sábado, 9 de diciembre de 2017

Emile Zola: Nana (***)

(332 pág.; Sarpe)                               (64; noviembre de 2017)
Una joven del arroyo aparece en una obra de teatro de variedades aunque no sabe cantar, no sabe bailar, no declama correctamente y, además, no se sabe el texto. Pero el movimiento de sus caderas y la poca ropa de la que consta su vestimenta hacen que tenga un éxito del cual habla todo París. Tanta fama alcanza que todos los hombres adinerados se rifan poder ser ellos el elegido para mantenerla. Y ella escoge a uno, a otro y a otro más. Escoge a cuantos quiere y les exprime todo lo que tienen y lo que no tienen.
Y Zola nos lo cuenta de forma exquisita, en una docena de capítulos de una media hora de duración de lectura cada uno, metiéndonos de lleno en el teatro, en las cenas y fiestas que se dan y, sobre todo, haciéndonos sentir intensamente lo que debió ser el mundo de las mantenidas y el París de finales del XIX.




“A las nueve, la sala del teatro Varietés aún estaba vacía.”


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