domingo, 22 de julio de 2012

Rudyard Kipling: Kim (***)


(444 pág.; Debolsillo)           (27; junio de 2012)          (Premio Nobel 1907)
            
Esta es la novela más larga escrita por Kipling y en ella nos muestra la India (¿por qué unos países van con artículo y otros no?) que todos tenemos en mente: la India bajo el imperio inglés. La acción se desarrolla a mediados del siglo XIX y explica la historia de Kim, un mozalbete que pasa a servir a un lama tibetano, pero dada su inteligencia es aleccionado a ingresar en una escuela del ejército para ser utilizado en el futuro como espía británico. A través de los personajes secundarios que van apareciendo en la novela, se nos muestra la vida en ese momento de ese país tan singular, con sus clases sociales y la interrelación que se estableció entre los indios y los sahib.
       
El personaje de Kim es muy divertido, pues su inteligencia le permite desenvolverse en la situaciones más comunes de la vida india (un toro se come la fruta de una tienda y él le da una patada y le dice a la frutera que le de algo a cambio, pues el toro ya no volverá a molestarla), o en las peligrosas de su vida como espía. Kim es muy respetuoso con el lama y le resuelve el sustento diario, lo que a su vez, se traduce en que el lama se encariñe con el muchacho y le ayude a prepararse para el futuro.

Es una novela a todas luces muy recomendable, a cualquier edad, para los que han ido a la India, los que quisieran haber ido o los que como yo, les gustaría haber ido a la India, haber vuelto y haberse quedado con el regusto del conocimiento y disfrute adquiridos, pero habiendo olvidado ya las incomodidades que le supongo a este viaje (visto desde el sillón sobre el que escribo esto con el aire acondicionado funcionando). En resumen, un libro y una India maravillosos.




“Se encontraba, desafiando las leyes municipales, sentado a horcajadas en el cañón Zam-Zamma, que estaba montado sobre una plataforma de ladrillo ubicada justo enfrente de la antigua Casa de las Maravillas, como llaman los nativos al museo de Lahore.”

eBook: la edición que encontré tiene líneas con saltos y las explicaciones unas pantallas más allá, con lo que la lectura se convierte en un continuo ir y venir, pero a caballo regalado …



domingo, 15 de julio de 2012

Isaac Asimov: El fin de la eternidad (**)


(275 pág.; Martínez Roca)                            (26; junio de 2012)

Cada vez me gusta más la ciencia ficción. Puede que sea porque Marisol tiene (dentro de los muchos) buenos libros, pero el caso es que disfruto leyendo lo que hace sólo dos años creía que no me gustaba.

Obviamente, el autor no necesita presentación ya que es uno de los mejores escritores de este género. La novela trata de unos programadores del futuro de la humanidad, es decir, de los encargados de estudiar qué mejora se puede hacer en acontecimientos del pasado para que mejore, globalmente, el futuro. Esto da pie a viajes de centenas y millares de siglos, de tal manera que puede llegar a sentirse vértigo temporal.

Entretenida historia en la que los personajes no hablan del año en que nacieron sino del siglo al que están adscritos ¡pero son números de tres y cuatro dígitos!




“Andrew Harlan entró en la cabina.”

eBook: cuando convertí este libro en un .mobi me parecía leer poesía: cada dos líneas había una en blanco, es decir, parecían pareados. Leí unas pocas páginas y cansado fui al Calibre a ver qué podía hacer. Y se puede mejorar mucho: en la solapa Convertir hay una pestaña Procesamiento heurístico que activándola mejora la presentación quitando líneas y guiones innecesarios, entre otras cosas. ¡Qué buen programa!



domingo, 8 de julio de 2012

Ernest Hemingway: Adiós a las armas (*/**)


(315 pág.; Club Bruguera)     (25; junio de 2012)     (Premio Nobel 1954)

Hay veces que uno espera mucho más de un libro, pues el título es muy conocido y/o el autor es uno de los grandes. Y este es el caso.

No tardaré mucho en la descripción del libro: es una historieta de amor entre un soldado americano y una enfermera en Italia durante la Segunda Guerra Mundial, basada en vivencias propias. Y nada más.

Aunque volveré a leer más libros de él, en este caso prefiero La piel de Curzio Malaparte (25; junio de 2010).




“Aquel año, al final del verano, vivíamos en una casa de un pueblo que, más allá del río y de la llanura, miraba a las montañas.”

eBook: a partir de ahora ya no mencionaré que no encuentro un libro que quiero leer en una librería, pues es lo habitual. En todo caso, lo contrario será la excepción. Encontré la misma traducción y era correcta su digitalización.


domingo, 1 de julio de 2012

Gonzalo Torrente Ballester: La saga/fuga de J. B. (*)


(701 pág., leídas 633; El País)                                   (24; junio de 2012)

He de ser inclemente. No puede ser que me trague, literalmente, más de 600 páginas de un libro que a la doscientas dejó de interesarme por ser de un surrealismo tal que se me hacía ininteligible. No puede ser y quiero hacer votos para que no vuelva a ser. Tengo muchos libros, a priori muy interesantes, para leer como para perder tanto tiempo con uno que, compruebo, ya no me interesa.

La historia versa sobre un pueblo imaginario de Galicia en el que un grupo de hombres forma un club y adoptan nombres de los componentes de la Mesa Redonda. En el tiempo, personas de iniciales J.B. se suceden, trastocan y desaparecen periódicamente. Un grupo de mujeres conoce un secreto que sólo se pasan de madres a hijas.

A pesar del primer párrafo, el conocimiento del castellano de Torrente Ballester es tan profundo que fue un placer tener que ir a buscar tantas palabras al diccionario. Asimismo, la igualdad sexual que les da a las mujeres de ese pueblo y un inicio prometedor hacen que, con el tiempo, vuelva a leer un libro suyo y sin prejuicios.




¡Veciños, veciños, roubaron o Corpo Santo!

eBook: no encontré una librería que vendiera este libro, pero la edición que “navega” es correcta.

bibpubdig: recibí un correo electrónico indicándome que había una reclamación de derechos de autor en un archivo que había subido. Tiempo me faltó para borrarlos todos. ¡Mira que llegan a haber archivos compartidos en internet y me ha tocado a mí! En fin, hasta aquí hemos llegado con la semilla de la Biblioteca Pública Digital: duró menos que un copo de nieve en verano.