(127 pág.; Columna Jove) (56; octubre de 2020)
No sé si lo he comentado alguna otra vez, pero tengo la
sensación de que solo leo libros en catalán escritos por mujeres (¿discriminación
positiva?). En este caso la culpa, de haberla, es de Anna, que leyó este libro
en su más tierna adolescencia (como quien dice, ayer) y lo ha dejado aquí.
A un luthier judío que está en Auschwitz le encargan la construcción de un violín excelente o tendrá un castigo como no se ha visto en ese campo de exterminio. Y nos explican cómo conseguir un instrumento que tenga un sonido mejor que cualquier otro que pueda haber en las proximidades (excelente la descripción de cómo hacerlo, no en vano se agradece al principio del libro los consejos de un luthier).
Y poco más, o poco más que sea original: con las salvajadas que llegaron a cometer los nazis no sé por qué razón tenía que escoger la que aparece en la novela El premio Nobel de Irving Wallace. No obstante, la historia está bien escrita y por eso la recomiendo, pero no la puntúo mejor.
“El dia 1 de desembre de
1941, des de les 14 hores fins a les 16 hores vaig romandre en el lloc de
guàrdia núm. 4 de la Hohensteinerstrasse.”
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