(377 pág.; Salamandra) (36;
junio de 2016)
Le pedí a Anna que me regalara este libro y acabo de
terminar de leerlo y realmente no sé qué decir. Empezaré por el principio, que
es pasado. De ella he leído todas sus novelas: Dientes blancos, sin duda la mejor; El cazador de autógrafos, recuerdo que era rara; y Sobre la belleza, costaba entrar, pero
si lo hacías disfrutabas de una buena obra. Y ahora me encuentro con este NW que sólo sería capaz de aconsejarlo a
alguien que ya supiera cómo las gasta esta autora… y que tuviera paciencia para
llegar hasta la mitad exacta, pues a partir de allí cambia de registro.
La novela comienza explicando la historia de una chica y
la gente que conoce, pero de una manera tan “desordenada” que estuve tentado
dejar de leerla en un par de ocasiones. Cuando llega a la mitad, nos cuenta la
historia de la amiga de la protagonista anterior, pero con capítulos
pequeñísimos que va numerando (?), no obstante es secuencial y parece que
estuvieras leyendo una obra normal. Hacia el final vuelve a desmadrarse un
poco. Ya sé que esto no es un resumen, pero allá va: historias de jamaicanos y
africanos, aunque muchos ya son ingleses, que viven en el noroeste de Londres.
No sabes cuál es la raza de cada protagonista salvo que te fijes, pero los
autores “blancos” tampoco van especificando que sus personajes lo son, en todo
caso, indican los de otras razas.
Creo que
Smith peca un poco de hablar siempre de la gente inmigrante o que desciende de
inmigrantes y, además, que quiere romper moldes y escribir de manera diferente
a la habitual, o habituales, clásica o normal, en el bien entendido que con
ello quiero indicar que el texto va en un sentido temporal (salvo que se
indique lo contrario), que no intercala elucubraciones en medio de
descripciones y que lo importante, al fin y al cabo, es contar una buena
historia y no descubrir nuevas maneras de hacerlo. Y que me perdone Joyce.
“Un sol orondo se entretiene en
los postes telefónicos.”
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