domingo, 22 de noviembre de 2015

Juan M. de Prada: La tempestad (**)

(325 pág.; Planeta)                                        (63; noviembre de 2015)
¿Por qué tengo la sensación de que Premio Planeta es equivalente a libro que no me gustará o convencerá? No quiero comentar, además, los supuestos embrollos o componendas que alguna vez he leído con la concesión del premio más importante, económicamente hablando aparte del Nobel, de la literatura, pero el resultado es ese: novela que leo que obtuvo el mencionado premio, novela que no termina siendo de mi gusto… por no hablar del de Marisol, que ha leído más que yo, y opina lo mismo.
En la tempestad de más abajo el protagonista es un profesor de arte, de treinta años, desengañado de la universidad y que viaja a Venecia para ver el cuadro original sobre el que se basa su tesis. Nada más llegar al hostal donde se alojará tiene una erección debida a la dueña del mismo; unas horas más tarde muere en sus brazos un hombre; al día siguiente se enamora de una joven; y con La tempestad como mar de fondo nos vamos enterando de qué tipo de ciudad es Venecia y de porqué sucede lo que se va desgranando en la novela.
El personaje principal no tiene vigor, o por lo menos no después de que salga de la pluma de De Prada. Constantemente repite que es célibe (a los treinta años y no siendo cura), pero lo de repetir es una característica del autor en este libro: en cada capítulo hay un párrafo donde se repite constantemente una palabra. La mayoría del resto de personajes son esbozos (aunque vuelve a tener una erección cuando conoce a uno de ellos).
Creo que el tema podía haber dado para más, pero es la maldición del Planeta… y del nuestro, en estos momentos, para qué hablar.




“Es difícil y obsceno soslayar la mirada de un hombre que se desangra hasta morir, pero más difícil aún es sostenerla e intentar zambullirse en el torbellino de pasiones confusas y secretos póstumos que se agolpa en sus retinas.”

eBook: perfecto.                                            epublibre


sábado, 21 de noviembre de 2015

Harry Thompson: Hacia los confines del mundo (**/***)

(832 pág.; Salamandra)                                 (62; noviembre de 2015)
Este libro describe el viaje del Beagle en el que un estudiante de cura y naturalista aficionado  fue enrolado para hacer compañía al capitán del barco. Ellos eran Charles Darwin y Robert Fitz-Roy. Los dos eran creyentes de dios, pero los cinco años que duró el viaje hicieron que Darwin viera que no era todo tal y como se había descrito en la Biblia.
El libro tiene dos partes bien diferentes: la primera describe con detalle el viaje del Beagle anterior al de Darwin, el viaje ya mencionado con las conversaciones entre el capitán y el naturalista, la situación política en el continente americano y la de los aborígenes, e infinidad más de detalles. Es una parte interesante, aunque larga y puede aburrir al que no le interese tanto detalle. La segunda parte, ya de vuelta a Inglaterra, va desgranando las vidas de los dos protagonistas, saltando de uno a otro y avanzando en los años, con mucha menos profusión de detalles que en la primera: seguramente porque a ese ritmo hubieran sido necesarios varios volúmenes.
En esta segunda parte es más protagonista Fitz-Roy que el propio Darwin y vale la pena porque fue una persona inteligente y con una visión muy avanzada a su tiempo… y desconocida en el nuestro.
En resumen, un libro indicado para personas interesadas en la vida del autor del Origen de las especies y del tiempo en el que vivió, con especial hincapié en la marina británica.




“Un viento helado enfiló el estrecho de Magallanes desde el oeste, y a su paso fue aporreando las paredes del acantilado y batiendo las rocas impetuosamente.

eBook: perfecto, pero… ¿porqué Amazon no numera las páginas?