sábado, 28 de diciembre de 2019

Colleen McCullough: El caballo de César (***)


(926 pág.; Ediciones B)                                  (61; diciembre de 2019)
Sexta entrega de esta saga de la vida de César, y aunque aún queda una más, ya se puede ver por la portada que han llegado los idus de marzo. Esta autora, que encandila con la historia de Roma, en cuanto narra la relación entre César y Cleopatra se hace ñoña y pesada y, tengo entendido, que así resulta en las otras narraciones del mismo tenor, que incluso son más conocidas que esta. A pesar de las miles de páginas leídas sobre esta época me sigue apeteciendo leer más sobre ella y puedo entender a Marisol, que siempre va por delante de mí, que le gustara tanto leer estos libros.
En este volumen César ya es dictador y de ahí que haya el encargado del caballo del dictador, que no es otro que su suplente y, oficiosamente, su heredero, que es Marco Antonio. Pero durante la larga campaña que César ha dedicado a conquistar y pacificar Africa, aquel ha actuado de manera muy poco sensata por lo que, a la vuelta de César a Roma, este se plantea si su elección no debería recaer sobre Octavio, a pesar de que este no es más que un adolescente amanerado. Novecientas páginas de intriga política y lucha por el poder con decenas de personajes buscando su mejor posición o perder lo menos posible. No importa que sucediera hace más de dos mil años, sigue siendo muy apasionante.





“–Sabía que tenía razón: un terremoto muy ligero –dijo César mientras dejaba el fajo de papeles en su mesa.”




domingo, 22 de diciembre de 2019

Edgar Martín: Música clásica (***)


(123 pág.; Conocimiento y saber)                             (60; diciembre de 2019)
Hace ya once meses que Hevila y Lorenzo me regalaron este libro dedicado por su autor y no ha sido por pereza por lo que no lo he acabado antes, sino todo lo contrario: Hevila me dijo que no lo leyera de un tirón sino que fuera escuchando las obras que el autor recomienda. Y así lo he hecho y fue un gran consejo: aunque ya había oído la mayoría de piezas, pues en mi juventud podía estudiar y escuchar música y, además, anotaba cada obra que escuchaba y todavía guardo el bloc, por lo que me he reencontrado con todos estos autores que hacía años no oía.
Sobre todo ha sido con Beethoven y sus nueve sinfonías: las escuché entre julio y agosto y me di cuenta de lo mucho que me gustan todos sus segundos movimientos, aparte del allegretto de la séptima que no necesita presentación, resaltaría el de la sexta y el de la quinta, que aunque de esta última todo el mundo conoce sus primeras notas, personalmente me quedo, como ya he dicho, con su segundo movimiento.
Hablando del maestro Martín, autor del libro y de este mismo, quiero añadir que las explicaciones que da son sencillas, simpáticas y amenas y, aunque alguien con más conocimientos pueda parecerle que podría haber información más sustancial, el subtítulo ya aclara que este libro no puede ser una sesuda enciclopedia, así que adueñándome del consejo de Hevila yo propongo encarecidamente su lectura y, sobre todo, la escucha de cada recomendación sin avanzar más allá de los compases que ya se hayan oído.





“Estimado y curioso lector, ante usted tiene un libro que le va a abrir las puertas a ese mundo extraño y desconocido al que mucha gente, incluso quizá usted mismo, ha tenido miedo en algún momento de su vida: la “Música Clásica”.




sábado, 7 de diciembre de 2019

Ignacio Martínez de Pisón: El día de mañana (***)


(384 pág.; Seix Barral)                                  (59; noviembre de 2019)
Entretenido libro que me aconsejó Marisol, y otro más que también leyó del mismo autor, que tiene la gran virtud de desarrollar la historia en Barcelona en los años setenta, es decir, que recrea mi juventud y yo me recreo recordando aquellos años en los que no hice nada de lo que hacen los personajes, pero sé que eso sucedía y que es como volver la mirada atrás sin dolor ni resentimiento alguno. Parece ser que existe una serie que ya había visto, pero sólo recordaba un hecho de la trama, por lo que volví a disfrutarla.
Unos ocho personajes nos van relatando la historia de la vida de uno de ellos, el cual no es narrador en ningún momento, y las relaciones que tuvo con ellos y sus vicisitudes. El abanico es amplio, pues incluye estudiantes, mujeres de casa, dueños de tiendas, policías, los que son perseguidos por estos y, sobre todo, los sucesos más importantes que hubo en los años setenta en Barcelona que se imbrican con las historias particulares de los personajes. Quizá alguien que no lo haya vivido no lo disfrutará como lo hemos podido hacer Marisol y yo pero, en cualquier caso, la narración tiene intriga y su desarrollo entretiene lo suficiente como para darle su oportunidad.





