sábado, 25 de mayo de 2019

Simone de Beauvoir: La mujer rota (***)


(272 pág.; Pocket)                              (23; mayo de 2019)
Segundo libro que leo de ella y me quedo con ganas de leer más. La capacidad de análisis de situaciones en las que se puede encontrar una mujer y cómo hacer de ello un relato interesante, entretenido, que no decaiga y, ahora viene lo malo, real, duro, amargo para la protagonista, evidenciando que, en muchas ocasiones, a pesar de haber sido lesionada en sus anhelos o derechos, o creer que lo ha sido, la salida no existe para ella, pues el pasado no puede rehacerse y el presente y el futuro implican vivir con el sinsabor de que no sucedieran las cosas como ella esperaba y sin posibilidad de arreglo.
En La mujer rota una esposa acepta que su marido tenga una amante con la idea de que, como él es un intelectual, se aburrirá de ella. Pero la situación dura meses y meses y él, cada vez más, quiere seguir con la amante.
En el siguiente relato, otra mujer intelectual rechaza seguir teniendo relación con su hijo porque este ha dejado la posibilidad de enseñar en la universidad por entrar en la Administración. No solo circunscribe su enfado a su hijo, sino que la relación con su marido también se deteriora.
El último es el monólogo de una cascarrabias que vive sola y que achaca todos sus males a la humanidad completa: los vecinos porque hacen ruido en las fiestas de cumpleaños y la noche vieja, el tránsito porque hace ruido también, y a su familia porque no la apoyan suficiente y por eso nadie le hace caso cuando se queja de todos los males que la acucian.




“Extraordinario decorado el de este bosquejo de ciudad abandonada en los confines de un pueblo y al margen de los siglos.”
La mujer rota




domingo, 19 de mayo de 2019

Philip Kerr: Si los muertos no resucitan (**/***)


(512 pág.; RBA)                                  (22; mayo de 2019)
Este sistema de pillar un libro de la estantería de un autor que no haya leído es bueno para mí, pues de esta forma me obligo a leer a todos los autores que tenemos y no solo a aquellos cuyas portadas me inducen o me suenan de algo. A Kerr no lo conocía de nada y su portada, aunque me gusta, no sé si habría sido determinante para escogerlo. Ha sido una sorpresa muy agradable e interesante.
El protagonista es un detective de hotel, ex policía debido a su poca habilidad para morderse la lengua, pero lo suficientemente bueno como para que en los años iniciales del nazismo no pasara a mejor vida. En esa vida se cruza una periodista estadounidense que quiere documentarse de los abusos de poder sobre los judíos, para evitar que se celebren los Juegos Olímpicos en Berlín, y también está un empresario del mismo país que está haciendo negocios con los constructores de las instalaciones olímpicas. Todo ello acarreará serios problemas para el protagonista, pero no será en Berlín donde se llegue al desenlace de la historia, sino en La Habana de Bautista, donde tiempo después se encontrarán estos tres personajes. El sarcasmo del ex policía en sus expresiones y opiniones lo equipara a cualquier detective de los mejores años de la novela negra americana.




“Era un sonido de los que se confunden con otra cosa cuando se oyen a lo lejos: una sucia gabarra de vapor que avanza humeando por el río Spree; una locomotora que maniobra lentamente bajo el gran tejado de cristal de la estación de Anhalter; el aliento abrasador e impaciente de un dragón enorme, como si un dinosaurio de piedra del zoológico de Berlín hubiese cobrado vida y…”




sábado, 18 de mayo de 2019

Joe Dispenza: El placebo eres tú (*)


