(190
pág.; Edicions 62) (54;
octubre de 2019)
Marisol tiene muchos libros de
novela negra en catalán y yo los escojo pues, a la vez que aprendo, me deleito
con verdaderas historias noir, que
nada tienen que ver con las detectivescas, policiacas o de crímenes, aunque se
nutran de todo lo anterior, pero añadiendo situaciones sociales y un estilo propios que no aparecen
en las anteriores.
En este caso se trata de un policía
encargado de hacer el informe del suicidio, aparentemente claro, de un compañero,
pero hay algo que le desconcierta y, a pesar de que es apartado de la investigación,
quiere aclarar las cuestiones que quedan en entredicho. Su empecinamiento
acarreará daños que él no podía prever.
Parece increíble que una editorial
como La cua de palla, con muchos años
y libros a sus espaldas describa en la contraportada un hecho de singular
importancia en la novela, lo que representa una falta de respeto al autor y al
lector, que ya parte sabiendo algo que ocurrirá y que le quita intensidad a la
historia. Lamentable.
“Eren les vuit en punt del vespre
quan va sonar el telèfon.”
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