(335 pág.; El País) (40; junio de 2022)
Alargada es la sombra de Graves y enorme la de esta época
de la historia de Roma, pues cojas el personaje histórico que cojas vale la
pena saber de su vida, ya que los entresijos del poder son de por sí tan
interesantes y poderosos que pueden sacar los colores a los guionistas
cinematográficos actuales.
Parece ser que la madre de Nerón y última esposa de
Claudio escribió unas memorias, que no han llegado hasta nuestros días, pero
que se conoce su existencia a través de las obras de otros escritores romanos, y
Grimal, reconocido latinista francés, las recrea en esta novela. A mi gusto, la
diferencia con Graves o McCullough, es que este personaje y la narración no son
del mismo nivel, pero lo salva el entorno y por eso he comenzado por él en el
primer párrafo.
Como ya he anticipado, Agripina fue madre y esposa de emperadores
de Roma, además de bisnieta (Augusto) y hermana (Calígula) de otros dos, y en
esta novela se nos cuenta su vida y el empeño que puso en que su hijo llegara a
emperador, fuera como fuera.
Grimal la presenta como si fuera otra Livia, coincide con
ella en ser madre de un emperador que no estaba previsto que lo llegara a ser,
pero me cuesta creer que fuera así, salvo para darle emoción a la historia que
cuenta.
“Comienzo a escribir lo que ha
de ser mi historia y la de mi familia esta noche, al final del tercer día de
los Juegos Palatinos, y mis ojos están llenos de horror.”
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