sábado, 24 de febrero de 2018

Raymond Carver: ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? (***)

(214 pág.; Anagrama)                                   (11; febrero de 2018)
En el amigo invisible que jugamos en Navidad en Madrid alguien (Iván) me regaló este libro y cuando lo vi me quedé parado porque me sonaba de algo, pero no lo recordaba: se lo había puesto a Anna en la lista de libros que quería leer. Con la memoria que tengo, por decir, hasta lo que quiero me llega a sorprender. Pero lo cierto es que yo sólo quería un libro de Carver y aquí están los cuatro que publicó, más otro que publicó su esposa, Gallagher, cuando encontró más relatos de él. Así que he leído el primero e iré intercalando otros libros. Carver admiraba a Chéjov y se nota su influencia y yo, que no entiendo nada, también pienso en Munro.
Sus relatos son sobre la gente que puedes encontrar mayoritariamente en Estados Unidos, pero en situaciones un tanto apuradas o que se les puede escapar de las manos. No todos lo cuentos tienen un final resolutivo pero no importa, pues ha planteado una situación, la ha llevado hasta el límite que él creía que se podía llevar, tú le has seguido y lo que pase luego no importa, pues al fin y al cabo tú te lo has pasado bien leyendo ese relato y esto no es una novela de misterio que se tenga que resolver, esto es la vida hecha literatura.



“El caso es que han de vender el coche inmediatamente, y Leo le encarga a Toni que lo haga.”
¿Qué es lo que quiere?


lunes, 19 de febrero de 2018

Herta Müller: La bestia del corazón (*)

(leídas 108 de 196 pág.; Siruela) (11; febrero de 2018) (Premio Nobel 2009)
Los dos libros anteriores que leí de esta autora solo me parecieron recomendables, pero como de todo autor que leo algún libro y no me desagrada lo pongo en la columna de leer otro, más tarde que temprano llega su momento (en este caso ocho años), por lo que tenía ganas de ver si me gustaba algo más este tercero. Pero ha sido todo lo contrario.
Una joven narradora nos va contando las peripecias vitales de tres estudiantes y de una compañera de habitación. Todos ellos son vigilados y tanto sus pertenencias como su correspondencia revisada. Pero la manera de explicar la historia, con frases y párrafos cortos, así como lo enrevesado o poco claro de la misma hizo que me planteara el porqué seguía leyendo.
Estoy seguro de que lo descrito era lo que sucedía en Rumanía durante la dictadura de Ceaucescu y que, además, debe estar muy bien escrito, pero yo no entendía a qué se refería cada vez que mencionaba “la bestia del corazón”. Tengo otra columna para los autores a los que prefiero no volver a leer otro libro.




“Cuando callamos, nos tornamos desagradables, dijo Edgar.”


domingo, 18 de febrero de 2018

Eduardo Mendoza: Qué está pasando en Cataluña (**/***)

(94 pág.; Seix Barral)                         (10; febrero de 2018)
Marisol compró este libro hace unos pocos meses y me lo aconsejó. A pesar que no soy dado a saltarme el orden de los libros que tengo para leer, dada la situación actual he querido saber qué opina Mendoza al respecto; pero no me he encontrado con una explicación de la actualidad sino de una mirada al pasado: con claridad y sencillez da su opinión de qué es Cataluña, qué son los catalanes, por qué somos como somos, cómo se nos ve desde fuera de Cataluña y muchos más hechos, históricos o sociales, en relación al porqué o al cómo se ha llegado a este punto. Aunque se ha de tener en cuenta que es un librito de un centenar de hojas, no una enciclopedia.
No da su opinión de qué piensa él del independentismo, cada lector sacará la conclusión que le parezca más coherente con lo que se ha escrito; yo tampoco diré nada al respecto, pues no son mis pobres líneas ni suficientemente importante ni es el fin que persiguen. Pero en mi, cada vez más negra y desesperanzada visión de hacia dónde va la humanidad (palabra que pierde uno de sus más importantes significados al utilizarla al conjunto de los humanos), creo que la historia se escribe y reescribe cada día, según el (ilegítimo) interés de cada uno y de las circunstancias del momento.
Yo soy catalán de nacimiento, con siete apellidos catalanes (aunque es un signo de exacerbación racista el que ello indique algo más que el origen de mis antepasados) y creo que catalanes como Serrat, Fainé, Oliu, Coixet y algunos miles más que no conozco también lo son y que ellos también tienen una opinión al respecto y la han expresado con sus actos, todos ellos lícitos.