“Sí, éramos medio parientes, dice Martín Tello.”




domingo, 24 de noviembre de 2019

Peter Handke: La tarde de un escritor (*/**)


(125 pág.; Alfaguara)   (58; noviembre de 2019)  (Premio Nobel 2018-2019)
Cuando se dieron a conocer los nombres de los ganadores del Premio Nobel de Literatura del pasado año y el de este, hecho que se da por primera vez, comprobé que de este autor ya teníamos un libro: lo había comprado Marisol en 1995 y parecía no haber sido leído, además de que no recordaba nada de él. De aquí a un cuarto de siglo, viva o no, yo tampoco recordaré nada de esta lectura y el motivo es el mismo que el que dije de Modiano, otro ganador del Premio Nobel: lo que explican no me llega.
Curiosamente, al igual que dicen que Modiano escribe lo mismo desde siempre, Handke escribe principalmente sobre la soledad del indivíduo y, en mi caso, el resultado ha sido el mismo, es decir, los he leído y no me han gustado, aparte de que me han aburrido.
El título es el resumen perfecto de la novela: un escritor que ha dedicado la mañana a escribir decide salir a pasear por el pueblo e ir a comer al otro extremo del mismo y mientras pasea va relatando lo que ve. Seguro que es más profundo que eso, pero eso es lo que he recibido yo. No está hecha la miel para la boca del asno.







“Desde que una vez vivió convencido, durante casi un año, de que había perdido el habla, cada frase que el escritor anotaba, y con la que incluso experimentaba el arranque de una posible continuación, se había convertido en un acontecimiento.”




domingo, 17 de noviembre de 2019

Giovanni Papini: Palabras y sangre (***)


(201 pág.; Apolo)                               (57; noviembre de 2019)
De Papini había leído cuando era joven de verdad, digamos que en la veintena o un poco antes, Gog y aunque ahora solo tengo el recuerdo de que no entendí mucho de por dónde iban los tiros si sé que me había gustado, así que cuando vi en la calle este libro me alegré pues era una manera de volver a leer a este autor. Es una edición del año treinta y ocho de la editorial barcelonesa Apolo, de la que no había oído nada, lo que le añade un cierto sabor.
El libro es una sucesión de relatos con un estilo entre Kafka y Poe, es decir, con el surrealismo o la ilógica y con toda la intriga o posible terror que hay en los relatos del segundo. Voy a poner algunos ejemplos al azar de qué tratan las historias: dos personajes se intercambian las almas, un asesino harto de burlar a la justicia se condena a sí mismo, un personaje se suicida “sin ninguna razón”, o un pintor es capaz de pintar el rostro que tendrán sus modelos en el futuro. Este resumen no les hace ninguna justicia pues los relatos están muy bien tramados y mejor narrados. Es mucho mejor leerlos.






“Cuando bajaba de su habitación, que apestaba al olor de veinte pipas, Sieroska no sabía que iba al encuentro de la muerte.”
Sin ninguna razón




sábado, 16 de noviembre de 2019

Javier Marías: Berta Isla (***)


(544 pág.; Alfaguara)                        (56; noviembre de 2019)
A Marisol le faltó tiempo para comprar este libro, aún goteaba la tinta y ella ya tenía el archivo a punto y, como es obvio, me lo recomendó. Aunque yo he tardado lo mío (el orden es el orden) queda claro que me ha gustado y que es un autor de los que más he leído con mayor satisfacción.
Aunque hay un narrador omnisciente en algunos capítulos, la titular de la novela nos regala esas más de quinientas páginas explicándonos que conoció a un muchacho, medio español medio inglés, de cual se enamoró y que, con el tiempo, se casaron. Como se dice en el primer párrafo ella no está segura de quién es su marido, pues ya desde jóvenes vivieron medio separados debido a que los estudios superiores de él fueron en Inglaterra y de casados su trabajo también fue a caballo entre la isla y la península.
Mis opiniones: esta es una novela de intriga que tarda en enganchar al lector (o por lo menos a mí) pero que, cuando lo hace, no se desea dejar; la última que leí de él hace ya cuatro años, Así empieza lo malo, creo que capta antes la atención y me gustó más, pero ello no hace que esta no sea muy buena; Marías aprovecha para despachar sus opiniones, principalmente, sobre la moral del Estado en el uso de las personas a su servicio; en cierta manera esta novela es las Cinco horas con Mario de este siglo. En resumen: léela y saca tus propias conclusiones, creo que vale la pena.







“Durante un tiempo no estuvo segura de si su marido era su marido, de manera parecida a como no se sabe, en la duermevela, si se está pensando o soñando, si uno aún conduce su mente o la ha extraviado por agotamiento.”





domingo, 10 de noviembre de 2019

Francis Crick: Qué loco propósito (**)


(209 pág.;Tusquets)  (55;octubre de 2019;Premio Nobel de Medicina 1962)
Ininteligible. Yo sé que mis conocimientos en química, biología, e incluso física, no son elevados, pero ello no me ha impedido leer algún que otro libro de divulgación y, si no llegar a comprenderlo del todo, sí extraer alguna idea. Es más, la mayoría son entretenidos, por la cuenta que les trae, sobre todo. Este no. Hasta que no llegué a los apéndices apenas si pude entresacar algo más allá de la diferencia entre una espiral y una hélice; que si vas a mirar, no es mucho en casi doscientas páginas.
Nadie esperará que, después del párrafo anterior, haga un sucinto resumen del contenido del libro, el cual, por otra parte, ya será conocido por todo aquél que sepa algo de la estructura del ADN (una doble hélice, no una espiral, claro). En la contraportada se indica que este libro, que fue escrito veinte años después del de Watson, el otro descubridor de dicha estructura, tuvo una enorme repercusión y fue un gran éxito. Me deja atónito, y me alegro por Crick, pero ya me gustaría a mí saber cuánta gente “de a pie” lo leyó completo y cuánta lo entendió. ¡Qué loco propósito!






