domingo, 30 de abril de 2017

John Lanchester: En deuda con el placer (*/**)

(58 de 218 pág.; Anagrama)                           (20; abril de 2017; en Huesca)
Tengo la desgracia de toparme con este libro en la estantería oportuna y no lo aguanto ni sesenta páginas: el autor ha querido dejar constancia de todos sus conocimientos, además del de la cocina, obviamente, y este cocido se hace bastante difícil de pasar.
Para no dejarlo en un solo párrafo ampliaré con ejemplos lo dicho en el anterior: aparecen suficientes personas conocidas como para demostrar que es un intelectual o, cuando menos, que ha leído un diccionario biográfico; se cree que todos cocinamos y, además, conocemos los platos o productos en los idiomas originarios; y, además, los sitúa geográficamente, no a nivel de países sino de las regiones en las que se producen o de las que provienen dichos platos. En resumen, intragable.




“Este no es un libro de cocina convencional.”


sábado, 29 de abril de 2017

Pär Lagerkvist: Muerte de Ahasverus (**/***)

(117 pág.; Emecé)     (19; abril de 2017; en Huesca)    (Premio Nobel 1951)
¡Qué difícil es encontrar un libro de este autor! Lo que demuestra que ninguna fama es bastante, que el paso del tiempo todo lo borra, pero… ahí está la gente que digitaliza libros y los cuelga en internet. A lo mejor eso es lo que se encontrarán esos seres de otros mundos a los que nos empeñamos en dejarles aquí y allá objetos creados por nosotros. Pero vayamos con Ahasverus.
Un hombre llega a un albergue en el que están alojados muchos peregrinos y allí se encuentra con dos personas muy singulares: un hombre, que dice no ser peregrino; y una mujer, que vive de ellos y que acusa a aquel de haber sido quien la pervirtiera. A la mañana siguiente, cuando los peregrinos se marchan, los tres juntos inician su peregrinaje.
En una pequeña entrada se explica que este relato está exento de artificios retóricos, que muestra la preocupación de Lagerkvist por los temas vinculados al orden metafísico y que, a través del simbolismo del judío errante, el lector descubre el sentido al término del libro. Yo no tuve esa suerte, aunque me gustó.




 “A un albergue para peregrinos que van a Tierra Santa llegó una noche un hombre que parecía perseguido por los relámpagos.”


domingo, 23 de abril de 2017

Camilla Läckberg: La princesa de hielo (**)

(367 pág.; Maeva)                                         (18; abril de 2017)
Cuando le comenté a Marisol que había cogido este libro para leerlo me dijo que era una autora de crímenes para mujeres, y debía saber de qué hablaba pues ha leído ya varios de ella. Una vez leído, confirmo lo anterior y recuerdo que una vez ya hablé al respecto. Esta primera novela es de lectura e intríngulis sencillos, pero entretenida.
La protagonista de la novela (y de las siguientes) es una escritora de biografías de escritoras nórdicas que, debido a que pasa por delante de la casa de una antigua amiga suya, encuentra a dicha persona muerta en la bañera y con las muñecas cortadas con una hoja de afeitar. La madre de la suicida insiste en que su hija nunca lo habría hecho, pero nada parece indicar lo contrario. La familia le pide a la protagonista que escriba un panegírico sobre la difunta, lo que le llevará a investigar y bucear en el pasado de ambas y de la gente que tuvo relación con ellas.




“La casa estaba desierta y vacía.”


sábado, 22 de abril de 2017

Patrick Rothfuss: El nombre del viento (***)

(877 pág.; Plaza & Janés)                              (17; abril de 2017)
Cada cincuenta libros le pido a Anna que me aconseje uno de un autor que yo no haya leído. Cuando estaba cerca de los quinientos Anna me dijo que ya lo tenía y al llegar a esa cifra me suelta este libro. Me asusté: novecientas páginas y de fantasía. Pero ella lee algunos de los que le aconsejo y yo hago lo propio. Y hasta ahora me ha ido muy bien.
Es un libro muy bueno. No voy a negar que se encuentra dentro de la temática de fantasía, pero en absoluto puede considerarse al ciento por ciento. Es más, salvo un par de capítulos en los que aparece un animal fantástico, el resto puede ser leído como una historia intemporal que mezcla conocimientos medievales con otros posteriores, pero suficientemente bien contados como para que su lectura sea agradable y amena, aunque no te gusten los libros de este tenor.
Y ahora un brevísimo resumen de las primeras líneas: en una posada de mala muerte una noche hay más de un cliente habitual y uno de ellos descubre que el posadero no es quien dice ser, sino que tiene un pasado que anda en boca de todos y él quiere escribir su verdadera historia. Convencido el posadero, empieza a explicar su vida desde que era un niño que andaba con la troupe de su padre de pueblo en pueblo representado comedias.




