(544
pág.; Alfaguara) (56;
noviembre de 2019)
A Marisol le faltó tiempo para
comprar este libro, aún goteaba la tinta y ella ya tenía el archivo a punto
y, como es obvio, me lo recomendó. Aunque yo he tardado lo mío (el orden es el
orden) queda claro que me ha gustado y que es un autor de los que más he leído
con mayor satisfacción.
Aunque hay un narrador omnisciente
en algunos capítulos, la titular de la novela nos regala esas más de quinientas
páginas explicándonos que conoció a un muchacho, medio español medio inglés, de
cual se enamoró y que, con el tiempo, se casaron. Como se dice en el primer
párrafo ella no está segura de quién es su marido, pues ya desde jóvenes
vivieron medio separados debido a que los estudios superiores de él fueron en
Inglaterra y de casados su trabajo también fue a caballo entre la isla y la
península.
Mis opiniones: esta es una novela de
intriga que tarda en enganchar al lector (o por lo menos a mí) pero que, cuando
lo hace, no se desea dejar; la última que leí de él hace ya cuatro años, Así empieza lo malo, creo que capta
antes la atención y me gustó más, pero ello no hace que esta no sea muy buena;
Marías aprovecha para despachar sus opiniones, principalmente, sobre la moral
del Estado en el uso de las personas a su servicio; en cierta manera esta
novela es las Cinco horas con Mario
de este siglo. En resumen: léela y saca tus propias conclusiones, creo que vale
la pena.
“Durante un tiempo no estuvo segura de si su marido era su
marido, de manera parecida a como no se sabe, en la duermevela, si se está
pensando o soñando, si uno aún conduce su mente o la ha extraviado por
agotamiento.”
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