“El objetivo principal de este libro es dar a conocer algunas de mis vivencias anteriores y simultáneas al período clásico de la biología molecular, que abarca desde el descubrimiento de la doble hélice del DNA en 1953, hasta 1966, en que el código genético —el diccionario que traduce el lenguaje de los ácidos nucleicos al lenguaje de las proteínas— fue finalmente elucidado.”




sábado, 9 de noviembre de 2019

William P. McGivern: La gran onada calenta (***)


(190 pág.; Edicions 62)                                  (54; octubre de 2019)
Marisol tiene muchos libros de novela negra en catalán y yo los escojo pues, a la vez que aprendo, me deleito con verdaderas historias noir, que nada tienen que ver con las detectivescas, policiacas o de crímenes, aunque se nutran de todo lo anterior, pero añadiendo situaciones sociales y un estilo propios que no aparecen en las anteriores.
En este caso se trata de un policía encargado de hacer el informe del suicidio, aparentemente claro, de un compañero, pero hay algo que le desconcierta y, a pesar de que es apartado de la investigación, quiere aclarar las cuestiones que quedan en entredicho. Su empecinamiento acarreará daños que él no podía prever.
Parece increíble que una editorial como La cua de palla, con muchos años y libros a sus espaldas describa en la contraportada un hecho de singular importancia en la novela, lo que representa una falta de respeto al autor y al lector, que ya parte sabiendo algo que ocurrirá y que le quita intensidad a la historia. Lamentable.





“Eren les vuit en punt del vespre quan va sonar el telèfon.”




sábado, 2 de noviembre de 2019

Andrés Trapiello: Solo hechos (***)


(453 pág.; Pre-Textos)                                   (53; octubre de 2019)
Hace más de un año que regalé este libro a Marisol y como ella no lo ha leído lo he estrenado yo. No conocía de nada al autor y la contraportada habla de un “salón de pasos perdidos” que me dejó como los pasos; no obstante, la portada me gustaba, pues no en vano también coleccioné capicúas.
Al principio de la lectura no entendía muy bien por dónde iba la historia, pero alguna decena de páginas más allá comprendí que era una especie de diario que escribió en 2006 y que publicó en 2016, cuando sus comentarios sobre las personas a las que distingue con sus iniciales ya no les pudiera perjudicar, a pesar de que tampoco es que sean maledicentes. Este es su vigésimo libro de este estilo, pues tiene otros que nada tienen que ver con sus diarios. Sorprendente.
Porque considero que no es un libro para tres estrellas quiero explicar el porqué de mi opinión: ni cuando era niño o adolescente me influyó un personaje de ficción como para hacerme creer que podría volar o hacer cosas casi sobrehumanas, es decir, tenía bien claras mis limitaciones y no soñaba con esa posibilidad. No obstante, siempre he sentido una cierta debilidad por las biografías pues como, normalmente, son de gente interesante y han conocido, a su vez, a más gente interesante, eso sí me habría gustado poder hacer a mí. Es decir, estar en reuniones en las que personas con ideas las plantean a otras que también las tienen. Eso es mejor que volar, pero como toco de pies a tierra, me pregunto ¿qué mérito tengo yo para estar con gente de tanto mérito? La lectura de este libro me acerca a ese tipo de personas con las que me gustaría haber estado.







““El que no sienta ansias de llegar a más, llegará a no ser nada”, decía Unamuno, y yo me lo repito sentado bajo una encina, pensando en estos libros.”




sábado, 26 de octubre de 2019

John K. Toole: La conjura de los necios (***)


(365 pág.; Anagrama)                                   (52; octubre de 2019)
¿Cuánto hará que leí este libro por primera vez: quince, veinte años? Lo había visto muchos años antes en las librerías, pero el título y la portada no hacían que me interesara en absoluto, aunque me llamaba la atención el segundo nombre del autor. Un día, que no recuerdo cuándo, me atreví con él y ahora que voy releyendo libros que he leído hace mucho he vuelto a él y, para que el que lea esto encuentre un sentido al título, a continuación la frase de donde proviene:
“Cuando en el mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo: todos los necios se conjuran contra él.”   Johnathan Swift
El “genio” es el sujeto de la portada: treintañero que vive en casa de su madre y a costa de su madre, es decir, que no da golpe, a pesar de que se sacó una carrera, pero cualquier cosa que no sea perder el tiempo a su gusto le produce malestar y dolores insoportables. Las circunstancias se tuercen y su madre le obliga a buscar trabajo: ahí empieza la pesadilla para todo aquel que se cruce en su camino. Y, según él, es un genio al que nadie comprende. En la novela aparecen unos personajes increíbles que llevan la historia a límites inimaginables con un final trepidante.
Por si mi sucinto párrafo no convence lo suficiente añadiré que Toole se suicidó porque no le aceptaban el manuscrito en ninguna editorial y su madre, mujer de hacer faenas, consiguió convencer al autor del prólogo y al año siguiente ganó el Pulitzer. No debía ser tan necio.






