(201
pág.; Apolo) (57;
noviembre de 2019)
De Papini había leído cuando era
joven de verdad, digamos que en la veintena o un poco antes, Gog y aunque ahora solo tengo el
recuerdo de que no entendí mucho de por dónde iban los tiros si sé que me había
gustado, así que cuando vi en la calle este libro me alegré pues era una manera
de volver a leer a este autor. Es una edición del año treinta y ocho de la
editorial barcelonesa Apolo, de la que no había oído nada, lo que le añade un cierto sabor.
El libro es una sucesión de relatos
con un estilo entre Kafka y Poe, es decir, con el surrealismo o la ilógica y
con toda la intriga o posible terror que hay en los relatos del segundo. Voy a poner
algunos ejemplos al azar de qué tratan las historias: dos personajes se
intercambian las almas, un asesino harto de burlar a la justicia se condena a
sí mismo, un personaje se suicida “sin ninguna razón”, o un pintor es capaz de
pintar el rostro que tendrán sus modelos en el futuro. Este resumen no les hace
ninguna justicia pues los relatos están muy bien tramados y mejor narrados. Es
mucho mejor leerlos.
“Cuando bajaba de su
habitación, que apestaba al olor de veinte pipas, Sieroska no sabía que iba al
encuentro de la muerte.”
Sin ninguna razón
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