sábado, 2 de mayo de 2020

Félix J. Palma: El mapa del tiempo (**/***)


(628 pág.; Algaida)                             (10; abril de 2020)
Cada año elijo una novela de ciencia ficción de un autor que aún no haya leído, pues cuando comencé a leer en serio, hace ya once años, me propuse leer libros de esta temática que era una de las que no había leído más allá de dos o tres en mi vida, y lo he seguido haciendo a la vista de lo mucho que me han gustado. En la estantería física y digital de la que quería leer un libro, pues ya tengo todos los libros digitales comprados por Marisol indexados, estaba este mapa del tiempo, así que lo anoté para leerlo. El día que iba a empezarlo le pregunté a Marisol qué le había parecido y su respuesta fue que lo había dejado a las primeras de cambio.
Estamos en Londres, a finales del XIX, justo cuando Jack el Destripador apareció en escena. Un joven de una familia acaudalada, sin oficio ni beneficio, frecuenta el barrio de las prostitutas y conoce a una joven por la que se siente atraído. Por otra parte, en este final de siglo la ciencia y la tecnología están en boca de todos, pues se están viendo y aplicando avances que nadie hubiera podido creer unas décadas atrás. Resultado de ese ambiente es el libro de Wells La máquina del tiempo, que hace soñar a más de uno con poder viajar al futuro, pero no es el caso del joven mencionado, cuyo deseo será viajar al pasado debido a una circunstancia que será conocida por los lectores del libro de Palma.
Y ahora mi opinión: a pesar de la de Marisol, que siempre es para tener en cuenta por lo mucho que ha leído y la cultura que tiene, como ya lo tenía en la mano lo empecé a leer con la idea de dejarlo en el momento que no me gustara. La descripción del Londres que he mencionado me ha parecido muy interesante y la forma de abordar cómo se podía ir al futuro, aunque chirriaba, no era suficientemente inoportuna como para dejar de leerlo. Al final de la primera parte, está dividido en tres, se produce una sorpresa que me hizo aconsejarle que volviera a leerlo. En la segunda parte mantiene el interés, a pesar de que cada vez es todo más increíble, pero sabe explicar el cómo y el porqué al lector, siendo bueno el razonamiento. Lamentablemente, en el tercero, la inexorabilidad de la marcha del tiempo, no acompaña al autor que ya no tiene una idea tan buena como en las dos partes anteriores y hace que no sea un final acorde al desarrollo de la historia, aunque, a pesar de ello, recomiendo su lectura en sus dos terceras partes.







A Andrew Harrington le hubiese gustado poder morir más de una vez para no tener que escoger una única pistola entre las muchas que su padre atesoraba en las vitrinas del salón.”




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