“Una gorra de cazador verde apretaba la cima de una cabeza que era como un globo carnoso.”



domingo, 20 de octubre de 2019

Alexander McCall Smith: La primera detective de Botsuana (**)


(251 pág.; Urano)                              (51; octubre de 2019)
Creía que de esta estantería no saldría ningún nuevo autor, pues están los volúmenes de McCullough (800 páginas de media) ocupándolo casi todo, pero un poco antes estaba este librito y a él le he dedicado un entretenido tiempo.
La detective protagonista es una enorme negra, toda corazón y sentimiento, que aplicando una lógica casera va resolviendo los casos que se le presentan en esa primera agencia de detectives en Botsuana. A pesar de las pocas páginas y del pequeño tamaño del libro, se nos va informando de las características de la vida allí y en los países colindantes, lo que no deja de ser instructivo a la par que ameno.






“Mma Ramotswe era propietaria de una agencia de detectives en Africa, al pie del monte Kgale.”



sábado, 19 de octubre de 2019

Amado Nervo: Obras Completas (**/***)


(372 pág.; Aguilar)                             (50; septiembre de 2019)
Este fue el último libro que leí en septiembre, pero hasta ahora no he podido dedicarle cinco minutos: ¡cuanto más corro más lento voy!
En sus primeras cuatrocientas páginas, por lo menos en el libro que yo tengo, hay un error de impresión, pues se han repetido treinta y dos páginas faltando las que deberían ir en ese lugar, pero como son artículos que él enviaba al Departamento de Cultura de México no hay problema en seguir leyendo.
Estas páginas iniciales del segundo tomo de sus obras completas se dedican a la lengua y la literatura y entre otros muchos temas habla del movimiento intelectual de Madrid al final del XIX o principios del XX; compara los castellanos de España, México y Sudamérica; habla de la instrucción tanto en España como en Francia, Inglaterra o Alemania, haciendo hincapié en las lenguas que se estudian y las horas que se dedican a ellas en cada uno de los países, así como las horas al latín o el griego. Es muy interesante leer sus opiniones al respecto o las estadísticas que presenta, pues se aprecia cómo se veía la lengua y su problemática hace más de cien años y cómo ha devenido esta a través de tiempo hasta nuestros días.
También le dedican más de cien páginas a la crítica literaria en la que se hablan de muchos autores hispanos, obviamente, pero también de otros países, todo ello con un cuidado exquisito para no herir susceptibilidades innecesariamente y encontrando siempre los suficientes adjetivos para salir airoso de cualquier comentario sobre un autor o su obra. Aunque su lectura es lenta no deja de ser muy gratificante.






“Este del nombre que es una piedra preciosa–decía yo en una de las notas impresionistas de mi Exodo–es alto, robusto, inexpresivo; ojos obscuros, pequeños y vivos; nariz ancha, de alas sensualmente abiertas; barba y cabellos ligeramente rizados; manos de marqués; parsimonioso y zurdo continente; hablar pausado y un sí es no tartamudeante, pero siempre ático y fino.”
Rubén Darío




domingo, 29 de septiembre de 2019

David Lodge: Intercambios (**/***)

(299 pág.; Anagrama)                                   (49; septiembre de 2019)
Las veces que he visto la portada de este libro (con los libros que llegamos a comprar no paro de tener que moverlos en las estanterías) siempre me ha parecido interesante, pues la mirada del observador hacia el otro avión creo que resume las sensaciones que se pueden tener cuando una persona intercambia su trabajo con otro y ello implica poner una distancia de miles de kilómetros, además de que se puede pensar que, posiblemente, en ese otro avión vaya esa persona a la que no conoces y que ocupará el espacio que tú ocupabas, con todos los riesgos que puede entrañar tanto para uno como para otro.
Obviamente, acabo de resumir la historia de la novela, pero aún hay más pues, aunque ambos son profesores de literatura inglesa en una universidad, sus caracteres y lugares de procedencia son muy diferentes y ahí es donde Lodge mete el bisturí y, elegantemente, deja al descubierto las sociedades, universidades y forma de ser de las personas. Aunque quizá hay algún momento que la narración decaiga en un par de hojas vuelves a coger el interés porque las situaciones van haciéndose más y más complicadas. Me alegro de haber disfrutado del contenido y no solo de trasegarlo.




