he visto dos películas, y deben haber muchas más, y si no, seguro que se sabe el color y lo famélico que era el caballo en el que llega D’Artagnan a París o los nombres de los mosqueteros. En cualquier caso es una lectura muy recomendable, pues es muy entretenida, explicada con un tono guasón, muy diferente del que yo recuerdo la otra novela y, a pesar de que en algún momento parezca decaer, al siguiente capítulo ya ha enlazado una nueva aventura que hace revivir la historia y las ganas de seguir leyendo.
Ya he mencionado aspectos del caballo de D’Artagnan y el nombre de su amo, ahora vamos por los de los que serán sus inseparables compañeros: Athos, Porthos y Aramis. Por si no se conoce, no mencionaré las circunstancias por las que los encuentra, pues tienen su gracia, pero una vez juntos a los cuatro les sucederán una serie de aventuras de capa, espada y amores que harán que el tiempo que se invierta leyéndolas pase entretenido y rápidamente. La historia continua en Veinte años después, pero no tardaré ni la décima parte de ese tiempo en leerla y seguir disfrutando de la pluma de Dumas.






“El primer lunes de abril de 1625, la villa de Meung, donde vio la primera luz el autor del Romance de la rosa, ofrecía un aspecto tal de revuelta, que parecía que los hugonotes se hubiesen presentado ante ella para repetir los sucesos de La Rochelle.”




sábado, 21 de septiembre de 2019

José L. Martín Vigil: Sexta galería (**)


(357 pág.; Juventud)                          (47; septiembre de 2019)
Ya he comentado alguna vez las coincidencias que se dan en mis lecturas, pese a que los libros tienen una procedencia muy diversa: no hace mucho hubo varios seguidos de historia (uno regalado, otro de los que tenemos en casa y el último uno nuevo). Ahora dos seguidos sobre jóvenes y ambos del tiempo de la dictadura, con unos diez años de distancia entre ambos (el anterior me lo encontré en la calle y el presente salió de nuestras estanterías porque tocaba esa en concreto). Este segundo mejor que el anterior, panegírico sobre los mineros, donde la gente es buena per se, y la religión católica aún mejor. Pero es disculpable, pues el autor perteneció a la Compañía de Jesús aunque terminó abandonándola y dejando el sacerdocio y, sobre todo, porque es capaz de reconocer que no es el catolicismo la única posibilidad de salvación, lo que no deja de ser un paso adelante al principio de los sesenta.
Media docena de jóvenes adolescentes, impulsados por un cura que les da clase, deciden pasar un verano trabajando en una mina de Asturias para comprender cómo vive otra gente y tener una mayor perspectiva que no sea únicamente la de sus acomodadas familias. La entrada en la mina les asusta a todos, no solo por la profundidad y angostura en la que hay que trabajar, sino por las bromas de los avezados mineros que los tratan de señoritos, pero ellos no se arredran y trabajan con denuedo; pero el destino les deparará una mayor prueba que les cambiará la vida.







“Nerio paró el martillo y se pasó el dorso de la mano por los ojos renegridos.”


domingo, 15 de septiembre de 2019

Torcuato Luca de Tena: Edad prohibida (*/**)


(389 pág.; Planeta)                            (46; septiembre de 2019)
Me encontré este libro en la calle y lo recogí porque no había leído nada de este autor y recordaba que, cuando era adolescente, tenía su fama. Y creo poder demostrarlo: el volumen que me he encontrado es la cuadragésimo quinta edición y solo hacía doce años que se había publicado (dentro tiene un calendario de bolsillo de 1970: adolescente total). Habría que ver cuántos se venden ahora.
La acción transcurre en San Sebastián durante la guerra civil española. El narrador es un muchacho que se ha quedado sin padre y cuya madre lo ha enviado a casa de sus tíos desde Madrid. Conoce a unos chavales y se hace amigo de ellos, aunque siempre con el temor de no estar a su altura y de no atreverse a hacer todo lo que hacen. Con las chicas le sucede lo mismo. La historia va desgranando los años del colegio, pero salta a la universidad en un capítulo y a la vida adulta en otro, aunque va teniendo recuerdos del pasado. Y ya está. ¡Ah! y hay un cura bueno como no hay dos.
Voy a dar el significado del título del libro: uno de los chicos se queja de la edad por la que están pasando, la adolescencia, y dice que debería estar prohibida, pues ya no eres un niño, pero tampoco un adulto.






“El lápiz carbón de gruesa punta redondeada, quieto hacía unos instantes, corría ahora de un extremo al otro del grueso papel, sin rozarlo apenas en unos puntos, hiriéndolo en otros, como si tuviera vida propia.”



sábado, 14 de septiembre de 2019

Orhan Pamuk: El museo de la Inocencia (**/***)


