sábado, 22 de agosto de 2020

Manuel Vilas: Alegría (*/**)

(leídas 94 de 351 pág.;Planeta)  (38;agosto de 2020,Monasterio de Piedra)

Eva me regaló este libro en Navidad y, como ya he dicho recientemente, el retraso ha hecho que llegara a las vacaciones de verano (en este caso mejor hubiera sido que no hubiera llegado el regalo).

La alegría de este hombre está en construir retruécanos mentales que solo le pueden importar a él; no tiene ni tienen ninguna gracia; todos sus recuerdos terminan siendo belleza y/o alegría (pues como los míos); una pequeña muestra sería la parrafada inicial que figura al pie de la imagen del libro y otra que recuerdo yo, más o menos de donde dejé de leerlo: hizo un viaje a EE.UU. con su hijo y comieron lasaña y a Vilas le asaltan unas lágrimas de emoción cuando ve la bandeja en la basura porque su hijo fue feliz comiendo dicho plato. Pues muy bien: parafraseando a Petronio “coma lasaña, pero no escriba libros”.

Mientras leía ese centenar de páginas me di cuenta de lo mucho que echaba de menos a Trapiello, que me explicaba sus vivencias, al igual que Vilas, y, en cambio, cuánto había disfrutado leyéndolas. Un par de días después nos vimos con Eva y le expliqué mi parecer: resulta que ella también se lo había comprado y lo dejó, más o menos, por donde yo desistí de seguir informándome de tonterías personales que no conducen a nada y, aunque podían ser bellas, no me daban ninguna alegría. Ay, premio Planeta: cuántas alegrías das a los autores y qué pocas a los lectores.





Todo aquello que amamos y perdimos, que amamos muchísimo, que amamos sin saber que un día nos sería hurtado, todo aquello que, tras su pérdida, no pudo destruirnos, y bien que insistió con fuerzas sobrenaturales y buscó nuestra ruina con crueldad y empeño, acaba, tarde o temprano, convertido en alegría.”



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