“Desde hace años paso la mayor parte de mi tiempo fuera de Cataluña y de España y quiero creer que eso me da una cierta perspectiva sobre los sucesos actuales que, desde la distancia, sigo atentamente a través de contactos personales y de la lectura de la prensa local y extranjera.”


sábado, 17 de febrero de 2018

Yasunari Kawabata: El Maestro de Go (***)

(205 pág.; Emece)              (9; febrero de 2018)           (Premio Nobel 1968)
Hace cinco libros un japonés me hablaba de correr y ahora otro japonés me habla del deporte mental que es el go y que es la única novela que acabó, según su autor. En 1938 Kawabata era el enviado de un diario para cubrir la última partida del llamado Maestro, jugador que nunca había perdido una sola partida en este juego. La partida se alargó durante seis meses, pues el Maestro estuvo tres meses hospitalizado. En esos seis meses se publicaron más de sesenta crónicas y veinte años después se publicó el libro.
He creído que esta historia bien se merecía considerar su lectura como imprescindible, pues la maestría de su autor nos permite acercarnos a una cultura no muy conocida por nosotros, en un momento (guerra chino-japonesa, pre Segunda Guerra Mundial) en que Japón estaba cambiando y aún cambiaría más; se nos da a conocer un juego muy poco conocido en Occidente y, sin aburrir, consigue introducirnos en las habitaciones-salas de seis u ocho tatamis (la manera de medir las habitaciones) en la que se disputó esta última partida del Maestro y que, además, sería la última que se jugaría como hasta entonces se había hecho. Muy interesante, entretenida y apasionante, a pesar de conocer el resultado de la partida desde el principio de la historia y qué fue del Maestro desde la primera oración.




“Shusai, Maestro de Go, vigésimo primero en la sucesión Honnimbo, murió en Atami, en la posada Urokoya, la mañana del 18 de enero de 1940.”


domingo, 11 de febrero de 2018

Lewis Wallace: Ben-Hur (**)

(556 + 139 pág.; El País)                                (8; febrero de 2018)
Desconocía este autor, y su vida y sus milagros, y a medida que avanzaba en la lectura del libro pensaba que sería otro más de esos autores conversos al catolicismo que nos cuentan, a través de una novela, sus motivaciones y que a mí, descreído total, me dejan más bien indiferente y aburrido. Pero no es así: Wallace se alistó para combatir en la guerra contra México, llegó a general y defendió Washington en la de Secesión, fue gobernador, embajador y le sobró tiempo para escribir libros, siendo este el más afamado. Es decir, no fue un converso, sino que era creyente.
Dicho esto, queda claro que la historia va sobre el cristianismo (de la película yo sólo recuerdo la carrera de cuadrigas, el ladrillo y a Heston haciendo de remero). Hur era una rica familia judía que tiene la desgracia de ser deshecha por el nuevo gobernador romano: el hijo se va a galeras y la madre y la hija desaparecen sin que nadie sepa su paradero. Pero el destino y una serie de coincidencias, que el lector asumirá mejor o peor, harán que Ben-Hur termine siendo un romano rico y se pueda vengar de todo lo que les sucedió. Además, se cruzará en su camino Jesús y será uno de sus más fieles seguidores. Y así Wallace nos explicará la historia de Jesús, que es el subtítulo del libro.
La historia está dividida en ocho libros y Ben-Hur no aparece hasta el segundo, es decir, la principal motivación del autor no fue explicar la historia de ficción. En el primer capítulo se narra el viaje en camello a través del desierto de un hombre y es el que más me gustó, porque, a pesar de mi falta de imaginación, me sentí trasladado junto al viajero y no me esperaba el desenlace del viaje. El libro es una enciclopedia de datos geográficos, históricos y biográficos y el archivo digital que encontré tenía ciento cuarenta páginas de notas que no aparecen en el libro que tengo. Una suerte… relativa.




“El Jebel-es-Zublech es una montaña de más de cincuenta millas de longitud y tan estrecha que su dibujo en el mapa se parece a una oruga reptando de sur a norte.”


sábado, 10 de febrero de 2018

Vladímir Korolenko: Sin lengua (***)

(191 pág.; Barataria)                         (7; enero de 2018)
Con sorpresa para mí, porque no me lo esperaba, Boris y Cristina me regalan en Navidad este libro. Del autor me había hablado Boris la Navidad anterior, pero no lo recordaba, y fue otra sorpresa muy interesante, pues de otra forma seguramente nunca habría ni sabido de él ni leído. Es todo un hallazgo. Korolenko fue un periodista del siglo XIX y fue a Boston por la exposición universal que se allí se celebró y en este libro refleja la vida que llevaban sus paisanos en la tierra de la libertad. Mientras lo vas leyendo crees que su estilo es como el de Picasso en la pintura: cualquier niño podría hacerlo igual de bien, pero tú sabes que eso no es así de fácil o que hacer ver que es fácil cuesta mucho. A medida que avanza la historia se crea una mayor curiosidad en saber qué sucederá.
Dos amigos de un pueblo ruso, a finales del XIX, deciden irse a Estados Unidos porque allí tienen un familiar que les ha escrito diciendo que se vive mejor que en Rusia de las cosechas. Consiguen el dinero para embarcar y comienzan a apreciarse las maneras de enfrentarse a las dificultades de cada uno de ellos: mientras que uno aprende algo de inglés y se viste al estilo occidental el otro se encierra en sí mismo y viste como lo hacía en su pueblo, lo que resulta estrafalario para los que no lo conocen. Llegando a Nueva York las diferencias son todavía mayores y el que no se adapta solo piensa en regresar a su tierra, mientras que el otro ya ha hecho amigos.
La historia describe una situación que yo traslado al siglo actual: si a cualquiera de nosotros nos dejaran en China, por ejemplo, no tendríamos problema para hacernos entender: un poco de inglés, nuestro teléfono inteligente, un ordenador, etc. Don’t worry. Pero ¡ay! si nos dejaran en medio de la selva amazónica y delante tuviéramos a un indio con una cerbatana en la derecha y una cabeza reducida colgando del cuello. ¿De qué nos valdríamos entonces para volver a nuestra denostada civilización? Creo que es lo mismo que pudo sentir el labrador que vivía en un pueblo ruso y se perdió en Nueva York hará unos ciento veinte años.




