(280
pág.; Tusquets) (14;
mayo de 2020)
El hecho de que Marisol sea una compradora y lectora
compulsiva hace que la biblioteca se amplíe notablemente con el tiempo y,
aunque ahora casi solo entran digitalizados, hay un notable incremento de
autores nuevos para mí de los que nunca he oído hablar, pero que, poco a
poco, voy conociendo, como es el caso presente.
El protagonista de la novela es un librero que se lamenta
de haber escrito diecisiete libros y que no le hayan publicado ninguno. El original
del que hace ese número decide ligarlo a una piedra y lanzarlos al mar, para lo
cual se va a la playa del pueblo en el que vive y en el extremo de la misma se
deshace de él. Cansado de idear historias sin futuro se percata de que en ese
mismo lugar hubo un terrible homicidio en el que murió un joven y no se pudo
dilucidar quién lo había cometido, por lo que decide investigar lo que sucedió
una década atrás y escribir un libro sobre ello.
Pinilla
convierte a un librero amante de las novelas negras de la época dorada en un detective
norteamericano en el País Vasco que investigará el truculento asesinato
sucedido durante la guerra civil española. Entretenida e interesante a partes
iguales.
“Mis suelas se arrastran
por la playa camino de la mar.”
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