sábado, 30 de julio de 2016

Juan R. Jiménez: Lírica de una Atlántida (*/**)

(495 pág.; Galaxia Gutemberg)   (50; julio de 2016)   (Premio Nobel 1956)
Al igual que se come por los ojos, también se lee por ellos. Hace ya tiempo que se los tenía echados a este libro porque su editorial es una de las más cuidadosas con la presentación, a la vez que interesantes sus contenidos. Así que cuando le ha llegado el turno de repetir este autor he cogido este libro (el último que tenemos de él y no lo he encontrado en digital libre) con muchas ganas.

La presentación del editor me ha puesto en antecedentes: aquí están todos los poemas que escribió Jiménez desde que salió de España cuando estalló la guerra civil, casi veinte años de trabajo y altibajos en su frágil salud. Las notas al final del libro, que ocupan un centenar de páginas, dan mucha información de cada uno de los poemas y se nota que Alfonso Alegre ha dedicado buena parte de su vida a almacenar tanto conocimiento del autor y del cómo, porqué y cuándo concibió, escribió o publicó cada uno de ellos. Ha sido un placer su lectura.

Y ahora a lo importante: lo escrito por el poeta. El miércoles pasado estaba viendo un concurso de cocina en la televisión y uno de los grandes cocineros del mundo enseñaba a los concursantes a confeccionar su steak tartar: estuvo unos veinte minutos y utilizó un sinfín de productos y medios de elaboración diferentes. Yo le dije a Marisol que si me lo servían a mí sería como desperdiciarlo, pues me sería imposible apreciar los múltiples sabores que se encontraban en ese plato y menos adivinar lo que se había utilizado y cómo.

Yo tengo un conocimiento más que suficiente del castellano, por lo menos así lo creo, y las palabras que aparecen en los poemas de este libro las conocía en un noventa y cinco por ciento, aproximadamente. La unión de las palabras convertidas en poemas no las he entendido ni en un mísero cinco por ciento. La parte que más me ha gustado es la dedicada a Zenobia, su esposa, De ríos que se van. Me ha gustado, pero tampoco la he entendido bien. Está claro que soy un animal al que le gusta más la carne cruda que un bien elaborado steak tartar.






“Yo en amor, olvidado
de todo el universo,
yo en amor solo todo
rodeado de la nada,
en amor infinito,
olvidado
por amante y amada.”

Remordimiento humano (final)


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