sábado, 14 de septiembre de 2019

Orhan Pamuk: El museo de la Inocencia (**/***)


(645 pág.; Debolsillo)        (45; agosto de 2019)        (Premio Nobel 2006)
Le digo a Marisol que Pamuk escribe para ella, pues aunque no los ha leído todos, no le deben faltar muchos y, nada más se entera de que ha publicado un nuevo libro ya lo tenemos en el lector y, como es el caso, en la estantería. Yo soy como la tortuga de aquel héroe griego: voy más lento y a mi ritmo y, más tarde que temprano, van cayendo. Este es uno de los autores actuales que más me gustan… a pesar de que es muy especial y hay que tener paciencia, pues él también va a su ritmo y no le gusta concretar y por ello se alcanza fácilmente el medio millar de páginas en cualquiera de sus libros.
Y alguna podría ahorrarse, como en esta ocasión. La historia me ha gustado, pues sabe contarla rodeándose de su pasado o del de Estambul, lo que la hace, además de amena, instructiva. Pero en esta novela hay, a mi parecer, mucha repetición de cosas ya contadas y, aunque pueda irle bien al personaje que lo relata, estoy seguro que más de un lector no podrá con ella.
El narrador tiene treinta años cuando se encuentra a una muchacha de dieciocho y se hacen amantes. Ellos son parientes lejanos, pero de distintas clases sociales: ella es dependienta de una boutique y él es hijo de una de las familias más adineradas de Estambul. A pesar de que él se promete a una joven de su misma clase no deja de ver a su amante, lo que le empieza a causar problemas ante el futuro que se le echa encima.
Una brillante radiografía de su ciudad favorita durante los años setenta, de la sociedad turca que empezaba a abrirse a Europa, del cine turco al cual se le dedica buena parte de la novela y de la historia más rocambolesca que uno se pueda imaginar para crear un museo: solo alguien que se puede recrear en el pasado como él lo hace puede ser capaz de llevarlo al futuro. Saber de qué hablo te va a llevar unas cuantas horas, pero es Pamuk y vale la pena pasarlas en su compañía. (Cuando busqué la primera frase del libro para anotarla al pie de la portada leí toda la página y me dieron ganas de seguir: algo tiene que encandila).






“Fue el momento más feliz de mi vida y no lo sabía.”




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