sábado, 27 de agosto de 2011

David Lodge: La vida en sordina (**)

(354 pág.; Anagrama)                       (10; marzo de 2011)
            El libro habla de un profesor de universidad jubilado anticipadamente y con problemas de oído. Lodge padece sordera y describe con mucho sentido del humor los problemas de no llevar audífono, de que se te acaben las pilas y no tengas repuesto, de que contestes al teléfono y se acoplen los sonidos, etc., etc.
            Ya lo he dicho: con mucho sentido del humor. Pero también describe todos los problemas que padece un sordo y que, comparado con los de un ciego, no produce ningún sentimiento afectuoso en la gente. También trata de los años otoñales de la vida, los del propio protagonista y los de su padre, todo ello con un toque de simpatía y humanidad.
Curiosamente, esta novela y la anterior tienen un final parecido que no explicaré. Allí servía para descansar de tanta zafiedad. Aquí sirve para cerrar una novela entrañable, divertida y que, a los que estamos en el verano de nuestras vidas y que nos acercamos sin pausa a ese otoño del protagonista, lo veamos como una estación más donde la falta de un sentido como el del oído puede ser una desventaja de la que hay que saber sacar provecho: cuando estés al lado de un charlatán sólo tienes que desconectar el audífono y mover la cabeza de vez en cuando.
Además, mientras leas un libro tan interesante como este, nada te distraerá.



“El hombre alto, de pelo gris, con gafas, que estaba en el borde del gentío en la sala principal de la galería, encorvándose muy cerca de la joven de blusa de seda roja, con la cabeza gacha y alejada de la cara de ella, y que asentía juiciosamente y emitía a intervalos un murmullo mundano, no es, como podría pensarse, un cura de asueto al que ella le ha convencido de que la confiese en mitad de …”

eBook: sí.                                   epublibre


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