(leídas 92 de 181 pág.; C.S.I.C.) (89; diciembre de 2022)
Hace años
que separé este libro para leer en el convencimiento de que era una novela.
Antes de empezar a leerlo leí la contraportada y las solapas (como siempre hago)
y me pareció que era un libro científico. Finalmente no ha resultado ser
ninguna de las dos cosas.
El
matemático al que hace referencia el título es un señor de sesenta años que
dedica las últimas horas del día 31 de diciembre de 1999 a repasar su vida; además,
acaba de descubrir una ecuación que perseguía desde hacía tiempo. Este es el
breve resumen de la historia.
Ahora,
lo que nos ofrece el autor en sus casi doscientas páginas: en cualquier tema
que toque, nos presenta un listado de nombres, como pueden ser los matemáticos,
físicos, filósofos, escritores, artistas de Hollywood, etc. Es decir, nos
muestra que el autor sabe de muchas cosas, lo que no lo niego, pero que hace
muy poco atractiva la lectura de su libro. Pero no se conforma solo con eso,
sino que la mayoría de sus frases son rebuscadas y los párrafos acaban cansando
al lector, por lo menos a este que escribe… aunque llegué a la mitad del libro.
Qué pena, pues me apetecía leerlo.
“El camino para llegar a su región matemática –a su ecuación
como si fuese un paradigma de símbolos extraordinarios– había sido laberíntico
y deslumbrante; un camino donde no sólo se acumulaban incógnitas y altibajos
emotivos sino también satisfacciones y anhelos encontrados”.
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