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pág.; Alfaguara) (58; noviembre de 2019) (Premio
Nobel 2018-2019)
Cuando se dieron a conocer los nombres de los ganadores
del Premio Nobel de Literatura del pasado año y el de este, hecho que se da por
primera vez, comprobé que de este autor ya teníamos un libro: lo había comprado
Marisol en 1995 y parecía no haber sido leído, además de que no recordaba nada
de él. De aquí a un cuarto de siglo, viva o no, yo tampoco recordaré nada de
esta lectura y el motivo es el mismo que el que dije de Modiano, otro ganador
del Premio Nobel: lo que explican no me llega.
Curiosamente, al igual que dicen que Modiano escribe lo
mismo desde siempre, Handke escribe principalmente sobre la soledad del
indivíduo y, en mi caso, el resultado ha sido el mismo, es decir, los he leído
y no me han gustado, aparte de que me han aburrido.
El título
es el resumen perfecto de la novela: un escritor que ha dedicado la mañana a
escribir decide salir a pasear por el pueblo e ir a comer al otro extremo del
mismo y mientras pasea va relatando lo que ve. Seguro que es más profundo que
eso, pero eso es lo que he recibido yo. No está hecha la miel para la boca del
asno.
“Desde que una vez vivió
convencido, durante casi un año, de que había perdido el habla, cada frase que
el escritor anotaba, y con la que incluso experimentaba el arranque de una
posible continuación, se había convertido en un acontecimiento.”