(188
pág.; Trama) (25;
junio de 2020)
Que George Sand era una señora y fue la amante de Chopin
lo sé desde la adolescencia y, ahora que me encuentro con un libro comprado por
Marisol, del cual no se acuerda de haberlo hecho, veo una oportunidad para
acercarme a su literatura. Pero el resultado no ha sido todo lo halagüeño que
hubiera deseado. Los cuentos de la abuela han quedado muy anticuados, demasiado
para perder el tiempo con ellos.
Con una salvedad: deja patente en estos tres cuentos el
deseo de que las mujeres tuvieran las mismas oportunidades que los hombres de
conseguir una buena educación, o cuando menos, una que fuera suficiente. Lo cual
es encomiable.
“En lo más recóndito de
una agreste región llamada por entonces provincia de Gévaudan, se hallaba el
castillo abandonado de Cumbrecorva, solo en aquel desierto de bosques y
montañas.”
El castillo de
Cumbrecorva
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