(78 de 312 pág.; El País) (53; septiembre de 2017; no
leído en Agullana)
Creo que Onetti es lo suficientemente conocido como para
que se lea un libro suyo y este, escogido por El País, no tenía por qué ser una
mala opción, pero no pasé de la cuarta parte. No me gustó su manera de contar
una historia que, por mucho que avanzara, cada vez entendía menos.
En la contraportada aclaran que este libro está “escrito
con una libertad tan rara, tan radical, que se parece mucho al flujo
impremeditado de la imaginación, del capricho y del sueño…”. Lamento no saberlo
apreciar.
“El viejo ya estaba
podrido y me resultaba extraño que sólo yo le sintiera el agridulce, tenue
olor; que ni la hija ni el yerno lo comentaran.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario