(58 de 218 pág.; Anagrama) (20; abril
de 2017; en Huesca)
Tengo la desgracia de toparme con este libro en la
estantería oportuna y no lo aguanto ni sesenta páginas: el autor ha querido
dejar constancia de todos sus conocimientos, además del de la cocina, obviamente,
y este cocido se hace bastante difícil de pasar.
Para no dejarlo en un solo párrafo ampliaré con ejemplos
lo dicho en el anterior: aparecen suficientes personas conocidas como para
demostrar que es un intelectual o, cuando menos, que ha leído un diccionario
biográfico; se cree que todos cocinamos y, además, conocemos los platos o productos
en los idiomas originarios; y, además, los sitúa geográficamente, no a nivel de
países sino de las regiones en las que se producen o de las que provienen
dichos platos. En resumen, intragable.
“Este no es un libro de
cocina convencional.”
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