(448 pág.; Plaza & Janés) (46; agosto de 2017; en Suances)
He leído la mayoría de libros de este autor, algunos dos
veces, y ya tenía ganas de repetir esta historia sobre la que hay una película,
pero como en tantas ocasiones, no le hace ninguna justicia a la tensión
dramática, por lo que no aconsejo su visión y sí su lectura, aunque es inencontrable en papel.
En un campo de prisioneros japonés en una isla del
Pacífico se encuentran recluidos centenares de soldados americanos, británicos
y australianos. Allí mandan los japoneses y no se avienen a cumplir con los
convenios internacionales de los derechos de los prisioneros, pero no son los
más poderosos del campo, sino que el rey del mismo es un simple cabo americano
y así es como es conocido: King. El puede conseguir lo que ni el coronel
japonés puede y vive mucho mejor que cualquiera que esté confinado en ese
campo, incluidos los japoneses. Esta
historia es una parábola sobre el poder con un final brillante e inesperado.
“Changi, en la punta este de la isla de Singapur, resplandecía bajó el cuenco de los cielos tropicales.”
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