domingo, 27 de diciembre de 2020

Woody Allen: Sin plumas (*)

(172 pág.; Tusquets)                           (67; diciembre de 2020)

Josep M. sugirió este libro de Allen, el quinto de CLC, que seguramente, los que estamos en la sesentena, leímos a finales de los setenta, pues era cuando Allen comenzaba a despuntar con sus comedias más alocadas. No recordaba de qué iban sus historias, pero sí de que me había gustado mucho y de que también había leído otro más. Poco más de cuarenta años nos separan de esa primera lectura y mi gusto ha cambiado, al igual que el mundo, pero la tinta sobre blanco no y eso ha hecho que esta segunda lectura haya sido muy insatisfactoria, tanto ha sido así, que lo hubiera dejado en el primer relato, pero la memoria me llevaba a sus Muerte y Dios y quise ver si esos dos relatos, que tanto había disfrutado, seguían provocando el mismo placer. Solo se salva el primero, y no por mucho.

El primer párrafo de la introducción, que figura después de la portada, es una muestra de su humor, que no deja de ser un juego de palabras que se basa en la utilización de una palabra y de su definición que, obviamente, el lector conoce y ahí radica el posible chiste. Hasta aquí y, si no se abusa de ello, puede que nos haga gracia. Si en el siguiente párrafo aparece “… la ropa interior que arrojé sobre una silla me pareció el Kaiser con patines”, entonces quizá, dado que la relación entre la ropa y la figura mencionada no parece tan evidente, elocuente ni chistosa, ya no haga tanta gracia y, si esto es así, párrafo sí y otro más también, la obra se hace insufriblemente aburrida. Si por casualidad estos dos ejemplos te han parecido simpáticos, te propongo la lectura del final del séptimo párrafo: “Sigo preguntándome si existe vida más allá de la muerte, y si la hay ¿le cambiarán a uno un billete de veinte pavos?”. Adiós, Allen, me lo pasé bien contigo en otra vida y siempre nos quedará Casablanca.





“Los pasajes siguientes han sido tomados del hasta ahora secreto diario íntimo de Woody Allen, que se publicará póstumamente o después de su muerte, lo que suceda primero.”

Introducción



sábado, 26 de diciembre de 2020

Ewan Clayton: La Historia de la Escritura (***)

(397 pág.; Siruela)                              (68; diciembre de 2020)

Este libro me lo regaló Anna para mi cumpleaños y, por lo menos, lo he acabado leyendo en su año: alguno habrá que al que no le sucederá lo mismo. Lo he disfrutado muchísimo, aunque su lectura es de aquellas que considero lentas, no solo porque casi hay cuatrocientas notas, más de sesenta ilustraciones con su propio pie y ¡dieciocho páginas llenas de apretadas líneas de bibliografía! que aparecen en el texto con su nota indicando los datos importantes de la publicación. Que no se engañe nadie: mi disfrute y las estrellas junto al título no equivalen a que sea un libro para que lo lea cualquiera, sino todo lo contrario, pues solo aquel que tenga un mínimo interés en el tema será capaz de avanzar en la selva de datos y conocimientos que transmite Clayton. No obstante, por poco que se desee saber algo al respecto, este libro es el ideal.

Su autor, no solo ha leído los centenares de libros que llenan la bibliografía, sino que es calígrafo y conoce a la perfección la materia de la que habla, por lo que sus páginas nos llevarán desde los primeros signos encontrados que pueden considerarse escritura hasta nuestros días, en los que la irrupción de los instrumentos electrónicos ha cambiado la forma de comunicación escrita, y de ahí, la primera oración que aparece en el prefacio. Leyendo el libro se conocerá cómo y con qué se ha escrito a lo largo de la historia, con qué fines y cómo estos hacían que la caligrafía cambiara (salvo que hayas pensado en ello, es difícil imaginar cómo el resultado de algo puede afectar a su origen) y, no me lo esperaba, cómo la caligrafía sigue teniendo importancia a finales del pasado siglo entroncándose con la informática y otras formas de comunicación que no deseo desvelar.

Un apunte personal para terminar: hace poco menos de sesenta años que yo introducía una pluma de plumilla intercambiable en un tintero insertado en mi pupitre y rellenaba de mala manera unas hojas con modelos de letras, tales como la gótica, la inglesa o la redondilla. Como todos mis aprendizajes, de poco me sirvió, pues mi letra tiene muy poco estilo, pero ello es signo de que no hace más de dos generaciones que en España se seguía enseñando a escribir a través de las diferentes caligrafías, por lo que la historia que cuenta este libro no es antigua ni lejana, sino muy próxima a los dinosaurios que aun pululan por la tierra, como yo mismo.





“Por lo que se refiere a la palabra escrita, nos encontramos en uno de esos momentos decisivos que se producen raras veces en la historia de la humanidad.”



sábado, 19 de diciembre de 2020

Charlotte Brontë: Villette (**/***)

(648 pág.; Alba)                                  (66; diciembre de 2020)

No hace mucho leí un libro de su hermana y ahora me encuentro que Marisol había comprado este, por lo que llegado a su estantería lo cojo con gusto por el apellido y porque esta editorial me gusta. En el primero que he mencionado no hay un alma buena o no atormentada y, en este, nadie es malo, importante diferencia entre las obras de las dos hermanas. Este último se lee con gusto, pero hay un momento en el que parece que toda la historia será reflejar, con mucho detalle, caracteres y personas, habitaciones y lugares, por lo que hay que tener un poco de paciencia.

La protagonista es una joven inglesa sin familia que, para intentar salir adelante, toma la decisión de irse al continente y recala en la población que da título al libro. Esta población es la capital de una nación imaginada por la autora. Aunque no tiene ningún tipo de estudios va a parar a un internado de señoritas en el que se precisa una institutriz que sepa inglés, por lo que, después de una prueba. ella es aceptada como tal. Ella es una persona que sabe cuál es su lugar por lo que no aspira a elevarse por encima de su clase pero, por otro lado, está suficientemente convencida de sus capacidades, que ello le permite desear y conseguir más de lo que se podría esperar dado su origen.





“Mi madrina vivía en una hermosa casa en el antiguo y cuidado pueblo de Bretton.”



sábado, 12 de diciembre de 2020

Sherwood Anderson: Muchos matrimonios (**/***)

(223 pág.; Gallo Nero)                                   (65; noviembre de 2020)

No me acuerdo si lo he comentado, pero desde el inicio del verano he decidido comprar un libro en papel cada mes y en una librería cercana a casa, pues ello aúna dos placeres: el poseer un libro y el pasear por una librería (los bits no producen ninguno de esos placeres, aunque tengan otras ventajas). La primera librería no ha cumplido mis expectativas, pues no solo no ha encontrado los libros que le he pedido, sino que ni siquiera me lo ha dicho, así que he buscado una segunda y esta me ha conseguido este que, parece ser, es de los mejores que escribió este autor.

Tiene a su favor que no es muy largo pues, aunque no es un monólogo, todo él trata de un hombre de mediana edad, empresario, casado y con una hija, que un día descubre que su vida podría ser distinta si lo dejara todo y se fuera con su secretaria. Esto, que podría parecer banal hoy en día pues lo hemos visto en repetidas ocasiones, en este caso es diferente, ya que este hombre quiere irse de su casa súbitamente, pero habiendo explicado a su hija los motivos por los cuales lo hace, y la forma de hacerlo es bien singular. Interesante.





“Un hombre llamado Webster vivía en una ciudad de veinticinco mil habitantes en el estado de Wisconsin.”