(266 + 18 pág., 47 leídas; Libros del Asteroide) (39; junio de 2016)
Si el título fuera cierto la conclusión es obvia: ¡se
leyó todo el libro! Insoportable.
Tiene un mal inicio: esas dieciocho páginas del prefacio
tendrían que haberme abierto los ojos, pero que el prologuista sea un cretino
engreído, de prosa repetitiva y sabelotodo, no tiene porqué predisponer sobre
la historia que va a continuación. Pero eran como las nubes que anuncian
tormentas y yo no supe leer el cielo.
La novela nos cuenta lo desdichada que es una joven que
vive en Nueva York y que escribe la nota de suicidio “más divertida de la
historia” (la de suicidios que habrá provocado y no habrá sido de tanto reír).
Poco más puedo decir, pues en la página veintinueve noté un ansia para devorar
literalmente las hojas que faltaban a ver si de esta forma avanzaba y
encontraba algo que me hiciera sonreír, pero un resquicio de sensatez me hizo
ver que cerrando el libro y leyendo otro conseguiría olvidar tan luctuoso
acontecimiento (y no me refiero al suicidio de la protagonista, sino a la
lectura del libro). El primer libro de esta editorial que me falla.
“Hace unos años, en el East
Side de Manhattan, no lejos de Bloomingdale’s, un hombre abrió un negocio
dedicado a la venta de batidos light, deliciosos batidos de chocolate con solo
setenta y siete calorías.”
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