domingo, 31 de julio de 2016

Carmen Laforet: La insolación (**/***)

(200 pág.; Destino)                                        (51; julio de 2016)
Entre su primer libro, que fue el primero que leí de ella, y este, que es el último publicado durante su vida, transcurrieron diecinueve años. Aún le quedarían cuarenta y uno más de vida, pero no se publicaron más que algún libro de relatos y recopilatorios, pues una enfermedad consiguió silenciarla, lo que no había conseguido el entorno de aquella España en la que vivió y desarrolló su obra.
En esta novela, que es la primera de una trilogía inacabada, un adolescente se encuentra durante el verano que pasa con su padre, un militar casado en segundas nupcias, con dos hermanos adolescentes y solitarios, ella mayor que él, y también pertenecientes a una familia desarraigada. Durante los tres veranos de los años cuarenta en los que transcurre la historia iremos conociendo poco a poco cómo se van haciendo mayores, cómo pasan esos meses de la canícula y, ya casi al final, el desarrollo mental del protagonista de la novela y sus aspiraciones en la vida.
El tono de la novela es como el de Nada, apagado, mustio, tal y como corresponde a la España que le tocó vivir a su autora y que ella muestra a través de esos tres jóvenes y la media docena de adultos que son sus familiares directos y que, hoy en día, parecerá poco creíble a los jóvenes que no pasen del medio siglo.




“Era como viajar hacia el centro del mismo sol.”


sábado, 30 de julio de 2016

Juan R. Jiménez: Lírica de una Atlántida (*/**)

(495 pág.; Galaxia Gutemberg)   (50; julio de 2016)   (Premio Nobel 1956)
Al igual que se come por los ojos, también se lee por ellos. Hace ya tiempo que se los tenía echados a este libro porque su editorial es una de las más cuidadosas con la presentación, a la vez que interesantes sus contenidos. Así que cuando le ha llegado el turno de repetir este autor he cogido este libro (el último que tenemos de él y no lo he encontrado en digital libre) con muchas ganas.

La presentación del editor me ha puesto en antecedentes: aquí están todos los poemas que escribió Jiménez desde que salió de España cuando estalló la guerra civil, casi veinte años de trabajo y altibajos en su frágil salud. Las notas al final del libro, que ocupan un centenar de páginas, dan mucha información de cada uno de los poemas y se nota que Alfonso Alegre ha dedicado buena parte de su vida a almacenar tanto conocimiento del autor y del cómo, porqué y cuándo concibió, escribió o publicó cada uno de ellos. Ha sido un placer su lectura.

Y ahora a lo importante: lo escrito por el poeta. El miércoles pasado estaba viendo un concurso de cocina en la televisión y uno de los grandes cocineros del mundo enseñaba a los concursantes a confeccionar su steak tartar: estuvo unos veinte minutos y utilizó un sinfín de productos y medios de elaboración diferentes. Yo le dije a Marisol que si me lo servían a mí sería como desperdiciarlo, pues me sería imposible apreciar los múltiples sabores que se encontraban en ese plato y menos adivinar lo que se había utilizado y cómo.

Yo tengo un conocimiento más que suficiente del castellano, por lo menos así lo creo, y las palabras que aparecen en los poemas de este libro las conocía en un noventa y cinco por ciento, aproximadamente. La unión de las palabras convertidas en poemas no las he entendido ni en un mísero cinco por ciento. La parte que más me ha gustado es la dedicada a Zenobia, su esposa, De ríos que se van. Me ha gustado, pero tampoco la he entendido bien. Está claro que soy un animal al que le gusta más la carne cruda que un bien elaborado steak tartar.






“Yo en amor, olvidado
de todo el universo,
yo en amor solo todo
rodeado de la nada,
en amor infinito,
olvidado
por amante y amada.”

Remordimiento humano (final)


domingo, 24 de julio de 2016

Pearl S. Buck: La estirpe del dragón (***)

(339 pág.; Círculo de Lectores)    (49; junio de 2016)   (Premio Nobel 1938)
Este año voy flojo de ganadores del Premio Nobel y aprovechando que pasaba por su estante me ha parecido oportuna su lectura (no puedo recordar si de adolescente leí alguno de sus libros).
En una aldea china vive una familia compuesta por los abuelos, todavía activos, sus tres hijos y una hija, y la mujer y los dos hijos del mayor de los tres anteriores. En la ciudad más cercana a la aldea vive otra hija ya casada y con dos hijos. El marido de esta es comerciante de artículos de importación. Todos los que viven en la aldea son campesinos, es decir, trabajan la tierra para alimentarse, pagar los impuestos y el sobrante lo venden en la ciudad. Llevan una apacible vida ordenada y esperan que el futuro no sea diferente del pasado. Pero nada es para siempre, y la generación del hijo menor lleva consigo un cambio en el respeto a las generaciones anteriores y a las tradiciones milenarias y, sobre todo, el enemigo que conquista el país acaba con la vida apacible y ordenada que esperaban.
Una novela muy interesante de una escritora que escribe de forma muy llana y que muestra cómo era la vida en la China que ella conoció aunque, y es sólo mi opinión, creo que la terminó muy rápidamente, pues los últimos capítulos están dedicados a una cuestión muy concreta en relación al menor de los hijos de la familia protagonista sin dar salida a todas las situaciones que se ha ido planteando a lo largo de la historia. No obstante este último apunte, una obra de interesante lectura.




“Ling Tan alzó la cabeza.”


sábado, 23 de julio de 2016

Frederik Pohl: Pórtico (***)

(313 pág.; Bruguera)                         (48; junio de 2016; en Huesca)
Debo de estar muy generoso o poco exigente, pero es el sexto libro consecutivo que me parece de lectura imprescindible y este, encima, es de ciencia ficción. Hace más de cuatro años que leí el primero de este autor y también me gustó mucho. La próxima vez tardaré menos en volver a leer un libro suyo, pues ahora leo bastante más… y cada vez tengo menos libros en casa para repetir de un autor.
Este libro estaba previsto leerlo después del de Kaku, pero me pareció que era mejor leer uno que no fuera de un tema casi similar, y creo que fue un acierto, pues en este se habla de la puerta al espacio, de velocidades superiores al de la luz, de vida extraterrestre; es decir, una posibilidad futura novelada. Pero muy bien novelada.
La estructura de este libro es similar al de Ballinger que he leído hace poco: en un capítulo el protagonista explica su historia en la consulta de su robot psiquiatra y en el siguiente la acción avanza explicando qué le sucedió a él en el pasado cuando la humanidad accedió a un planeta abandonado hacía miles de años por una civilización muy superior y ahora podía usar sus naves, pero sin poder programar su destino, pues se desconoce la forma de hacerlo. Intriga, ciencia ficción, psicología, ¿qué más se puede pedir, si su lectura es interesante?




“Me llamo Robinette Broadhead, pese a lo cual soy varón”


domingo, 17 de julio de 2016

Yukio Mishima: Confesiones de una máscara (***)

(240 pág.; Alianza)                             (47; junio de 2016; en Huesca)
Hace mucho tiempo que deseaba leer algo de este autor así que se lo pedí a Anna para mi cumpleaños y a la vista está que lo consiguió.
Veinte años después de que Proust terminara su búsqueda se publicaban estas confesiones, y a mí me ha parecido que los personajes principales tenían puntos en común en cuanto a su introspección y a la necesidad y preocupación de ser aceptados por los que les rodean. Quizá ahí terminen los parecidos, pero la frase inicial que figura al pie de la portada creo que lo corrobora.
El niño y luego joven protagonista de este libro se siente atraído por la belleza en general, y la del cuerpo masculino en particular. Consciente de su diferencia respecto de los otros muchachos decide llevar una máscara que no permita ser visto tal como es y llega a sentir aprecio por la hermana de un amigo, dando la sensación de que terminarán casándose.
Aunque el personaje pueda parecer proustiano la manera de escribir de Mishima no es la del autor francés y este libro se lee con un interés que va aumentando a medida que avanza su lectura. Al personaje principal, además de la belleza, también le atraen la sangre y la barbarie y su creador no se abstiene de ser claro y directo en esto, así como en cuanto a su actividad sexual. Es un buen libro y tengo ganas de leer más de Mishima para ver qué temas trata y cómo los desarrolla.




“Durante mucho tiempo insistí en que había presenciado la escena de mi nacimiento.”


sábado, 16 de julio de 2016

Michio Kaku: Física de lo imposible (***)

(383 pág.; Debolsillo)                        (46; junio de 2016; en Huesca)
Eva me regaló este libro por Navidad para ver si aún tenía alguna neurona que me funcionara y yo me he tomado mi tiempo para ponerlas en forma, pero ha valido la pena.
Creo que con el título ya se tiene una idea bastante aproximada de lo que se va a encontrar en el interior, pero bajaré un poco al detalle: la invisibilidad, el teletransporte, la telepatía, la psicoquinesia, los robots, lo extraterrestres, las naves estelares, la antimateria, el viaje en el tiempo, los universos paralelos, y muchos otros temas tan interesantes como los anteriores.
No hace falta decir que este libro sólo será interesante para aquella persona que tenga interés en la ciencia, en saber cómo puede ser el futuro y el conocimiento tecnológico, pero por poca curiosidad que se tenga es un libro lo suficientemente interesante y está todo tan bien y claramente explicado que apetece leerlo. Otra cosa es que todo ello pueda llegar a ser como se dice, pero el rato pasado leyéndolo no nos lo quitará nadie.




