domingo, 26 de junio de 2016

Aldous Huxley: La isla (**/***)

(573 pág.; Edhasa)                                         (41; junio de 2016)
Anna me regaló este libro por el día de Sant Jordi, de entre los diez que le reseñé y que no encontró, aunque no creo que fueran más raros que este. Quizá el raro sea yo.
La llegada de un extranjero a la isla da pie para que tres o cuatro personas le vayan explicando la forma de vida, tanto a nivel teórico e histórico como práctico. De esta manera el lector se va enterando que la conjunción de un preclaro habitante de la isla con la de un extranjero fue la que dio pie a cambiar toda la forma de concebir la educación, las relaciones entre las personas y las de estas con la naturaleza, la forma de encarar el sexo, la muerte, las religiones o el más allá. Pero a pesar de ser una isla no está aislada del mundo y, por tanto, a su alrededor hay intereses económicos que entrañan la vuelta a la cultura establecida, bien sea oriental u occidental.
Esta fue la última novela de Huxley y hay páginas en las que más parece un tratado de innovadora filosofía que una historia de ficción, pero a pesar de ello no deja de ser interesante algún planteamiento sociológico que, debido a mi ignorancia, no sé si son elucubraciones del propio autor o la plasmación de corrientes que Huxley conocía y las adoptó para su isla. Interesante novela aunque no sea para todo el mundo.




“–Atención –comenzó a llamar de pronto una voz, y fue como si un oboe se hubiese vuelto de pronto capaz de pronunciación articulada–.”


sábado, 25 de junio de 2016

Vicente Blasco Ibáñez: La barraca (***)

(206 pág.; El País)                                          (40; junio de 2016)
¿Por qué un prefacio que se escribe para ilustrarme sobre el autor, sus circunstancias, su forma de escribir, el estilo plasmado en la novela y demás cuestiones que puedo desconocer, tiene que destriparme lo que sucede en la trama de la novela, llegando al extremo de decir quién se muere, cuándo lo hace y cómo termina la historia? Señores editores: si me van a ilustrar y no contar la trama de la novela, bien; en otro caso, hagan el favor de ponerlo al final de la historia, que será mucho más instructivo y menos molesto (por si alguien lo leyere y tuviere ocasión de enmendallo).
Ahora vamos a lo importante: la historia que relata Blasco en menos de doscientas páginas y con palabras sencillas y llanas, quiero decir sin grandes alharacas, es brutal. Nos explica que la tierra en la huerta valenciana tiene un dueño que este alquila a quien la quiere trabajar y, con ello, puede extorsionar con un alquiler abusivo; pero, a su vez, los propios arrendatarios de las tierras tienen amigos o enemigos entre ellos, con lo que hay que defenderse de los de arriba y de los que tienes al lado que, en ocasiones, pueden ser más peligrosos que los terratenientes. Una fotografía de la época que le tocó vivir a Blasco espeluznante y esclarecedora (menos mal que todo esto es cosa del pasado y ahora todos tenemos lo imprescindible para una vida digna… ¿o quizá me equivoco y no es así para todos?).
Blasco fue un novelista que pudo vivir de sus libros, pero desde muy joven se afilió al partido republicano y llegó a ser diputado en siete ocasiones. Sus ideas contra la pobreza, la falta de medios para la educación y la opresión de los que menos tienen le llevaron varias veces a la cárcel y al exilio.




“Desperezóse la inmensa vega bajo el resplandor azulado del amanecer, ancha faja de luz que asomaba por la parte del Mediterráneo.”


domingo, 19 de junio de 2016

Gail Parent: Sheila Levine está muerta y vive en Nueva York (*)

