domingo, 19 de mayo de 2019

Philip Kerr: Si los muertos no resucitan (**/***)


(512 pág.; RBA)                                  (22; mayo de 2019)
Este sistema de pillar un libro de la estantería de un autor que no haya leído es bueno para mí, pues de esta forma me obligo a leer a todos los autores que tenemos y no solo a aquellos cuyas portadas me inducen o me suenan de algo. A Kerr no lo conocía de nada y su portada, aunque me gusta, no sé si habría sido determinante para escogerlo. Ha sido una sorpresa muy agradable e interesante.
El protagonista es un detective de hotel, ex policía debido a su poca habilidad para morderse la lengua, pero lo suficientemente bueno como para que en los años iniciales del nazismo no pasara a mejor vida. En esa vida se cruza una periodista estadounidense que quiere documentarse de los abusos de poder sobre los judíos, para evitar que se celebren los Juegos Olímpicos en Berlín, y también está un empresario del mismo país que está haciendo negocios con los constructores de las instalaciones olímpicas. Todo ello acarreará serios problemas para el protagonista, pero no será en Berlín donde se llegue al desenlace de la historia, sino en La Habana de Bautista, donde tiempo después se encontrarán estos tres personajes. El sarcasmo del ex policía en sus expresiones y opiniones lo equipara a cualquier detective de los mejores años de la novela negra americana.




“Era un sonido de los que se confunden con otra cosa cuando se oyen a lo lejos: una sucia gabarra de vapor que avanza humeando por el río Spree; una locomotora que maniobra lentamente bajo el gran tejado de cristal de la estación de Anhalter; el aliento abrasador e impaciente de un dragón enorme, como si un dinosaurio de piedra del zoológico de Berlín hubiese cobrado vida y…”




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