“En el cielo, muy por encima del Polo Norte, el primer día de 1969 dos profesores de literatura inglesa se aproximaban el uno al otro a una velocidad combinada de casi dos mil kilómetros por hora.”


sábado, 28 de septiembre de 2019

Alejandro Dumas (padre): Los tres mosqueteros (***)


(784 pág.; Penguin Clásicos)       (48; septiembre de 2019; en Playa de Aro)
A pesar de lo mucho que me gustó El conde de Montecristo cuando lo leí a los catorce, no había leído nada más de Dumas, a pesar de la fama que tienen él y sus novelas, sobre todo la de la que hoy hablo. Casi es imposible no saber nada de esta historia, pues yo he visto dos películas, y deben haber muchas más, y si no, seguro que se sabe el color y lo famélico que era el caballo en el que llega D’Artagnan a París o los nombres de los mosqueteros. En cualquier caso es una lectura muy recomendable, pues es muy entretenida, explicada con un tono guasón, muy diferente del que yo recuerdo la otra novela y, a pesar de que en algún momento parezca decaer, al siguiente capítulo ya ha enlazado una nueva aventura que hace revivir la historia y las ganas de seguir leyendo.
Ya he mencionado aspectos del caballo de D’Artagnan y el nombre de su amo, ahora vamos por los de los que serán sus inseparables compañeros: Athos, Porthos y Aramis. Por si no se conoce, no mencionaré las circunstancias por las que los encuentra, pues tienen su gracia, pero una vez juntos a los cuatro les sucederán una serie de aventuras de capa, espada y amores que harán que el tiempo que se invierta leyéndolas pase entretenido y rápidamente. La historia continua en Veinte años después, pero no tardaré ni la décima parte de ese tiempo en leerla y seguir disfrutando de la pluma de Dumas.






“El primer lunes de abril de 1625, la villa de Meung, donde vio la primera luz el autor del Romance de la rosa, ofrecía un aspecto tal de revuelta, que parecía que los hugonotes se hubiesen presentado ante ella para repetir los sucesos de La Rochelle.”




sábado, 21 de septiembre de 2019

José L. Martín Vigil: Sexta galería (**)


(357 pág.; Juventud)                          (47; septiembre de 2019)
Ya he comentado alguna vez las coincidencias que se dan en mis lecturas, pese a que los libros tienen una procedencia muy diversa: no hace mucho hubo varios seguidos de historia (uno regalado, otro de los que tenemos en casa y el último uno nuevo). Ahora dos seguidos sobre jóvenes y ambos del tiempo de la dictadura, con unos diez años de distancia entre ambos (el anterior me lo encontré en la calle y el presente salió de nuestras estanterías porque tocaba esa en concreto). Este segundo mejor que el anterior, panegírico sobre los mineros, donde la gente es buena per se, y la religión católica aún mejor. Pero es disculpable, pues el autor perteneció a la Compañía de Jesús aunque terminó abandonándola y dejando el sacerdocio y, sobre todo, porque es capaz de reconocer que no es el catolicismo la única posibilidad de salvación, lo que no deja de ser un paso adelante al principio de los sesenta.
Media docena de jóvenes adolescentes, impulsados por un cura que les da clase, deciden pasar un verano trabajando en una mina de Asturias para comprender cómo vive otra gente y tener una mayor perspectiva que no sea únicamente la de sus acomodadas familias. La entrada en la mina les asusta a todos, no solo por la profundidad y angostura en la que hay que trabajar, sino por las bromas de los avezados mineros que los tratan de señoritos, pero ellos no se arredran y trabajan con denuedo; pero el destino les deparará una mayor prueba que les cambiará la vida.







“Nerio paró el martillo y se pasó el dorso de la mano por los ojos renegridos.”


domingo, 15 de septiembre de 2019

Torcuato Luca de Tena: Edad prohibida (*/**)


(389 pág.; Planeta)                            (46; septiembre de 2019)
Me encontré este libro en la calle y lo recogí porque no había leído nada de este autor y recordaba que, cuando era adolescente, tenía su fama. Y creo poder demostrarlo: el volumen que me he encontrado es la cuadragésimo quinta edición y solo hacía doce años que se había publicado (dentro tiene un calendario de bolsillo de 1970: adolescente total). Habría que ver cuántos se venden ahora.
La acción transcurre en San Sebastián durante la guerra civil española. El narrador es un muchacho que se ha quedado sin padre y cuya madre lo ha enviado a casa de sus tíos desde Madrid. Conoce a unos chavales y se hace amigo de ellos, aunque siempre con el temor de no estar a su altura y de no atreverse a hacer todo lo que hacen. Con las chicas le sucede lo mismo. La historia va desgranando los años del colegio, pero salta a la universidad en un capítulo y a la vida adulta en otro, aunque va teniendo recuerdos del pasado. Y ya está. ¡Ah! y hay un cura bueno como no hay dos.
Voy a dar el significado del título del libro: uno de los chicos se queja de la edad por la que están pasando, la adolescencia, y dice que debería estar prohibida, pues ya no eres un niño, pero tampoco un adulto.






