sábado, 26 de abril de 2014

Isabel Allende: La casa de los espíritus (***)

(380 pág.; Plaza & Janés)                              (13; abril de 2014)
Elegí este libro obligado (que no es una contradicción aunque lo parezca), pues en la primera estantería que es donde están los dos libros que tenemos de esta autora hay algún libro que ya he leído y bastantes de ciencia ficción (Adams, Aldiss, Anderson), por lo que no había escusa para leer uno de los dos. ¡Y qué suerte!, porque es un libro estupendo. Tanto es así, que no habiendo visto la película no quiero verla, porque a pesar de la nómina de los actores que pueden verse en la portada del libro, prefiero quedarme con las sensaciones que ha creado o me he construido con su historia.
Ahora puede parecer aprovechado mencionar el nombre de García Márquez ya que ha fallecido en esta semana, pero cuando la comencé a leer a primeros de abril tuve la sensación que el autor hubiera podido ser él, por lo menos en cuanto a la historia de las mujeres que aparecen en la novela y que tienen la gracia añadida de sus nombres: Nívea, Clara, Blanca, Alba. Encantador.
El caso es que la novela comienza explicándonos las historias de estas mujeres, con sus más o menos fantásticas vidas y que disfrutamos como si fuera una de esas historias que nos contaron cuando éramos jóvenes de alguien conocido de nuestra familia. Una historia que no nos acabamos de creer, pero que nos gusta tanto que la hacemos nuestra y que esperamos cuando seamos mayores poder explicársela a alguien más joven como si nosotros hubiéramos conocido a los protagonistas de la misma.
Pero Allende va deslizando la historia entrañable de estas conocidas hacia la historia real de Chile, sin mencionarlo, sin que sepas en qué momento te acaba de meter en medio de la situación real de ese país en los años setenta y te encuentres con las figuras (que ya no personajes) del Poeta y del Presidente, con la inicial en mayúscula aunque se merezcan todo el nombre en ese tipo de letra, y con ello se acabe la poesía, se te haya venido el mundo encima y te convenzas que el hombre se excluye una y otra vez del paraíso, que no puede vivir en paz, que siempre ha de haber alguien o algunos que quieran más de lo que les ha correspondido en la vida y termines viendo la cara de ese bajito, mofletudo con un ridículo bigote y unas gafas de sol.
(El diablo no se aparece siempre con la misma cara. Ahora en Ucrania es alto, rubio y de tipo atlético. Pero diablo al fin y al cabo. ¡Qué pena de humanidad! No sé dónde estaríamos si no existieran libros como este que, aunque no te birlan la realidad, durante unos cientos de páginas te cuentan una historia que te permite coger aire para sumergirte de nuevo en esto que, irónicamente, llamamos vida.)


“Barrabás llegó a la familia por vía marítima, anotó la niña Clara con su delicada caligrafía.”
eBook: con alguna falta en cada página, y muy a menudo Trucha por Trueba.


sábado, 12 de abril de 2014

Honoré de Balzac: El coronel Chabert (**)

(198 pág.; Debolsillo)                                    (12; abril de 2014)
En Los enamoramientos Javier Marías hace que sus personajes no dejen de mencionar esta obra, lo que me creó una gran curiosidad de leerla y Anna me la regaló esta Navidad. Sin ahondar en detalles que cualquiera que esté interesado podrá obtener, no quiero dejar de mencionar que la editora del libro (Reino de Redonda) es de Marías, así como una isla (si no estoy equivocado) con ese nombre, y él es la máxima autoridad de ese Reino. Curioso.

Hablando de un cargo menos importante, pongamos un coronel, y concretando en este que nos ocupa, es dado por muerto en una batalla y certificada su muerte por dos médicos de Napoleón, por lo que se inscribe el deceso… y la vida sigue; es decir, su viuda se casa, tiene dos hijos… y entonces aparece un viejo que dice ser ese coronel. El inicio del relato es interesante porque transcurre en el despacho de un procurador y Balzac describe con mucho detalle la vida que allí se desarrolla. La historia en sí es interesante, pero la sensación producida por la novela de Marías era más intensa que la leída en el original, por lo que no me ha llenado todo lo que esperaba.

Los otros relatos están en franca consonancia con este, es decir, explican historias que son inimaginables o, francamente, imposibles, pero están tan bien escritas, tan bien conseguida la atmósfera de la historia, que se leen con gusto y se disfrutan, salvo, quizá la última, que en algunos pasajes es más filosófica.

Está claro que el fallo de la historia del coronel no fue de Balzac ni, quizá, de Marías, sino que para una vez que imagino algo lo supongo más intenso que el original, por lo que el fallo sólo puede haber sido mío.




“Vaya, ¡otra vez nuestro viejo carrick!”

eBook: con algunas faltas y sólo la obra que da título al libro.


domingo, 6 de abril de 2014

John le Carré: Una verdad delicada (**)

(368 pág.; eBook)                                          (11; marzo de 2014)
Hace un tiempo Marisol leyó este libro y me dijo que lo leyera, que no tenía nada que ver, por lo malo que nos pareció, con el último que habíamos leído de él, así que este año decidí congraciarme con este autor y le hice caso. Y tenía razón: nada que ver.
Pero tampoco tiene nada que ver con el Le Carré (a mí me gusta con la L mayúscula) que guardo en la memoria y del cual leí más de media docena de sus novelas en dos semanas de vacaciones en 1984. Bah, sólo han transcurrido 30 años.
En resumidas cuentas, es un libro que se puede leer, pero enrevesado por lo cambios en el tiempo y que explica una historia que quizá pueda ser actual (lo cual tiene mérito tratándose de un autor de más de ochenta años) en cuanto a la conciencia, pero que a mí no me ha dicho ni fu ni fa. El inexorable paso del tiempo no perdona.




“En la segunda planta de un hotel anodino sito en Gibraltar, colonia de la Corona británica, un hombre ágil y cimbreño, cercano a los sesenta años, se paseaba por su habitación.”

eBook: perfecto                                             Amazon


sábado, 5 de abril de 2014

Vicente Aleixandre: La destrucción o el amor (*)

(leídas 39 pág. de 149; El País)      (10; marzo de 2014)      (Premio Nobel 1977)
Ya he leído veinte libros desde el último que leí de poesía y me apetece volver a hacerlo, pues recuerdo que cuando le dieron el Premio Nobel a Aleixandre no sabía quién era. Ya es hora de conocer su obra y la cojo con ganas.
Y la dejo rápidamente. En la página 17 ya no podía seguir. Me esforcé un poco más y lo dejé. Usa las mismas palabras que yo uso, aunque seguro que él mejor, pero las frases que construye y las ideas que transmite no las entiendo, no comprendo qué dice o qué quiere decir, y estoy firmemente convencido que el problema es mío, faltaría más. Por no entender no entiendo ni el título.

Pero se va al dique seco. Está claro que leer poesía no es lo mío y menos si es surrealista. Mala suerte. Veremos qué nos depara el destino de aquí a veinte libros más. Yo no desespero.



“Allá por las remotas
luces o aceros aún no usados,
tigres del tamaño del odio,
leones como un corazón hirsuto,
sangre como la tristeza aplacada,
se baten con la hiena amarilla que toma la forma del poniente insaciable.”
La selva y el mar

eBook: correcto, aunque no hay separación entre un poema y otro.