(96 pág.; eBook) (46;
julio de 2013)
Recuerdo haber visto representada su
obra Un enemigo del pueblo y que me
dejó perplejo por cómo había retratado el mundo del interés contra el propio
hombre. Si esto que fue escrito hace 130 años y me impresionó hace treinta, con todo lo que ha pasado en el mundo y en
España en particular desde entonces, parece más bien que fuera obra de
Nostradamus.
He comentado lo anterior porque era
el único contacto que tenía con la obra de Ibsen, a pesar de que no me era
desconocido. Esta casa de muñecas no
la he visto, pero su lectura me ha convencido que era un autor muy adelantado
socialmente a su tiempo, con una clarividente mirada y capacidad para saber
plasmarlo en forma de obra de teatro.
Aparentemente no sucede nada extraño
en la familia de la protagonista: matrimonio con varios hijos, él acaba de ser
ascendido a director del banco en el que trabaja y quedan atrás las penurias
que pasaron hace unos meses y de las que salieron gracias a la decisión que
tomó su mujer y que él desconoce. Pero él tiene que despedir a un empleado del
banco y aquí arranca el drama.
Quiero mencionar lo que para mí es
una muestra de la dominación femenina a manos de los hombres: la escena en la
que el marido le exige a su mujer cómo debe vestirse y bailar la danza que
aprendió en Sicilia en la fiesta que preparan unos vecinos. Deplorable.
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