domingo, 12 de noviembre de 2017

Fernando de Rojas: La Celestina (***)

(283 pág.; El País)                                          (61; noviembre de 2017)
Esta madrugada he terminado de leer este libro y, una vez más, constato que la educación que recibimos (ojalá que no sea la que se imparte hoy) no fue todo lo buena que debió ser. Me explico: en Literatura de sexto de bachillerato nos dieron unos conocimientos (que yo no recuerdo porque no era buen estudiante) y los nombres de muchos autores y libros que era imprescindible leer. A día de hoy, que ya he leído alguno de esos, me doy cuenta que son muy buenos, que enseñan, divierten y me sorprende que hayan sido escritos en esas épocas (este, en concreto, en 1499); pero dudo mucho que la mayoría de mis compañeros los hayan leído (y no alardeo, pues he tardado más de cuarenta años en hacerlo yo). En resumen, no nos vendieron bien el producto.
Dice Fernando de Rojas, en una carta a un amigo, que se encontró el primer acto y que le pareció tan interesante que lo alargó veinte más… en solo quince días. Pues a pesar de dedicarle tan poco tiempo el resultado es loable, no tiene desperdicio y está lleno de refranes y adagios de aplicación en el siglo del autor y en el de hoy día. Me ha costado unos cuantos días leer estas casi trescientas páginas, pero es que la versión es en castellano antiguo y parece otro alfabeto: letras cambiadas por otras (v/b, b/v, u/v, v/u, y/i, e/i, z/c, f/h), palabras sin h inicial, r doble después de n, palabras desconocidas hoy en día pero que muchas aparecen en el diccionario, etc.; pero, en cualquier caso, un instructivo divertimento.
Breve resumen de lo que no escribió Rojas: Calisto está buscando su halcón y entra en el jardín de Melibea. Se enamora perdidamente de ella, pero ella le desdeña. Un criado de Calisto conoce a Celestina y le dice a su señor que ella podrá hacer que Melibea se enamore de él. Calisto le ruega que traiga a Celestina y acuerdan que ella de se encargue de convencerla. Ahora solo restan veinte interesantes actos para saber en qué acabará todo esto.



“Calisto.- En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios.”


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