(497 pág.;
Alfaguara) (18;
abril de 2013)
Cuántos años
han pasado desde que leía a Pérez-Reverte: El
maestro de esgrima, El club Dumas
y La tabla de Flandes. Siempre me
parecía que se documentaba o que conocía muy bien lo que el personaje principal
dominaba, sea el florete, la bibliofilia o el ajedrez. Pero nunca me parecían
historias redondas, algo fallaba o chirriaba al final. Quizá por eso dejé de
leer sus muchas y exitosas novelas
publicadas desde entonces.
¿Y por qué
esta? Porque Marisol se compró el ebook y, además, le regalaron la novela en
papel y pensé que era una buena oportunidad de añadir este autor, aunque ya
conocido por mí, a esta autobiografía mía.
Y el
resultado: como siempre. En sus hojas he bailado el tango, conocido Buenos
Aires y realizado alguna extravagancia sexual, pero a partir de la mitad de la
novela el desbarro es tan mayúsculo que no le he podido seguir ni creer:
ladrones de guante blanco, espías por doquier, política y campeonatos de
ajedrez de alto nivel.
A este autor se le puede leer mientras te divierte y luego dejarlo sin mayores remordimientos.
A este autor se le puede leer mientras te divierte y luego dejarlo sin mayores remordimientos.
(“Bailarín
mundano” aparece 89 veces y “Mecha Inzunza” 117 veces, ¿repetitivo, no?)
“En noviembre de 1928,
Armando de Troeye viajó a Buenos Aires para componer un tango.”
eBook: comprado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario