(126 pág.; El País) (15; marzo de 2022)
Hace un par de años que lo puse en la lista para leer y
hasta ahora no he podido comprobar lo bueno que fue Machado. Marisol se sabe de
memoria muchos de sus poemas como, por ejemplo, el del pie de la portada, que
me parece increíble que se pueda describir la vida de una persona en verso,
teniendo en cuenta que la inventiva se ha de adaptar a lo vivido por el
retratado.
Las descripciones de Castilla, del campo y de sus gentes
son el objeto principal de este libro, que no incluye todos los poemas que sí
están en el formato digital, así que he leído los dos, con lo que he leído
completamente esos Campos y, además, otros poemas.
Irene Vallejo lo mencionaba en su fantástico El
infinito en un junco y yo no quiero acabar estas líneas sin mencionar La
tierra de Alvargonzález, un cuento o relato que está escrito en prosa y también
en verso, donde podemos conocer las desgracias de la familia del que da pie al
título. Me impresiona mucho su capacidad de poder rimar una historia ya contada.
Machado es un autor imprescindible como hay pocos.
“Mi
infancia son recuerdos de un patio de Sevilla
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.”
Retrato
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