(126
pág.; El País) (37;
julio de 2019)
Es como una letanía, pero hace mucho tiempo que quería
haber leído algo de este autor, pero hasta ahora no se había dado el caso. Se
me podría decir que por qué no lo he leído antes y yo diría “qué más da”, si no
es este otro se quedará sin haberlo leído, seguro. Descubrí al otro gran
escritor de misterio cuando era adolescente y he leído la mayoría de sus
historias (hablo de Poe, por supuesto), pero de Lovecraft no supe nada hasta muchos
años después y, aunque ha sido una pequeña muestra sirve para conocerlo.
La
diferencia entre los dos escritores es que este basa sus historias en la mente,
es más esotérico, fantástico y explica historias de miedo irreales, y que en su
momento debieron causar su más que menos espanto. A mí me gusta más Poe, más
terrenal y cuyas narraciones le pueden pasar a cualquiera (que viviera en las circunstancias
de la época). El relato que más me ha gustado ha sido el que figura al pie de la foto, y del resto
mencionaría Polaris o La tumba, quizá las menos fantásticas,
tema que no me termina de interesar, pero a pesar de ello Lovecraft ha valido
la pena.
“La vida es algo
terrible, y tras el telón de lo conocido asoman atisbos de demoníaca verdad que
la hace a veces infinitamente más temible.”
Hechos tocantes al difunto Arthur Jermyn y su familia
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