(leídas 28 de 382 pág.; Urano)                                 (21; mayo de 2019)
Por Navidad Ana, que no Anna, me regaló este libro. Toda una amabilidad que no me esperaba. Aunque el tema no es de mi cuerda hace unos días me propuse leerlo y ver hasta dónde llegaba. Ahora dejaré hablar al libro:
      - impreso en la portada: “6º edición”; página 6: “1ª edición” – publicidad engañosa
·   - solapa contraportada: “Joe Dispenza… tras lesionarse varias vértebras, volvió a caminar… sin someterse a cirugía.”; página 6: “El autor… solo pretende… ayudar en la búsqueda del bienestar emocional y espiritual.” - ¿a qué viene lo de las vértebras?
· - el prólogo es un panegírico y entre sus perlas, la página 14: “… neuroplasticidad autodirigida… Entrégate con entusiasmo al proceso y despréndete de los pensamientos, los sentimientos y los puntos de referencia biológicos que te han estado limitando, ya que no tienes nada que perder.” – salvo tu tiempo
  - página 18: “… cada día me centraría en esa inteligencia que habitaba en mí y le encomendaría un plan, una plantilla, una visión con órdenes muy concretas, y luego dejaría que esa mente superior dotada de poderes ilimitados se encargara de mi curación,…” - ¿poderes ilimitados?
       -   página 21: “Nueve semanas y media después del accidente…” – un toquesonrisa vertical”
·  -  página 227: “… la materia física no existe o se manifiesta hasta que es observada,… cuando dejamos de prestarle atención de desvanece y vuelve al lugar de donde vino.” - ¿ah, sí? ¿de dónde?
·   - en la misma página, capítulo “La mente cuántica”: “La materia se está constantemente transformando y pasando de manifestarse en materia a desaparecer en energía (de hecho unas 7,8 veces por segundo).” - ¿desaparecer?; 7,8 veces ¿qué físico lo ha demostrado, o lo ha comprobado él?
·   -  y, por último, porque esto es una tomadura de pelo, en la inefable página: “Es decir, si te imaginas una situación futura que desees vivir en tu vida, esta realidad ya existe como una posibilidad en algún lugar del campo cuántico –más allá del tiempo y del espacio– esperando a que la observes.” – le creería si pudiera ver su accidente y la mencionada recuperación cuántica. Antes de esta teoría los tipos como Despenza vendían crecepelos en el oeste.







“Yo nunca busqué hacer la labor a la que me dedico como conferenciante, autor e investigador, fue ella la que me encontró a mí.”




domingo, 12 de mayo de 2019

Fernando Marañón: Gilda en los Andes (**/***)


(410 pág.; Berenice)                          (20; mayo de 2019)
Eva me regaló este libro en Navidad y, como aún no está gratilizado, lo he leído a mano. No sé si ella ha leído algo de este autor o se ha basado en que la historia va de cine, pero el resultado de su lectura ha sido muy placentero. Hay multitud de referencias cinematográficas de todo el mundo y también del teatro en España. Para los que nos gustan ambas artes es divertido encontrarse referencias que van desde los años cincuenta hasta nuestros días.
Hay tres historias entremezcladas y la de los espías de Dinamarca se me ha hecho confusa y, quizá, podría haberse tratado de otra forma; no obstante, la historia principal es interesante, entretenida y el capítulo del rodaje de una película en el teatro es divertido y entrañable, tanto en relación a los que trabajan en el cine como a los del teatro: es el capítulo nueve de la segunda parte y vale la pena leerlo aunque no se haya leído nada más.
La familia del protagonista ha sido coleccionista de películas o retazos de ellas que no circulan habitualmente. Su interés por el cine ha sido tanto que la filmoteca de Cádiz fue regida por su padre y ahora la dirige él. Pero la crisis va a hacer que tenga que tomar una decisión crítica: la única manera de conseguir fondos para que siga subsistiendo será vendiendo una rara película de un director danés. Pero hay más gente que la persigue y mezquinas intenciones. En un festival de cine noruego se encontrarán todos los interesados y solo uno podrá llevarse la cinta. (No he estado nunca en Cádiz, pero sí en la ciudad noruega del festival y la iglesia que aparece en el libro es tan bella como se describe).




“Gorm Thorning ofreció café a su invitado.”



sábado, 11 de mayo de 2019

Thomas Bernhard: El sobrino de Wittgenstein (**/***)


