(304
pág.; Planeta) (16;
mayo de 2020)
El premio obtenido por esta novela no es de los que más
me fío, pero como la elegí porque no había leído nada de la autora y como por
el archivo no se puede adivinar pues todo eso que me he ganado… y el premio
merecido. El inicio de la novela es de los muy buenos, pues incita a seguir
leyendo y solo consiste en la descripción que hace una mujer de otra, con lo
que demuestra buen pulso narrativo y fuerza en la historia.
Y la historia va
de que Adelita es una mujer que ha contratado la narradora para cuidar al padre
de esta y conservar la propiedad que este tiene en la Costa Brava. La hija vive
en Madrid, pero sabiendo cómo cuida la mencionada Adelita a su padre está
tranquila. Claro que ojos que no ven… y lo peor son los que no quieren ver. Con
el paso del tiempo la angustia se adueñará de la protagonista y el lector no
podrá dejar de leer la novela para saber cómo termina. Tensión e intriga
aseguradas hasta el final.
“Se llamaba Adelita.”
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