“El lápiz carbón de gruesa punta redondeada, quieto hacía unos instantes, corría ahora de un extremo al otro del grueso papel, sin rozarlo apenas en unos puntos, hiriéndolo en otros, como si tuviera vida propia.”



sábado, 14 de septiembre de 2019

Orhan Pamuk: El museo de la Inocencia (**/***)


(645 pág.; Debolsillo)        (45; agosto de 2019)        (Premio Nobel 2006)
Le digo a Marisol que Pamuk escribe para ella, pues aunque no los ha leído todos, no le deben faltar muchos y, nada más se entera de que ha publicado un nuevo libro ya lo tenemos en el lector y, como es el caso, en la estantería. Yo soy como la tortuga de aquel héroe griego: voy más lento y a mi ritmo y, más tarde que temprano, van cayendo. Este es uno de los autores actuales que más me gustan… a pesar de que es muy especial y hay que tener paciencia, pues él también va a su ritmo y no le gusta concretar y por ello se alcanza fácilmente el medio millar de páginas en cualquiera de sus libros.
Y alguna podría ahorrarse, como en esta ocasión. La historia me ha gustado, pues sabe contarla rodeándose de su pasado o del de Estambul, lo que la hace, además de amena, instructiva. Pero en esta novela hay, a mi parecer, mucha repetición de cosas ya contadas y, aunque pueda irle bien al personaje que lo relata, estoy seguro que más de un lector no podrá con ella.
El narrador tiene treinta años cuando se encuentra a una muchacha de dieciocho y se hacen amantes. Ellos son parientes lejanos, pero de distintas clases sociales: ella es dependienta de una boutique y él es hijo de una de las familias más adineradas de Estambul. A pesar de que él se promete a una joven de su misma clase no deja de ver a su amante, lo que le empieza a causar problemas ante el futuro que se le echa encima.
Una brillante radiografía de su ciudad favorita durante los años setenta, de la sociedad turca que empezaba a abrirse a Europa, del cine turco al cual se le dedica buena parte de la novela y de la historia más rocambolesca que uno se pueda imaginar para crear un museo: solo alguien que se puede recrear en el pasado como él lo hace puede ser capaz de llevarlo al futuro. Saber de qué hablo te va a llevar unas cuantas horas, pero es Pamuk y vale la pena pasarlas en su compañía. (Cuando busqué la primera frase del libro para anotarla al pie de la portada leí toda la página y me dieron ganas de seguir: algo tiene que encandila).






“Fue el momento más feliz de mi vida y no lo sabía.”




sábado, 7 de septiembre de 2019

Miguel Delibes: Cinco horas con Mario (**)


(296 pág.; Orbis)                                (44; agosto de 2019)
Tengo a Delibes como un gran escritor, pero yo creo que no he enganchado un libro lo suficientemente bueno como para disfrutarlo como lo imagino. Este me lo encontré y me alegré ya que no he visto la obra de teatro y, en este momento, aunque no me llama la atención, me gustaría verla para saber cómo han tratado esta historia.
La protagonista pasa cinco horas con Mario, su difunto marido, hablando sobre su vida en común; sus deseos, anhelos, querencias y conquistas; qué piensa ella de la gente, de lo que piensan, de lo que hacen y, sobre todo, lo que Mario pensaba, hacía y dejaba de hacer. Cinco horas sin parar de hablar, con todos los dejes de una mujer de mediana edad en los años sesenta en España (con lo que ello conlleva), pero que aprovecha que nadie le llevará la contraria y se despacha a gusto.
¿Por qué no me ha convencido? Porque se repite hasta la saciedad, porque esa cháchara es inaguantable y, aunque ello pueda ser el objetivo del autor, es decir, mostrar una mujer anónima de las que los de mi edad han conocido alguna, el libro cuesta de digerir. Por eso quizá vaya a ver la obra de teatro y comprobar si la han expurgado lo suficiente, pues no creo que dure cinco horas, y la mujer ya no sea como la que aparece en el libro. Mi recomendación es que se empiece a leer y ver hasta donde se llega en este recorrido por la España de los años sesenta.






“Después de cerrar la puerta, tras la última visita, Carmen recuesta levemente la nuca en la pared hasta notar el contacto frío de su superficie y parpadea varias veces como deslumbrada.”




domingo, 1 de septiembre de 2019

Hilary Mantel: Una reina en el estrado (**/***)


(496 pág.; Destino)                            (43; agosto de 2019)
Estaba en Lanzarote cuando acabé León el Africano y tenía previsto leer a continuación este libro del que solo sabía que Marisol lo había comprado en Amazon, y nada más empezarlo me doy cuenta que va sobre la vida de Ana Bolena y no pude, pues de junio a esta parte ya había leído cinco de carácter histórico, de ahí que Dostoyevski sirviera para cambiar de tercio.
Una vez acabado el anterior ataqué este y lo hubiera dejado casi al principio, ya que usaba frases muy cortas que no me gustaban y designaba con “él” a un personaje que no sabía muy bien si era Enrique VIII o su secretario, resultando ser este último. Como seguí leyendo he de decir que está muy bien narrado, que el secretario es Thomas Cromwell y es un personaje estupendo, y es muy interesante la forma de explicar la historia describiendo el ambiente, las intrigas y motivaciones, los deseos y las circunstancias de ese momento histórico. Realmente interesante.
Por si no hubiera quedado del todo claro, Enrique VIII se ha divorciado de Catalina de Aragón y se ha tenido que convertir en el cabeza de la iglesia para poder casarse con Ana Bolena. Toda la familia de esta ocupa puestos importantes alrededor el rey, pero este desea un heredero que no llega, por lo que empieza a pensar en sustituir a Ana. Y aquí comienzan las tensiones entre el rey, los Bolena, la familia de la elegida, Catalina que quiere a su hija como heredera, los reyes de Francia y España y el Papa y, en medio de todos ellos, Cromwell teniendo que contentar y contener a unos y a otros.





