(1ª parte: 401 pág.; eBook) (41; junio de 2013)
Me gusta comprobar que poco a poco
voy leyendo a autores que ni siquiera teníamos en casa, aunque leer todo lo que
uno querría es tarea imposible. O debería haber comenzado mucho antes. Ya
veremos hasta donde llego. Quería leer una obra de Kafka y me encuentro con sus
obras completas: no les hice un feo, pero dividí el libro como si fueran varios
volúmenes, pues alcanza las 1.400 páginas, y así poder seguir picoteando. Hasta la página 400 incluye
sus primeros relatos y América, que fue publicado bastantes años después de haberse
escrito.
Los primeros relatos que son muy
cortos se podrían definir como totalmente kafkianos. Obviamente, no me refiero
a la autoría sino al adjetivo que aplicamos cuando algo aparentemente normal se
vuelve irracional, ilógico, y nos deja perplejos. Creo que, sobre todo, es
debido a que son relatos tan cortos que el lector no tiene tiempo de entrar en
la historia antes de que esta ya sea kafkiana.
No pasa lo mismo con América que es
una novela de 300 páginas, pero el autor sigue siendo Kafka y en cada capítulo
deja constancia, nuevamente, de su particular visión de la vida, con lo que
capítulo a capítulo te vas encontrando envuelto en la tela de araña de eso que
resumimos diciendo que es kafkiano: un joven de 16 años se va a Estados Unidos
obligado por sus padres debido a una situación familiar desagradable y se
encuentra con su tío que es senador. Estos son los dos primeros capítulos (El fogonero y El tío) y ya sólo con su lectura te das cuenta de que en las historias
kafkianas te acaba faltando el aire, que por muy cotidiano que sea lo que te
está explicando, acaba sucediendo algo que lo convierte en desasosegante. Tiene
un abrupto final, a pesar de su longitud, y me pareció que podía ser alegórico;
aunque más bien creo que no la acabó de escribir.
Es un autor irrepetible que merece
ser leído y disfrutar de la capacidad que tuvo para contar en unas historias raras el reflejo y el resumen de nuestra vida cotidiana.
“Cuando Karl Rossmann muchacho de
dieciséis años de edad a quien sus pobres padres enviaban a América porque
lo había seducido una sirvienta que luego tuvo de él un hijo entraba en el
puerto de Nueva York a bordo de ese vapor que ya había aminorado su marcha, vio
de pronto la estatua de la diosa de la Libertad, que desde hacía rato venía
observando, como si ahora estuviese iluminada por un rayo de sol más intenso.”
América
eBook: correcto. http://www.4shared.com/
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