(209
pág.;Tusquets) (55;octubre
de 2019;Premio Nobel de Medicina 1962)
Ininteligible. Yo sé que mis conocimientos en química,
biología, e incluso física, no son elevados, pero ello no me ha impedido leer
algún que otro libro de divulgación y, si no llegar a comprenderlo del todo, sí
extraer alguna idea. Es más, la mayoría son entretenidos, por la cuenta que les
trae, sobre todo. Este no. Hasta que no llegué a los apéndices apenas si pude
entresacar algo más allá de la diferencia entre una espiral y una hélice; que
si vas a mirar, no es mucho en casi doscientas páginas.
Nadie
esperará que, después del párrafo anterior, haga un sucinto resumen del
contenido del libro, el cual, por otra parte, ya será conocido por todo aquél que
sepa algo de la estructura del ADN (una doble hélice, no una espiral, claro).
En la contraportada se indica que este libro, que fue escrito veinte años
después del de Watson, el otro descubridor de dicha estructura, tuvo una enorme
repercusión y fue un gran éxito. Me deja atónito, y me alegro por Crick, pero
ya me gustaría a mí saber cuánta gente “de a pie” lo leyó completo y cuánta lo
entendió. ¡Qué loco propósito!
“El objetivo principal de este libro es dar a conocer
algunas de mis vivencias anteriores y simultáneas al período clásico de la
biología molecular, que abarca desde el descubrimiento de la doble hélice del
DNA en 1953, hasta 1966, en que el código genético —el diccionario que traduce
el lenguaje de los ácidos nucleicos al lenguaje de las proteínas— fue
finalmente elucidado.”
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