(139 pág.; Seix Barral) (44;
junio de 2016)
En esta estantería todavía hay cuatro o cinco autores por
ser estrenados y Marisol, aunque no se acuerda muy bien de los cinco libros que
le muestro, me señala este. Y es un pleno.
Bowles no sólo fue escritor sino que también fue músico
y, si no lo recuerdo mal, pintor y vivió en muchos países, entre ellos Tánger y
de sus experiencias construye esta historia con un estilo bien simple y llano y
dirigido a contarnos lo que quiere, sin adornos innecesarios que oculten las
sensaciones que sienten sus personajes.
Una mujer recién separada se va a vivir con su hermano a
Africa y nos describe los días con temperaturas de cuarenta y seis grados, sin
aire que circule, o bien los días en los que sí circula el aire y entonces todo
se llena de arenilla y se vuelve irrespirable. Pero este librito, que se lee en
menos de una hora, no busca que el lector sienta terror ante lo descrito, sino
que únicamente lo conozca y que lo asuma como lo hacen los protagonistas: ahora
nos toca vivir esto y ya pasará. Y a nosotros nos queda su sencilla, pero
estupenda, historia.
“De día, su cuarto vacío tenía
cuatro paredes, y las paredes contenían un espacio definido.”
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