(795
pág.; Debolsillo) (35;
julio de 2020)
Escribo estas líneas antes de irme quince días de
vacaciones pues, de lo contrario, cuando vuelva no me podré acordar de lo que
quiero explicar, así es de portentosa mi memoria. Anna me lo regaló en la Navidad
pasada y hasta ahora no lo he podido leer (aún no sé cómo puedo llevar este retraso
en los libros que me han regalado). Este autor siempre me ha dado un poco de
respeto (algo más que un poco), pues con el revuelo (por llamarlo de alguna
manera y suavemente) que se levantó con Los versos satánicos siempre me
había parecido que era un autor complicado y, más bien, de ensayo. Me alegro
que sacara esta recomendación de alguna publicación y que haya terminado
leyéndolo: es un libro estupendo, muy bueno, aunque quizá no sea para todo el
mundo. Ya llegaré a ello.
El protagonista de la novela es un joven que está
relatando su vida desde el mismo momento de su nacimiento, pues casualmente
coincidió con la proclamación de la independencia de la India en 1947 (año de
nacimiento de Rushdie). A partir de aquí, va asociando sus vivencias y las de
su familia al propio devenir de su país: la muerte de Gandhi, las guerras con
Pakistán y Bangladesh, el mandato de Indira, etc. No quiero entrar más en
detalles porque hasta el título tiene su razón de ser y soy muy reacio (o lo
intento) a no desvelar aquello que avanza lo que el autor ha decidido explicar más
tarde.
A medida
que lo iba leyendo, y puedo estar muy equivocado, me venía a la cabeza García
Márquez y sus Cien años de soledad, de la que creo que es deudor o,
cuando menos, homenajea Rushdie, pues la historia de estos Hijos hay que
englobarla dentro del realismo mágico (de ahí que crea que quizá no sea para
todos los públicos) y encuentro un cierto juego entre los nombres de los
personajes de ambas novelas: si en la de García Márquez los descendientes se
van llamando igual que dos generaciones atrás, en la de Rushdie todas las
mujeres que tienen relación con el protagonista cambian su nombre por otro. En
cualquier caso, es notable el trabajo de asociar las vicisitudes del
protagonista (¿cuánto hay de la propia vida del autor en ellas?) con los
acontecimientos vividos en la India. Sin duda, y sin miedo, vale la pena leerlo.
“Nací en la ciudad de
Bombay… hace mucho tiempo.”
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