“Sus hijas caen del cielo.”




sábado, 31 de agosto de 2019

Fiodor M. Dostoyevski: Los endemoniados (***)


(605 pág.; Bruguera)                         (42; agosto de 2019)
Junto a algunos otros libros me encontré este en la calle y no dudé en cogerlo, pues no solamente me gusta el autor, sino que ya intenté leerlo cuando tenía dieciséis años y no pasé del título, a pesar de que tenía que hacer un trabajo en sexto de bachillerato.
La primera parte, de las tres que tiene, es del estilo de Dickens, es decir, te explica la forma de vida de los personajes y las relaciones entre ellos dependiendo de la clase social a la que pertenecen, hay personajes estrafalarios o de conducta similar (uno de ellos podría aparecer en Casa desolada sin que llamara la atención en absoluto), y se trata mucho el emparejamiento de los que son jóvenes o no tanto. Pero ahí se acaba el parecido. En las otras dos se trata el fondo de la cuestión, que no es otra que la rebelión de las masas a través de atentados dirigidos a encresparlas.
Dostoyevski tenía una novela bastante avanzada cuando se enteró de que unos jóvenes habían matado a un compañero porque creían que los iba a denunciar. Deshizo la novela y la reconstruyó en torno a ese hecho. En las dos siguientes partes, que son muy diferentes a la primera, hay largas explicaciones de orden sociológico, con los personajes hablando con mucha exaltación por lo que se utilizan muchas exclamaciones que, a mi parecer, cortan el seguimiento de la historia.
Una cuestión no bien resuelta es la del narrador, que comienza estando presente en todo lo que se cuenta y termina conociendo los pensamientos de los personajes y sucesos en los que él no aparece, además de desvanecerse su personaje aunque siga explicando los sucesos acaecidos. A pesar de todo, a mí me ha gustado mucho y aconsejaría leer el primer capítulo y seguir hasta donde interese.






“Al proponerme la descripción de unos acontecimientos tan recientes como singulares que han tenido lugar en nuestra ciudad, una ciudad que hasta el presente había pasado desapercibida, me veo obligado, dada mi falta de soltura, a remontarme bastante atrás en el tiempo, para empezar, en concreto, por ciertos detalles biográficos del muy respetable y lleno de talento Stepán Trofímovich…”




domingo, 18 de agosto de 2019

Antón Chéjov: Cuentos (***)


(292 pág.; Pre-Textos)                                   (41; agosto de 2019)
Como ya he dicho anteriormente, estuvimos en la Feria del Libro en Madrid en junio (me lo pasé muy bien) y Marisol, que no le gustan especialmente los relatos, me regaló otro libro de ellos, seguramente atraída por la buena edición del mismo. O quizá, porque recordaba lo mucho que me gusta Chéjov y sus tristísimos cuentos, pero bien escritos, elegantes, con historias bien descritas, y que nos traen la Rusia en la que él vivió. Ahora hace poco más de dos años que leí casi mil páginas de sus cuentos y solo uno de los del libro de hoy he recordado, aunque con mi memoria es posible que haya alguno más.
No obstante lo anterior, los cuatro relatos que voy a mencionar no se encuentran entre los que apunté la vez anterior: El reino de las mujeres, La crisis (prostitución), Vanka (tristísimo, es el paradigma de sus cuentos condensado en cuatro páginas y su inicio merece estar al pie de la portada). La novia es el cuarto, y lo menciono aparte porque después de veintitantas páginas describiendo que una mujer se va a casar y, consecuentemente su felicidad, consigue finalizarlo con su estilo; en otras palabras, no hay cuento que se le escape… pero son tan buenos que no se nos debería escapar ninguno a nosotros.





“Vanka Zhúkov, un muchacho de nueve años que tres meses antes había entrado como aprendiz en el taller del zapatero Aliajin, no se fue a la cama en Nochebuena.”
Vanka




sábado, 17 de agosto de 2019

Amin Maalouf: León el Africano (**)


(399 pág.; El País)                    (40; julio de 2019; leído en Tenerife)
Otro libro histórico relatado a través de una carta, aunque en esta ocasión es mucho más una historia explicada que una misiva. Fue su primera novela y, a pesar de que el personaje existió, más bien parece una novela de aventuras por todo lo que llega a sucederle, pero la historia está muy bien ambientada y recreada sociológicamente.
En formato misiva, que yo haya leído y recuerde, están Yo, Claudio de Robert Graves (1934); Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar (1951); El médico de Córdoba de Herbert Le Porrier (1974). La que comento hoy es de 1986 y, a mi parecer, es la más floja de las cuatro, sin que ello le reste interés porque narra la situación del reino de Granada en el siglo XVI, diferente de las tres historias anteriores aunque muy similar en cuanto al éxodo obligado a la de Córdoba en el XII. El resumen de la historia está comprendido en las cuatro líneas que aparecen después de la portada.