(266 + 18 pág., 47 leídas; Libros del Asteroide)       (39; junio de 2016)
Si el título fuera cierto la conclusión es obvia: ¡se leyó todo el libro! Insoportable.
Tiene un mal inicio: esas dieciocho páginas del prefacio tendrían que haberme abierto los ojos, pero que el prologuista sea un cretino engreído, de prosa repetitiva y sabelotodo, no tiene porqué predisponer sobre la historia que va a continuación. Pero eran como las nubes que anuncian tormentas y yo no supe leer el cielo.
La novela nos cuenta lo desdichada que es una joven que vive en Nueva York y que escribe la nota de suicidio “más divertida de la historia” (la de suicidios que habrá provocado y no habrá sido de tanto reír). Poco más puedo decir, pues en la página veintinueve noté un ansia para devorar literalmente las hojas que faltaban a ver si de esta forma avanzaba y encontraba algo que me hiciera sonreír, pero un resquicio de sensatez me hizo ver que cerrando el libro y leyendo otro conseguiría olvidar tan luctuoso acontecimiento (y no me refiero al suicidio de la protagonista, sino a la lectura del libro). El primer libro de esta editorial que me falla.




“Hace unos años, en el East Side de Manhattan, no lejos de Bloomingdale’s, un hombre abrió un negocio dedicado a la venta de batidos light, deliciosos batidos de chocolate con solo setenta y siete calorías.”


sábado, 18 de junio de 2016

Bill S. Ballinger: La muller de l’home pèl-roig (**/***)

(191 pág.; Edicions 62)                                  (38; junio de 2016)
Después de un maestro de la novela negra, por azar está en la lista la mejor de otro buen autor del mismo género.
Me ha parecido una historia muy curiosa, pues un asesinato y la persecución del sospechoso puede entrar dentro de la categoría de novela negra, pero las circunstancias que envuelven a los protagonistas son tan singulares que prefiero no especificarlas, aunque desvelaré que un capítulo es para los perseguidos y el siguiente lo narran los perseguidores, y así sucesivamente va avanzando la historia hasta un final sorprendente, por lo menos para mí.
Ese día me fui muy tarde a dormir, a pesar de que el día siguiente era laborable, pero no quise dejar sin acabar la novela que había empezado en la mañana. Es muy interesante.




“En la foscor de la nit, el vent es clavava com un fuet i les gotes de la pluja li fiblaven la cara.”


domingo, 12 de junio de 2016

Raymond Chandler: A mis mejores amigos no los he visto nunca (***)

(442 pág.; Debolsillo)                                    (37; junio de 2016)
Gemma me regaló este libro en la Navidad de 2014 y hasta ahora no había tenido ocasión de leerlo, y me alegro de que me lo regalara pues yo no lo habría comprado, a pesar de que he leído un libro de Chandler y me gustó. Cada vez tenía más ganas de leerlo porque el título me parece muy sugerente y después de su lectura he sabido porqué no vio a sus amigos: porque no los tuvo. No es que sea cierto, pero no deja títere con cabeza… aunque no creo que esté desencaminado nada de lo que dice y como muestra la frase al pie de la portada.
Carta tras carta, o mejor, párrafo tras párrafo, pues no son cartas completas, nos vamos enterando de sus pensamientos, de cómo se ganaba la vida y de lo mucho que le costaba escribir; también de cuánto quiso a su esposa o de lo que pensaba de los estudios de Hollywood y de los directivos, directores, productores, guionistas y de todo bicho viviente de la Meca del cine. Tampoco se calla en cuanto a sus opiniones sociales o políticas.
Da gusto leer un libro de una persona que, por mi ignorancia, nunca hubiera dicho que era un erudito y que tiene la facilidad de plasmar sus ideas a través de cientos de cartas sin que se haga aburrida ni tediosa su lectura, por lo que recomiendo su lectura sobre todo a los que les guste la literatura y el cine, pues son temas recurrentes en sus cartas.




“El contraste entre las afirmaciones publicitarias sobre los libros… y los libros mismos, cuando uno los tiene entre manos, es tan gigantesco que uno empieza a preguntarse si no se estarán pasando de listos.”


sábado, 11 de junio de 2016

Zadie Smith: NW London (**)

