(442 pág.; Debolsillo) (37;
junio de 2016)
Gemma me regaló este libro en la Navidad de 2014 y hasta
ahora no había tenido ocasión de leerlo, y me alegro de que me lo regalara pues
yo no lo habría comprado, a pesar de que he leído un libro de Chandler y me
gustó. Cada vez tenía más ganas de leerlo porque el título me parece muy
sugerente y después de su lectura he sabido porqué no vio a sus amigos: porque
no los tuvo. No es que sea cierto, pero no deja títere con cabeza… aunque no creo
que esté desencaminado nada de lo que dice y como muestra la frase al pie de la
portada.
Carta tras carta, o mejor, párrafo tras párrafo, pues no
son cartas completas, nos vamos enterando de sus pensamientos, de cómo se
ganaba la vida y de lo mucho que le costaba escribir; también de cuánto quiso a
su esposa o de lo que pensaba de los estudios de Hollywood y de los directivos,
directores, productores, guionistas y de todo bicho viviente de la Meca del
cine. Tampoco se calla en cuanto a sus opiniones sociales o políticas.
Da gusto leer un libro de una persona que, por mi
ignorancia, nunca hubiera dicho que era un erudito y que tiene la facilidad de
plasmar sus ideas a través de cientos de cartas sin que se haga aburrida ni
tediosa su lectura, por lo que recomiendo su lectura sobre todo a los que les
guste la literatura y el cine, pues son temas recurrentes en sus cartas.
“El contraste entre las afirmaciones publicitarias sobre los
libros… y los libros mismos, cuando uno los tiene entre manos, es tan
gigantesco que uno empieza a preguntarse si no se estarán pasando de listos.”
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