“A mí, Hasan, hijo de Mohamed el alamín, a mí, Juan León de Médicis, circuncidado por la mano de un barbero y bautizado por la mano de un papa, me llaman hoy el Africano, pero ni de África, ni de Europa, ni de Arabia soy.”



domingo, 11 de agosto de 2019

Gabriel García Márquez: La hojarasca (***)


(140 pág.; Plaza & Janés)

(39; julio de 2019; Premio Nobel 1982; leído en Tenerife)

Al igual que en el libro anterior, hay cuatro personajes narradores y la historia sucede en el pasado y en el presente y también se oculta quién es el narrador (ya es casual encontrarme con estos dos libros seguidos escritos con treinta y cinco años de diferencia). A pesar de que tiene pocas hojas, la imaginación es desbordante (por ejemplo, el tiempo no avanza si no hay movimiento) y, como siempre, no falta la belleza y poesía tan características de este autor, a pesar de que es su primera novela y en la que ya aparecen Macondo y el coronel Buendía, doce años antes de la enorme Cien años de soledad.
La historia comienza con la noticia de que un hombre, que era médico, se ha suicidado y que el coronel en cuya casa estuvo viviendo durante muchos años quiere enterrarlo, a pesar de que ninguno de los vecinos del pueblo quieren que se haga. El motivo: una noche fue pedida su ayuda para atender a unos soldados heridos y se negó a prestarla. A partir de aquí, y con las voces de cuatro de los protagonistas, iremos sabiendo más de las vidas de ellos y de las razones por las que el coronel, sobre todo, actúa como lo hace.







“De pronto, como si un remolino hubiera echado raíces en el centro del pueblo, llegó la compañía bananera perseguida por la hojarasca.”




sábado, 10 de agosto de 2019

Manuel Vázquez Montalbán: Galíndez (**/***)


(433 pág.; Anagrama)                         (38; julio de 2019; leído en Tenerife)
Marisol me lo regaló en Reyes, pero se me coló y hasta ahora no lo he leído. Esta novela , basada en hechos reales ocurridos hace sesenta años, ganó importantes premios literarios y, si no es Vilas, es el escritor de la introducción que aparece en el libro digital que he conseguido el que considera que es la mejor novela del autor.
Galíndez fue un representante del gobierno vasco en el exilio después de la guerra civil española. Llegó a tener contactos en la ONU, el FBI y la CIA, al igual que los tenía con dictadores del estilo de Trujillo, es decir, jugaba todas las cartas que le permitieran conseguir su objetivo que era el derrocamiento de Franco o la independencia del País Vasco. Una buena novela histórica que nos toca muy de cerca y en la que aparecen muchas personas de las que hemos oído hablar en nuestro tiempo.
La narración es enrevesada, pues son seis los personajes que hablan, pero unos en el presente y otros en el pasado y Vázquez juega en los inicios de los capítulos sin aclarar al principio cuál de ellos es. La “confesión” de Trujillo me ha parecido lo mejor, pues sin necesidad de criticarlo queda totalmente retratado. Solo me queda por recomendar, a los que aún les quede estómago, que sigan con La fiesta del chivo de Vargas Llosa, donde el protagonista principal vuelve a ser Trujillo que, ojalá, solo hubiera sido un personaje de ficción.






“”En la colina me espera… en la colina me espera…””




sábado, 3 de agosto de 2019

H.P. Lovecraft: El alquimista y otros relatos (**/***)


(126 pág.; El País)                              (37; julio de 2019)
Es como una letanía, pero hace mucho tiempo que quería haber leído algo de este autor, pero hasta ahora no se había dado el caso. Se me podría decir que por qué no lo he leído antes y yo diría “qué más da”, si no es este otro se quedará sin haberlo leído, seguro. Descubrí al otro gran escritor de misterio cuando era adolescente y he leído la mayoría de sus historias (hablo de Poe, por supuesto), pero de Lovecraft no supe nada hasta muchos años después y, aunque ha sido una pequeña muestra sirve para conocerlo.
La diferencia entre los dos escritores es que este basa sus historias en la mente, es más esotérico, fantástico y explica historias de miedo irreales, y que en su momento debieron causar su más que menos espanto. A mí me gusta más Poe, más terrenal y cuyas narraciones le pueden pasar a cualquiera (que viviera en las circunstancias de la época). El relato que más me ha gustado ha sido el que figura al pie de la foto, y del resto mencionaría Polaris o La tumba, quizá las menos fantásticas, tema que no me termina de interesar, pero a pesar de ello Lovecraft ha valido la pena.







“La vida es algo terrible, y tras el telón de lo conocido asoman atisbos de demoníaca verdad que la hace a veces infinitamente más temible.”
Hechos tocantes al difunto Arthur Jermyn y su familia