(180 pág.; Valdemar) (59;
agosto de 2016; yendo a Atenas)
Hace muchos años leí un libro de Conan Doyle y no me
gustó, así que cuando tuve que elegir un libro de la estantería en el que
estaba este pensé que, aunque no era del mismo autor, el personaje merecía una
segunda oportunidad… y a este paso última.
Sherlock Holmes es un detective que extrae conclusiones
únicas de donde podría concluirse una docena de posibilidades y así avanza en
sus investigaciones (y en este libro con un Watson que más que doctor parece
iletrado).
Hablar de la historia de que trata es perder el tiempo
pues me ha parecido un sinsentido, aunque desconozco si los caracteres de los
filósofos o matemáticos que aparecen en ella eran como se los describe y, en
ese caso, tendría un valor que yo no he sabido apreciar. Aunque esto no me va a
quitar el sueño.
“Las aptitudes
intelectuales de Sherlock Holmes, sumamente perspicaces, estaban muy en armonía
con las cuestiones que son útiles a la hora de detectar el crimen.”