“Hay en mi tierra, en la provincia de Volinia, por la parte donde las estribaciones de los Cárpatos se funden paulatinamente con las pantanosas llanuras de Polesie, una ciudad a la que daré el nombre de Jlebno.”


domingo, 4 de febrero de 2018

Marco Vichi: El comisario Bordelli (**)

(239 pág.; Duomo Nefelibata)                      (6; enero de 2018)
A Marisol le gustan las novelas policiacas y si, además, transcurren en lugares que ha estado y son bonitos, miel sobre hojuelas. Esta es la razón por la que tengamos la primera novela del comisario Bordelli en el estante de la v y, parafraseando a Camilleri, “absolutamente olvidable”. Con ello no quiero decir que sea una mala novela, al fin y al cabo, le he puesto dos estrellas, pero Florencia se queda en la mención de cinco calles que probablemente no has oído nunca; el comisario Bordelli de héroe tiene poco, en todo caso es una buena persona que no cuadra con ser comisario de policía; el asesinato es tan complejo, artificial o improbable que es lo que menos importa de la historia. Y ahora las razones por lo que vale la pena leerla: tiene unos buenos personajes secundarios y sus historias son mejores que la principal. De ahí que la recomiende.
Para abundar un poco en la trama: Bordelli, que no es un comisario al uso y tanto es así que su superior ya le ha llamado al orden alguna vez, se encuentra con el fallecimiento de una mujer mayor que sufría problemas respiratorios. Alrededor del cadáver se encuentra el vaso con el medicamento que se tomó cuando le sobrevino el ataque que no pudo superar, pero el frasco no se había abierto ni una vez. La difunta tiene dos sobrinos que lo heredarán todo por lo que son sospechosos de asesinato, pero ambos se encontraban fuera de la ciudad y tienen testigos de ello. De los personajes que conoce Bordelli no hablo porque es mejor que los vaya descubriendo el futuro lector y no que yo los destroce.




“El comisario Bordelli entró en su despacho a las ocho de la mañana, después de una noche casi sin dormir, dando vueltas entre las sábanas empapadas de sudor.”


sábado, 3 de febrero de 2018

Vicente Blasco Ibáñez: Mare Nostrum (***)

(446 pág.; Prometeo)                        (5; enero de 2018)
Repito autor y esta vez con un libro que le regalaron a Pepe y que está más cerca de ser una primera edición (1918) que de nuestros días, solo hay que ver la portada. La acción sucede durante la Primera Guerra Mundial, lo que da prueba de la habilidad del autor para crear una historia con hechos que eran actualidad.
Mare Nostrum, obviamente, es el Mar Mediterráneo pero, también, el nombre del barco que el protagonista compra. Antes de comenzar con la narración de ficción, Blasco nos ilustra con la historia de los pueblos que surcaron el Mediterráneo; también nos detallará de manera exhaustiva todas las especies marinas que lo habitan; no dejará de lado describir las costas por las que el capitán Ferragut navegará y eso incluye los cabos, golfos y hablar de las ciudades costeras; en resumen, como Julio Verne. El estilo es decimonónico (¿podía ser de otra manera?), pero a mí me ha gustado mucho. Como en la trama hay un enamoramiento, también es romántico y sensual.
El protagonista, hijo de un notario, debería estudiar derecho y, en palabras de su padre, “que le lloviera el dinero”; pero tiene un tío marino y le puede más esa profesión. Muerto el padre repentinamente, nada le detiene. Con un salto en el tiempo nos enteramos que ha cruzado los siete mares y que está muy bien considerado en su profesión. Tiene la oportunidad de comprar un navío y lo hace, por lo que ahora es capitán y propietario. Se dedica al transporte marítimo de mercancías, pero en su travesía se va a cruzar una mujer que le hará beber sus vientos y la Primera Guerra Mundial jugará un papel muy importante y decisivo en la vida de todos los protagonistas de esta estupenda novela.




“Sus primeros amores fueron con una emperatriz.”