“Volvía a ser de noche.”


domingo, 2 de abril de 2017

Hammurabi: Código (***)

(189 + 52 + 249 pág.; Tecnos)                                   (16; marzo de 2017)
Ve a saber de dónde saqué que era interesante leer este libro, pero sí sé que fue hace mucho tiempo, pero mira por dónde, llega al primer lugar, se lo pido a Anna y me lo regala para la Navidad pasada. Lo he ido leyendo poco a poco, pues leerlo seguido como una novela me parecía demasiado absorbente. No obstante, el libro ya está en el anaquel y su lectura sí ha sido muy interesante.
Ante todo hay que mencionar con sus dos apellidos al Profesor Federico Lara Peinado, pues el Código es más de él que del rey que figura como autor. El Código tiene una extensión de 52 páginas nuestras (en realidad, es un pedrusco del tamaño del jugador de baloncesto más alto y labrado por las dos caras con caracteres cuneiformes), pero el Profesor Lara nos hace una introducción de casi doscientas páginas para ponernos en situación y, después de los artículos del Código, nos lo va explicando con doscientas cincuenta páginas más de notas. Además lo ha traducido él mismo. Me he quedado anonadado.
Entre los artículos del Código encontramos del tipo civil (matrimonio, herencias, hijos adoptivos, divorcio); mercantil (precio de las cosas, de los trabajos de artesanos y profesionales, de los animales y esclavos); penal (qué castigos merece el que causa daño a una persona, a un animal, o a un bien, mayormente basados en el “ojo por ojo”); etc.
Hammurabi se despide maldiciendo y pidiendo a los dioses infinitos tormentos a aquel sucesor que no aplique su Código; yo, que soy más humilde, pediré que si alguien me hace caso y lee este libro lo disfrute a pesar de que pueda parecer que no lo es.




“Cuando el sublime Anum, rey de los Anunnaku, (y) Enlil, señor de los cielos y de la tierra, el cual prescribe los destinos del País, determinaron para Marduk, el hijo primogénito de Enki, la divina soberanía sobre la totalidad del género humano, (cuando) le hubieron magnificado entre los Igigu, (cuando) hubieron proclamado el sublime nombre de Babilonia (y) lo hicieron el más poderoso en…”


sábado, 1 de abril de 2017

Christian Jacq: El juez de Egipto (*/**)

(leídas 340 de 972 pág.; Booket)                              (15; marzo de 2017)
Este libro consta de tres libros a su vez y, a pesar de que tenemos varios más, he tardado en cogerlo porque la primera línea de la portada me daba mala espina, y así ha sido.
El autor ganó un premio de la Academia francesa por un libro sobre la historia de Egipto, por lo que me hace pensar que debe saber de lo que habla y que ha ido destilando a lo largo de la novela que he leído, pero eso no quiere decir que la historia que cuenta, o cómo la cuenta, sea buena. A mi gusto es de género juvenil y, a mi edad, ya no interesa tanto. También me ha recordado aquellas novelitas que los hombres llevaban en el bolsillo de atrás y que leían en el metro en los lejanos años setenta (de mi época).
En una pirámide se comete un robo y a causa del mismo mueren varios de sus guardianes. Un joven juez acaba de ser enviado a Menfis y conoce a una mujer que está a punto de acabar sus estudios en medicina. Este juez tendrá que vérselas con un comerciante que cobra tasas injustas, con el jefe de policía que hace la vista gorda, con un militar que hace algo más y, a su paso, todos le pondrán impedimentos. Y de fondo, esas misteriosas muertes.



“Una noche sin luna envolvía la gran pirámide sobre un manto de tinieblas.”