(202 pág.; Siruela) (26; julio de 2021)
Engañado por el título, al confundir Chicago con
Misisipí, escojo este libro de la estantería digital de la C. Comienza bien,
pero poco a poco dejo de estar interesado en la historia pues, para hacerla más
interesante, la autora ha decidido unir dos crímenes separados unos cuantos
años y que a mí me ha parecido una manera de añadir una tensión que ya se había
ido diluyendo. Volviendo al título, me da la sensación de que los editores de
Siruela les ha parecido mucho más comercial que el del condado de Cook, al
igual que han hecho con otra de sus novelas.
La negra de la portada, que nada tiene que ver con la
protagonista que según su propia descripción es gorda y poco atractiva, es una
joven virgen, también se queja de eso, de dieciocho años que insta a su tío
abuelo a investigar la desaparición de una joven de su edad, nieta de un
vecino. El abuelo, que tiene un pasado turbulento, permite a su mujer y nieta
que empiecen a investigar ellas y luego se lo prohíbe a su mujer, pero le
permite a la joven que lo acompañe a él (lo que no termino de entender, salvo
que sea para no cambiar de narrador). Léase hasta donde le deje de interesar,
pues no mejora con el paso de las hojas.
“Habría bastado un ínfimo
cambio en el curso de los acontecimientos -una vuelta de tuerca más- para que
me hubiese despedido del mundo con una traca de balazos.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario