(495 pág.; Galaxia Gutemberg) (50; julio de 2016) (Premio
Nobel 1956)
Al igual
que se come por los ojos, también se lee por ellos. Hace ya tiempo que se los
tenía echados a este libro porque su editorial es una de las más cuidadosas con
la presentación, a la vez que interesantes sus contenidos. Así que cuando le ha
llegado el turno de repetir este autor he cogido este libro (el último que
tenemos de él y no lo he encontrado en digital libre) con muchas ganas.
La
presentación del editor me ha puesto en antecedentes: aquí están todos los
poemas que escribió Jiménez desde que salió de España cuando estalló la guerra
civil, casi veinte años de trabajo y altibajos en su frágil salud. Las notas al
final del libro, que ocupan un centenar de páginas, dan mucha información de
cada uno de los poemas y se nota que Alfonso Alegre ha dedicado buena parte de
su vida a almacenar tanto conocimiento del autor y del cómo, porqué y cuándo
concibió, escribió o publicó cada uno de ellos. Ha sido un placer su lectura.
Y ahora a
lo importante: lo escrito por el poeta. El miércoles pasado estaba viendo un
concurso de cocina en la televisión y uno de los grandes cocineros del mundo
enseñaba a los concursantes a confeccionar su steak tartar: estuvo unos veinte minutos y utilizó un sinfín de
productos y medios de elaboración diferentes. Yo le dije a Marisol que si me lo
servían a mí sería como desperdiciarlo, pues me sería imposible apreciar los
múltiples sabores que se encontraban en ese plato y menos adivinar lo que se
había utilizado y cómo.
Yo tengo un
conocimiento más que suficiente del castellano, por lo menos así lo creo, y las
palabras que aparecen en los poemas de este libro las conocía en un noventa y
cinco por ciento, aproximadamente. La unión de las palabras convertidas en
poemas no las he entendido ni en un mísero cinco por ciento. La parte que más
me ha gustado es la dedicada a Zenobia, su esposa, De ríos que se van. Me ha gustado, pero tampoco la he entendido
bien. Está claro que soy un animal al que le gusta más la carne cruda que un bien
elaborado steak tartar.
“Yo en amor, olvidado
de todo el universo,
yo en amor solo todo
rodeado de la nada,
en amor infinito,
olvidado
por
amante y amada.”
Remordimiento humano (final)
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