(144 pág.; Anagrama)                                   (19; abril de 2019)
Ve a saber dónde leí que este libro era interesante, pero lo apunté y apareció en la lista de diez que le di a Anna para que eligiera uno que me regalaría para Navidad. No conocía al autor ni al sobrino del filósofo del que no he leído una línea ni sé qué proponía. Pero resulta que el sobrino era tan buen filósofo como el tío aunque no escribió nada y el autor es de los más reconocidos autores alemanes posteriores a la Segunda Guerra Mundial. A pesar de ello, lo aconsejo a aquellos lectores que puedan aguantar ciento cincuenta páginas sin diálogos y, casi, sin puntos y aparte.
Bernhard comienza describiendo su estancia en el hospital debido a la enfermedad que tuvo que soportar toda su vida. No tenía muchas posibilidades de sobrevivir pero lo hizo y dejó constancia de ello y se explayó de todo lo que le molestó del hospital. En la sección de psiquiatría estaba ingresado el sobrino del filósofo y, como eran amigos, el escritor deseaba recuperarse para poder visitarlo. En ello se pasa sus buenas hojas y lo deja para explicar, por ejemplo, cuando viajaron durante todo un día para encontrar un diario y, como no lo consiguieron, se lamentaron amargamente dejando a la sociedad por los suelos.
Todo el libro es así: saca a relucir lo mejor y lo peor de él mismo, de su amigo y otras personas, de los establecimientos que visita (cafés, tiendas, hoteles) e incluso de las ciudades en las que vive. Habla de la amistad y reconoce que el ser humano no desea tener a su alrededor ni la enfermedad ni la muerte y lo dice en primera persona y refiriéndose a la persona de su amigo. No es una lectura fácil ni agradable, pero inteligente y muy sincera. No me arrepiento de haberlo leído.




“En mil novecientos sesenta y siete, en la Baumgartnerhöhe, una de las religiosas que trabajaban allí, incansablemente, en el pabellón Hermann, me dejó sobre la cama Trastorno, que acababa de aparecer y que había escrito yo un año antes en Bruselas, en la rue de la Croix 60, pero no tuve fuerzas para coger el libro porque sólo hacía unos minutos que me había despertado de la…”



domingo, 5 de mayo de 2019

Lucia Berlin: Una noche en el paraíso (***)


(282 pág.; Alfaguara)                        (18; abril de 2019)
El amigo invisible de esta Navidad me regaló este libro: señal que conocía mis gustos o es de los míos, pero en cualquier caso una muy buena elección. Hace medio año escaso que leí el que la ha hecho famosa cuando ya no puede enterarse de ello: una lástima, pues la dura vida que llevó merecía que se le hubiera reconocido su habilidad en construir relatos en los que se describe una situación o unos hechos sin antecedentes y que, mayoritariamente, acabarán sin un final determinado, definido o concluyente.
Mientras los iba leyendo quería imaginarme en qué década del pasado siglo se desarrollaba la historia y la sensación que me producía era que pertenecía a los años veinte o treinta, siendo, en realidad, de los setenta, ochenta o noventa. Esa intemporalidad, cuando menos para mí, me hace pensar que son como retazos de historias que suceden mientras el tiempo se ha detenido: la acción transcurre, pero es como si pasara en un instante y, para el lector, tampoco avanza el tiempo, cosa que es totalmente falsa y se entera al día siguiente por el sueño que arrastra hasta que acaba con esa noche en el paraíso. Berlin, una de las grandes en el mundo de las historias pequeñas.



“De niña intentaba apresar el momento exacto en que pasaba de la vigilia al sueño.”
Perdida en el Louvre



sábado, 4 de mayo de 2019

Arnaldur Indridason: Río negro (**)


(352 pág.; RBA)                      (17; abril de 2019; leído en Aigues Mortes)
No hace ni quince días que lo he leído y la trama ya está en mi nube, es decir, en la nebulosa de mi consciente. Este es un nuevo autor de los que tenemos en las estanterías y que me obligo a leerlos para no caer siempre en los clásicos o repetir aquellos que más me han gustado. Toda historia que quiera ser recordada ha de ser singular, sorprendente o muy bien contada para que trascienda a las que hemos leído o vamos a leer, sin que ello quiera decir que no puedan ser aconsejadas, como es el caso, pero sin mayor enjundia, aunque no toda la culpa tiene que ser del autor, pues mi memoria tampoco es para alardear de ella. Interesante nomenclatura la de los nombres y apellidos.
El cuerpo de un hombre joven aparece degollado en su casa, rodeado de sangre y cargado de una sustancia para inhibir la capacidad. No ha habido ningún robo y lo único extraño es la prenda de vestir que lleva, pues no parece de su talla, y un chal, lo que lleva a la policía a la conclusión de que hubo una mujer con él.




Se puso vaqueros negros, camisa blanca y chaqueta cómoda, se calzó los zapatos de fiesta que tenía desde hacía tres años y pensó en los locales del centro que una de ellas había mencionado.