(121
pág.; Castalia Didáctica) (11;
mayo de 2020)
Me regalaron un tocho, que ya tenía, en junio del pasado
año y fui a cambiarlo por otros dos libros, uno de ellos es este, el otro está
por leer ya que el retraso que llevo es notable. Ya sabía que con esta elección
no podía equivocarme, pues, aunque no me acordaba de nada, lo había leído hacía
muchos años. Y tal como creía, no me equivoqué: lo leí en el lector digital que
no tenía notas a pie de página, luego leí las notas de esta edición (lo que
implicó una segunda lectura de las coplas) y luego los textos que hablan de
Manrique, de su padre, del tiempo en el que vivieron y de la gramática
utilizada que, aunque no entendí, me sirvió para lamentarme, una vez más, de
mis malos estudios.
Manrique,
soldado de profesión aunque también componía versos, escribió estas coplas en
honor a su padre, tal y como el título indica, pero en ellas, aunque glosa la
figura paterna, da una imagen del siglo XV, de lo que eran las cortes, indica
que la vida terrena ha de ser preparación para la otra, es decir, no solo es un
poema elegíaco sino que trasciende la honra al padre dando muestras de un
profundo mundo espiritual. Sé que tiene otras coplas de carácter más mundano, y
tengo muchas ganas de llegar a repetir el autor para seguir deleitándome con
sus versos.
“Recuerde el alma
dormida,
avive el seso e despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan
callando,
cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquier tiempo passado
fue mejor.”
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