“¡Escudos arriba!”


domingo, 10 de julio de 2016

Yasmina Khadra: El atentado (***)

(272 pág.; Alianza)                                        (45; junio de 2016)
En agosto del pasado año leí Lo que el día debe a la noche y se la aconsejé a Marisol y, aunque no le gustó tanto como a mí, se compró este libro y otro más que yo aún no he leído. Esto se llama retroalimentación.
Un médico árabe trabaja en un hospital de Israel y se comete un atentado cerca de ese centro por lo que se pasa todo el día en el quirófano. Cuando vuelve a su casa de madrugada su mujer aún no ha vuelto del viaje que ha hecho, pero no se alarma porque en más de una ocasión ha vuelto uno o dos días después y, además, se ha dejado el móvil y no puede contactar con ella. Se va a dormir y dos horas después es llamado desde el hospital por un policía amigo suyo que le insta a ir urgentemente a verle.
No explico más porque, además de tratar el tema de los atentados y el desencuentro entre judíos y palestinos, hay una intriga que vale la pena que sea el lector quien la descubra en su momento. La novela te engancha y no te suelta hasta su última página, por lo bien expuestos que están los temas que toca; por lo aterrador de la vida en Israel, pero también en Palestina, en el primer caso por los atentados, en el segundo por el trato que se da a su población. No es una novela para pasar el rato, pero es una gran historia.




“No recuerdo haber oído ninguna explosión.”


sábado, 9 de julio de 2016

Paul Bowles: Muy lejos de casa (***)

(139 pág.; Seix Barral)                                              (44; junio de 2016)
En esta estantería todavía hay cuatro o cinco autores por ser estrenados y Marisol, aunque no se acuerda muy bien de los cinco libros que le muestro, me señala este. Y es un pleno.
Bowles no sólo fue escritor sino que también fue músico y, si no lo recuerdo mal, pintor y vivió en muchos países, entre ellos Tánger y de sus experiencias construye esta historia con un estilo bien simple y llano y dirigido a contarnos lo que quiere, sin adornos innecesarios que oculten las sensaciones que sienten sus personajes.
Una mujer recién separada se va a vivir con su hermano a Africa y nos describe los días con temperaturas de cuarenta y seis grados, sin aire que circule, o bien los días en los que sí circula el aire y entonces todo se llena de arenilla y se vuelve irrespirable. Pero este librito, que se lee en menos de una hora, no busca que el lector sienta terror ante lo descrito, sino que únicamente lo conozca y que lo asuma como lo hacen los protagonistas: ahora nos toca vivir esto y ya pasará. Y a nosotros nos queda su sencilla, pero estupenda, historia.




“De día, su cuarto vacío tenía cuatro paredes, y las paredes contenían un espacio definido.”


domingo, 3 de julio de 2016

E.T.A. Hoffmann: Cuentos de música y músicos (***)

(305 pág.; Akal)                                             (43; junio de 2016)
Raquel y Pedro me regalaron este libro por Navidad y si no lo he leído hasta ahora era porque tenía varios nuevos y este no aparecía en eBook (gratis), así que lo he leído en papel. Es una suerte que la gente te regale libros pues es la manera de leer aquellos que seguramente no comprarías, como es el caso, pues ni lo habría visto. Y habría sido una lástima, porque así he conocido algunos de los famosos cuentos de Hoffmann, aunque en estos el tema común es la música, y porque sus cuentos son muy buenos.
En estos cuentos dedicados a la música o los músicos, tanto reales como imaginarios, Hoffmann va explicando historias en las que hay alguna intriga, bien en el carácter del protagonista o en algún suceso habido; también hay alguna narración con hechos sobrenaturales, por lo que su lectura me trajo a la memoria a Poe, aunque este último sea muchísimo más truculento. El último cuento, que se inicia con la frase que aparece al pie de la portada, está basado en el mismo libro en que Wagner tomó ideas para su ópera Los maestros cantores de Núremberg.
Hay una introducción muy interesante sobre la vida del autor, su época y los cuentos seleccionados. En resumen, una alhaja.




 “En la frontera entre la primavera y el invierno, en la noche del equinoccio, estaba uno sentado en un aposento solitario y tenía abierto ante sí el libro sobre el delicado arte de los maestros cantores de Johann Christoph Wagenseil.”     La contienda de los cantores


sábado, 2 de julio de 2016

Félix Lope de Vega y Carpio: Fuente Ovejuna (**)

(124 pág.; El País)                                          (42; junio de 2016)
Segundo libro que leo de Lope de Vega, pero me he llevado una decepción, pues no tiene la gracia (es un drama) de El perro del hortelano, ni las rimas son tan evidentes ni, por lo menos para mí, se termina de entender todo lo que dicen los personajes: las palabras que utilizan o no se entienden, por haber caído en desuso, o es lo que quieren decir lo que no se comprende.
 A Fuente Ovejuna, un pueblo de Córdoba, llega un comendador que es un cretino integral: trata mal a los lugareños, quiere abusar de las mujeres, se pavonea de ello y, en el colmo de la visión política, va en contra de los Reyes Católicos. Como lo que mal empieza mal acaba, así acaba él y no creo descubrir a nadie el final de la historia (que lo es, pues relata un suceso habido en realidad) si escribo la tan manida frase: “¿Quién mató al comendador? ¡Fuente Ovejuna, señor!”
A mucha gente le he oído decir la frase anterior y después de haber leído la novela, aunque no he visto la obra de teatro, me he preguntado si todos los que la dicen saben algo más de la obra o el suceso histórico, pues como no me ha parecido de lectura fácil me sorprendería muy gratamente.




“COMENDADOR                    ¿Sabe el Maestre que estoy en la villa?”