(377 pág.; Salamandra)                                 (36; junio de 2016)
Le pedí a Anna que me regalara este libro y acabo de terminar de leerlo y realmente no sé qué decir. Empezaré por el principio, que es pasado. De ella he leído todas sus novelas: Dientes blancos, sin duda la mejor; El cazador de autógrafos, recuerdo que era rara; y Sobre la belleza, costaba entrar, pero si lo hacías disfrutabas de una buena obra. Y ahora me encuentro con este NW que sólo sería capaz de aconsejarlo a alguien que ya supiera cómo las gasta esta autora… y que tuviera paciencia para llegar hasta la mitad exacta, pues a partir de allí cambia de registro.
La novela comienza explicando la historia de una chica y la gente que conoce, pero de una manera tan “desordenada” que estuve tentado dejar de leerla en un par de ocasiones. Cuando llega a la mitad, nos cuenta la historia de la amiga de la protagonista anterior, pero con capítulos pequeñísimos que va numerando (?), no obstante es secuencial y parece que estuvieras leyendo una obra normal. Hacia el final vuelve a desmadrarse un poco. Ya sé que esto no es un resumen, pero allá va: historias de jamaicanos y africanos, aunque muchos ya son ingleses, que viven en el noroeste de Londres. No sabes cuál es la raza de cada protagonista salvo que te fijes, pero los autores “blancos” tampoco van especificando que sus personajes lo son, en todo caso, indican los de otras razas.
Creo que Smith peca un poco de hablar siempre de la gente inmigrante o que desciende de inmigrantes y, además, que quiere romper moldes y escribir de manera diferente a la habitual, o habituales, clásica o normal, en el bien entendido que con ello quiero indicar que el texto va en un sentido temporal (salvo que se indique lo contrario), que no intercala elucubraciones en medio de descripciones y que lo importante, al fin y al cabo, es contar una buena historia y no descubrir nuevas maneras de hacerlo. Y que me perdone Joyce.




“Un sol orondo se entretiene en los postes telefónicos.”


domingo, 5 de junio de 2016

Jeffrey Archer: Juego del destino (**)

(614 pág.; El País)                                          (35; mayo de 2016)
Para leer un libro de seiscientas páginas en tres o cuatro días ha de ser ligero, entretenido y que no te haga pensar mucho más allá de la acción propia de la historia y si encima es bueno, es como un trébol de cuatro hojas, que alguno me he encontrado.
Este sólo es un trébol, con algunos errores (a mi parecer) en aras a que la acción tenga mayor intensidad o pueda suceder lo que el autor tenía previsto que así fuera, pero como es de lectura ágil, se le pueden perdonar esos pecadillos y algunos más, como que los protagonistas sean todos buenos y leales, menos uno de ellos que está hecho de la piel de Barrabás. Brevemente: dos hermanos gemelos son separados el día en que nacen (el futuro lector sabrá por qué si lee el libro) y sus vidas bastante parecidas en cuanto a los logros personales, hasta que el destino hace que sus caminos se crucen.
La acción transcurre en Estados Unidos y fue una gran sorpresa para mí que el autor fuera un lord inglés. Este es un libro para leer durante las vacaciones o bien entre dos sesudas obras.




“Susan aplastó firmemente el helado en la cabeza de Michael Cartwright.”


sábado, 4 de junio de 2016

Erri de Luca: Aquí no, ahora no (**)

(112 pág.; Booket)                                         (34; mayo de 2016)
Hace ya bastantes años que anoté este libro como interesante de leer. Se lo he pedido a Anna como regalo, pero no lo ha encontrado y ahora, además, he leído que es uno de los mejores autores en lengua italiana de la historia. Mucho me ha parecido a mí, aunque quien lo haya dicho sabrá porqué.
El título hace referencia a lo que le decía la madre del personaje principal cuando era niño: que se portara bien. El protagonista ya es un hombre mayor y va hablando, imaginariamente, con su madre y recorriendo su vida, explicándole lo que siente ahora al ver unas fotos, lo que sintió cuando era joven y así va desarrollándose la historia.
Este recorrido vital no me ha causado una honda impresión; no está mal, pero, seguramente,  por mi desconocimiento sobre la buena literatura, no me ha parecido tan interesante como creo recordar que indicaba la ya antigua recomendación. Salvando todas las distancias que hagan falta, sus pensamientos me han llevado al camino del Sr. Swann.




“Mientras le quedó luz en los ojos, mi padre hizo fotografías.”