domingo, 2 de abril de 2017

Hammurabi: Código (***)

(189 + 52 + 249 pág.; Tecnos)                                   (16; marzo de 2017)
Ve a saber de dónde saqué que era interesante leer este libro, pero sí sé que fue hace mucho tiempo, pero mira por dónde, llega al primer lugar, se lo pido a Anna y me lo regala para la Navidad pasada. Lo he ido leyendo poco a poco, pues leerlo seguido como una novela me parecía demasiado absorbente. No obstante, el libro ya está en el anaquel y su lectura sí ha sido muy interesante.
Ante todo hay que mencionar con sus dos apellidos al Profesor Federico Lara Peinado, pues el Código es más de él que del rey que figura como autor. El Código tiene una extensión de 52 páginas nuestras (en realidad, es un pedrusco del tamaño del jugador de baloncesto más alto y labrado por las dos caras con caracteres cuneiformes), pero el Profesor Lara nos hace una introducción de casi doscientas páginas para ponernos en situación y, después de los artículos del Código, nos lo va explicando con doscientas cincuenta páginas más de notas. Además lo ha traducido él mismo. Me he quedado anonadado.
Entre los artículos del Código encontramos del tipo civil (matrimonio, herencias, hijos adoptivos, divorcio); mercantil (precio de las cosas, de los trabajos de artesanos y profesionales, de los animales y esclavos); penal (qué castigos merece el que causa daño a una persona, a un animal, o a un bien, mayormente basados en el “ojo por ojo”); etc.
Hammurabi se despide maldiciendo y pidiendo a los dioses infinitos tormentos a aquel sucesor que no aplique su Código; yo, que soy más humilde, pediré que si alguien me hace caso y lee este libro lo disfrute a pesar de que pueda parecer que no lo es.




“Cuando el sublime Anum, rey de los Anunnaku, (y) Enlil, señor de los cielos y de la tierra, el cual prescribe los destinos del País, determinaron para Marduk, el hijo primogénito de Enki, la divina soberanía sobre la totalidad del género humano, (cuando) le hubieron magnificado entre los Igigu, (cuando) hubieron proclamado el sublime nombre de Babilonia (y) lo hicieron el más poderoso en…”


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