(645 pág.; Debolsillo)        (45; agosto de 2019)        (Premio Nobel 2006)
Le digo a Marisol que Pamuk escribe para ella, pues aunque no los ha leído todos, no le deben faltar muchos y, nada más se entera de que ha publicado un nuevo libro ya lo tenemos en el lector y, como es el caso, en la estantería. Yo soy como la tortuga de aquel héroe griego: voy más lento y a mi ritmo y, más tarde que temprano, van cayendo. Este es uno de los autores actuales que más me gustan… a pesar de que es muy especial y hay que tener paciencia, pues él también va a su ritmo y no le gusta concretar y por ello se alcanza fácilmente el medio millar de páginas en cualquiera de sus libros.
Y alguna podría ahorrarse, como en esta ocasión. La historia me ha gustado, pues sabe contarla rodeándose de su pasado o del de Estambul, lo que la hace, además de amena, instructiva. Pero en esta novela hay, a mi parecer, mucha repetición de cosas ya contadas y, aunque pueda irle bien al personaje que lo relata, estoy seguro que más de un lector no podrá con ella.
El narrador tiene treinta años cuando se encuentra a una muchacha de dieciocho y se hacen amantes. Ellos son parientes lejanos, pero de distintas clases sociales: ella es dependienta de una boutique y él es hijo de una de las familias más adineradas de Estambul. A pesar de que él se promete a una joven de su misma clase no deja de ver a su amante, lo que le empieza a causar problemas ante el futuro que se le echa encima.
Una brillante radiografía de su ciudad favorita durante los años setenta, de la sociedad turca que empezaba a abrirse a Europa, del cine turco al cual se le dedica buena parte de la novela y de la historia más rocambolesca que uno se pueda imaginar para crear un museo: solo alguien que se puede recrear en el pasado como él lo hace puede ser capaz de llevarlo al futuro. Saber de qué hablo te va a llevar unas cuantas horas, pero es Pamuk y vale la pena pasarlas en su compañía. (Cuando busqué la primera frase del libro para anotarla al pie de la portada leí toda la página y me dieron ganas de seguir: algo tiene que encandila).






“Fue el momento más feliz de mi vida y no lo sabía.”




sábado, 7 de septiembre de 2019

Miguel Delibes: Cinco horas con Mario (**)


(296 pág.; Orbis)                                (44; agosto de 2019)
Tengo a Delibes como un gran escritor, pero yo creo que no he enganchado un libro lo suficientemente bueno como para disfrutarlo como lo imagino. Este me lo encontré y me alegré ya que no he visto la obra de teatro y, en este momento, aunque no me llama la atención, me gustaría verla para saber cómo han tratado esta historia.
La protagonista pasa cinco horas con Mario, su difunto marido, hablando sobre su vida en común; sus deseos, anhelos, querencias y conquistas; qué piensa ella de la gente, de lo que piensan, de lo que hacen y, sobre todo, lo que Mario pensaba, hacía y dejaba de hacer. Cinco horas sin parar de hablar, con todos los dejes de una mujer de mediana edad en los años sesenta en España (con lo que ello conlleva), pero que aprovecha que nadie le llevará la contraria y se despacha a gusto.
¿Por qué no me ha convencido? Porque se repite hasta la saciedad, porque esa cháchara es inaguantable y, aunque ello pueda ser el objetivo del autor, es decir, mostrar una mujer anónima de las que los de mi edad han conocido alguna, el libro cuesta de digerir. Por eso quizá vaya a ver la obra de teatro y comprobar si la han expurgado lo suficiente, pues no creo que dure cinco horas, y la mujer ya no sea como la que aparece en el libro. Mi recomendación es que se empiece a leer y ver hasta donde se llega en este recorrido por la España de los años sesenta.






“Después de cerrar la puerta, tras la última visita, Carmen recuesta levemente la nuca en la pared hasta notar el contacto frío de su superficie y parpadea varias veces como deslumbrada.”




domingo, 1 de septiembre de 2019

Hilary Mantel: Una reina en el estrado (**/***)


(496 pág.; Destino)                            (43; agosto de 2019)
Estaba en Lanzarote cuando acabé León el Africano y tenía previsto leer a continuación este libro del que solo sabía que Marisol lo había comprado en Amazon, y nada más empezarlo me doy cuenta que va sobre la vida de Ana Bolena y no pude, pues de junio a esta parte ya había leído cinco de carácter histórico, de ahí que Dostoyevski sirviera para cambiar de tercio.
Una vez acabado el anterior ataqué este y lo hubiera dejado casi al principio, ya que usaba frases muy cortas que no me gustaban y designaba con “él” a un personaje que no sabía muy bien si era Enrique VIII o su secretario, resultando ser este último. Como seguí leyendo he de decir que está muy bien narrado, que el secretario es Thomas Cromwell y es un personaje estupendo, y es muy interesante la forma de explicar la historia describiendo el ambiente, las intrigas y motivaciones, los deseos y las circunstancias de ese momento histórico. Realmente interesante.
Por si no hubiera quedado del todo claro, Enrique VIII se ha divorciado de Catalina de Aragón y se ha tenido que convertir en el cabeza de la iglesia para poder casarse con Ana Bolena. Toda la familia de esta ocupa puestos importantes alrededor el rey, pero este desea un heredero que no llega, por lo que empieza a pensar en sustituir a Ana. Y aquí comienzan las tensiones entre el rey, los Bolena, la familia de la elegida, Catalina que quiere a su hija como heredera, los reyes de Francia y España y el Papa y, en medio de todos ellos, Cromwell teniendo que contentar y contener a unos y a otros.





“Sus hijas caen del cielo.”